Se pueden apreciar, en blanco y negro, la silueta de distintas personas manifestándose
Se pueden apreciar, en blanco y negro, la silueta de distintas personas manifestándose

La primer parte de este texto puede consultarse en: La Irrupción del Activismo en Primera Persona (1era Parte). El texto fue publicado originalmente, y de manera integra, en: “Pájaros en la Cabeza. Activismo en Salud Mental, desde España y Chile” de Javier Erro, mediante Ed. Virus. Agradecemos su apoyo y autorización para la publicación de este texto.

De la despatologización de la homosexualidad al movimiento Hearing Voices

En los años setenta del siglo XX, mientras en Chile empezaba una dictadura y en España finalizaba otra, en Estados Unidos surgió un movimiento activista formado por las propias personas psiquiatrizadas. Sin ánimo de ser exhaustivos en esta descripción, podemos realizar un breve acercamiento al tema.

La despatologización de la homosexualidad: una experiencia pionera

Podríamos considerar el movimiento LGTBI+[1] como uno de los principales precursores de la lucha contra la despatologización. La presencia de la homosexualidad en el manual DSM desde su primera versión en 1952 daba argumentos a aquellos que consideraban que la homosexualidad era una conducta desviada, enferma o anormal y que se curaba como cualquier otra dolencia, llegando a realizar investigaciones sobre tratamientos y porcentajes de sujetos sanados. En 1970, un año después de los disturbios de Stonewall, el movimiento LGTBI+ organizó una protesta en una convención de la American Psychiatric Asociation (APA), organización que elabora el DSM, con el objetivo de poder hablar sobre esta cuestión. En la siguiente convención, en 1971, la APA permitió ponencias por parte de personas del movimiento. Sin embargo, no se eliminó la homosexualidad de la lista de trastornos. En 1972, en otra convención, volvió a montarse una mesa de debate. De nuevo, se planteó que hubiese presencia de activistas LGTBI+ y psiquiatras, pero no había psiquiatras gais que permitieran la confluencia de ambas perspectivas. Finalmente, se convenció a John E. Fryer, que reunía ambas condiciones. Debido al miedo a las represalias, este se presentó como ≪Dr. Anonymous≫ y salió con una peluca, una máscara y un micrófono que distorsionaba su voz.

Aunque pueda parecer extraño, hasta 1973 la APA no definió del todo que es y que no es un ≪trastorno≫ (cualquier trastorno, no específicamente el de homosexualidad). El equipo designado para llevar a cabo esta definición señaló que, para calificar una experiencia como ≪trastorno≫, debía conllevar, entre otras cosas, malestar y una pérdida de la calidad de vida. En consecuencia, la homosexualidad dejo de considerarse como tal, a pesar de que no fuese por una cuestión de apertura ni de ética, sino por una precisión técnica en la definición. Tras muchas protestas por parte de los psiquiatras conservadores en desacuerdo con esta maniobra, en 1974 la apa convoco una votación en la que solo el 58 % de psiquiatras voto a favor de retirar la homosexualidad del DSM. No fue hasta 1991 que la Organización Mundial de la Salud hizo lo mismo con su manual diagnostico CIE[2].

Como he señalado, podemos considerar esta movilización como una de las pioneras en marcar la dirección que tomaría el futuro activismo en salud mental. Se trataba de personas que podían ser psiquiatrizadas en cualquier momento y hoy todavía seria así si esta lucha no hubiese tenido lugar. He considerado importante describirla por varios motivos. En primer lugar, se trata de uno de los hechos que más se mencionan cuando se trata de desenmascarar la neutralidad de las disciplinas psi. En aquel momento, existían discursos científicos que, desde perspectivas biológicas o psicoanalíticas, trataban de justificar que la homosexualidad no podría considerarse dentro de la normalidad. Como ya hemos señalado, la ciencia no es imparcial. Es evidente que calificar de ≪trastornada≫ a una persona por su orientación sexual supone un posicionamiento político muy claro.

También me parece importante porque, pese a que se retiró la homosexualidad del DSM debido a la redefinición de lo que se entiende por ≪trastorno≫, seguramente no habría sucedido sin las protestas llevadas a cabo por el movimiento LGTBI+[3]. Se trata de una situación sin precedentes en el campo de la salud mental que muestra que luchar puede cambiar las cosas. Para comprender la importancia de este hecho es necesario ponerlo en contexto. Hay que tener en cuenta lo radicalmente conservadora que era la psiquiatría en aquel momento, sin olvidar la clase social privilegiada de la que provenían la mayor parte de psiquiatras, así como de la mayoritaria presencia de hombres frente al número de mujeres en la profesión. Este conservadurismo, clasismo y machismo apenas habían sido cuestionados. Por eso, considero que la protesta del movimiento LGTBI+ abrió la puerta a confrontar unas disciplinas que no tenían oposición alguna.

Inicios del activismo en primera persona en Estados Unidos: de la lucha contra el electroshock al Mad in America

También es 1974 el año que ve el nacimiento de la Network Against Psychiatric Assault (napa). Uno de sus principales fundadores fue Leonard Roy Frank[4]. Esta organización inicio una serie de movilizaciones que tienen como consecuencia la Creación de la Coalition Against Electroshock y la limitación del electroshock como tratamiento involuntario en Berkeley (California) en 1982. Muchos centros dejaron de practicarlo durante un tiempo, debido a que podían ser señalados públicamente por esta organización.

Otra activista importante de esa epoca fue Judi Chamberlin[5], que en 1978 publico On Our Own. Patient Controlled Aternatives to the Mental Health System, considerado el manifiesto más representative de los inicios del movimiento estadounidense. En este libro, Chamberlin describe su propia experiencia como paciente de la psiquiatría, al mismo tiempo que propone que las personas con sufrimiento psíquico pueden cuidarse entre ellas.

En este contexto, algunos colectivos surgidos en la década de los setenta se aliaron en coaliciones como la Insane Liberation Front, el Mental Patients’ʼLiberation Front o la National Coalition of Mental Health Consumer/Survivor Organizations. Este conglomerado de agrupaciones plasmaba sus reflexiones en la revista Madness Network News y celebraban un congreso anual (Conference on Human Rights and Psychiatric Oppression) donde convergían las diferentes organizaciones del país.

Como se trataba de colectivos en primera persona, el surgimiento de este movimiento puso sobre la mesa algunos elementos importantes. En el pasado, ya se habían llevado a cabo reivindicaciones de la locura, pero en esta ocasión ocurre a través de un proceso organizado que allanará el camino al Orgullo Loco, del que hablaremos más adelante. Aparece así un discurso que no propone tanto una alternativa a la gestión de la locura como una reducción o eliminación de las técnicas que se aplican contra ella, principalmente las más coercitivas.

A mitad de la década de 1980, Madness Network News dejó de publicarse y el congreso anual paso a integrarse como actividad del National Institute of Mental Health (NIMH), el órgano estatal que gestiona la salud mental en el país. El movimiento perdió parte de la fuerza que había mostrado inicialmente, mientras empezaba el auge de la medicalización y la biologización de la atención psiquiátrica. No obstante, continua activo y movilizando a centenares de personas, y a lo largo de los años ha conseguido cambios legislativos que han mejorado las condiciones de la atención a las personas psiquiatrizadas. En este sentido, la relación entre el activismo y las instituciones es un debate siempre candente.

Un par de décadas después de la institucionalización de este movimiento, surgirían proyectos que se situaron fuera de estas instituciones de forma consciente e intencionada. Uno de los más interesantes, desde mi punto de vista, es Fireweed Collective[6]. En el año 2002, Sascha Altman DuBrul, que había formado parte del movimiento punk de la ciudad de Nueva York, escribe un artículo en el periódico San Francisco Bay Guardian hablando sobre su bipolaridad y sus experiencias con la psiquiatría. Recibió cartas de muchas personas. Una de ellas fue Jacks Mc-Namara, con quien acabo lanzando la página web Fireweed Collective, una comunidad online de personas con sufrimiento psíquico donde pueden encontrarse testimonios, consejos y contactos. Rápidamente esta comunidad virtual evoluciono hacia GAM [Grupos de Apoyo Mutuo]presenciales en una buena parte de las ciudades estadounidenses e incluso en otros países.

El trasfondo de Fireweed Collective es el movimiento anarquista. No hay espacio para resumir correctamente las múltiples propuestas de este último, por lo que me centrare en las que nos atañen para desarrollar esta cuestión Desde esta corriente se propugnaban modelos de organización social que no estuviesen mediados por las instituciones estatales ni el mercado. Estas propuestas giran en torno a la idea de la autogestión: organizarse de forma colectiva para llevar a cabo iniciativas de diferente índole, sin esperar a que una instancia de poder lo haga por ti y sin necesitar su permiso. Un elemento similar es el lema diy (do it yourself o ≪hazlo tú mismo≫), surgido de la cultura punk, y que animaba a aprender a hacer las cosas por uno mismo para desarrollar la máxima autonomía respecto al sistema. En el campo que nos ocupa, las instancias de poder pueden equipararse a las instituciones de salud mental, y la autogestión toma la forma de cuidados colectivos basados en el apoyo mutuo.

Fireweed Collective utilizara el enfoque peer to peer (≪de igual a igual≫), según el cual las personas que han pasado por sufrimiento psíquico son las que mejor pueden comprender a otras que están viviendo algo similar. De este modo, se revaloriza el saber ≪en primera persona≫ frente al saber experto, al tiempo que se proporciona una herramienta alternativa a las que ofrecen las instituciones. La idea peer-to-peer en salud mental no nace con este proyecto, pero si es novedoso que aparezca asociada a la autogestión y el apoyo mutuo. Por tanto, surge no solo como una herramienta eficaz, sino como una iniciativa de transformación social. En efecto, autogestionar implica reapropiarse del malestar y permite elaborar significados, prácticas y discursos propios. Así, puede generarse un territorio sobre el cual construir alternativas. Como veremos, estos principios son vitales para el movimiento en primera persona.

Otro ejemplo también ve la luz en el año 2002, cuando Robert Whitaker publica su libro Mad in America y poco después lanza una plataforma web con el mismo nombre[7]. En esta, se recopilan artículos científicos y columnas de opinión de una amplia lista de colaboradores (tanto del ámbito profesional y académico como del activismo en primera persona). En la actualidad, existen páginas web que siguen el esquema de Mad in America, pero en diferentes países: Mad in Asia[8], Mad in Brasil[9], Mad in Finland[10],16 Mad in UK[11] y Madinamerica-hispanohablante[12]. Por lo general, en estas páginas web se publican reflexiones, testimonios, entrevistas, herramientas, traducciones, artículos y movilizaciones, siendo una referencia importante para los respectivos movimientos activistas.

El movimiento Hearing Voices y la lógica de la despatologización

Uno de los movimientos pioneros más importantes que ha inspirado al activismo en salud mental es la perspectiva Hearing Voices. Se trata de una alternativa a la asistencia psiquiátrica tradicional consolidada en algunos países, especialmente en Inglaterra. Empezó en Maastricht (Holanda) en el año 1987. Patsy Hague, paciente del psiquiatra Marius Romme, consideraba que escuchar voces, pese a no ser una experiencia habitual, si que debería considerarse como una experiencia normal y convenció a este profesional para que le ayudase a profundizar en esta perspectiva[13]. En este inicio, podemos observar ya una primera novedad: es la paciente la que convence al psiquiatra de un modelo diferente al tradicional.

Gracias a la periodista Sandra Escher, llevaron a cabo un llamamiento a través de un programa de la televisión holandesa para que aquellas personas que escuchasen voces se pusiesen en contacto con ellos. Observaron que de los cientos de personas que habían escuchado voces y contactado, al menos un tercio vivía con ellas sin mayores problemas. Debido a este resultado, empezaron a investigar las estrategias que utilizaban para poder aplicarlas más adelante. Descubrieron que las personas que lo consideraban una experiencia normal, y aceptaban sus voces, tenían muchas más probabilidades de gestionarlas adecuadamente. A través de sus investigaciones, concluyeron que las voces, y otras experiencias similares, prácticamente siempre se dan tras vivencias difíciles o traumáticas, y que hay que poner el énfasis en tratar de averiguar qué significado tienen en la vida de la persona en lugar de considerarlas meros síntomas de una enfermedad.

Siguiendo con esta lógica de la despatologización, los estudios llevados a cabo evidenciaban que, además de más extendidas de lo que pensaban a priori, las voces podían ser vividas sin generar sufrimiento. Si recordamos los criterios necesarios para que una serie de experiencias se califiquen como trastorno, es necesario que estas provoquen malestar. Al no ser siempre así, el enfoque de Hearing Voices pone en crisis la propia noción de ≪trastorno≫. Además, plantea una pregunta: si las voces son lo suficientemente comunes como para considerarlas una experiencia humana habitual y, pese a que puedan presentarse asociadas a dificultades, hay muchas personas que aprenden a convivir con ellas, ¿por qué no se está investigando sobre ello?

Apenas un año después, en 1988, el modelo Hearing Voices empezo a activarse en Inglaterra cuando varias personas de Manchester formaron un grupo de escuchadores de voces. Al año siguiente, organizaron en Romme una gira de conferencias por el país para difundir su perspectiva. Poco a poco los grupos empezaron a proliferar, especialmente en Inglaterra, pero también en otros países de Europa. En 2009, se llevó a cabo el primer Congreso Internacional de Escuchadores de Voces, del que surgirá la red internacional Intervoice. Este congreso se realiza cada año en un país diferente. Como veremos más adelante, cuando se llevó a cabo en España, en 2015, tuvo gran influencia.

Si bien no es la primera experiencia de este tipo, el enfoque Hearing Voices presenta unos niveles de horizontalidad, respeto y significado inexistentes hasta el momento. Debido a que el propio escuchador de voces es el experto, es lógico que se establezcan grupos de expertos para hablar sobre el tema que les afecta. Ademas, esta propuesta cuenta con un corpus teorico y empirico que proporciona un punto de vista no estigmatizador y que abre numerosas posibilidades a que la persona tome el control de su vida. Tal y como ellos mismos explican en un folleto que resume los postulados del movimiento Hearing Voices[14]:

• La escucha de voces es una experiencia humana relativamente común que tiene diferentes causas. No está necesariamente ligada a la enfermedad.

• Las personas tienen el derecho de definir sus propias experiencias, sea cual sea el origen al que achaquen las voces.

• Es importante que las experiencias sean aceptadas, validadas, valoradas y creídas, incluso cuando desafían normas sociales.

• Los grupos de escuchadores de voces —espacios en que las personas se juntan para compartir experiencias sobre voces y visiones— pueden ser importantes a la hora de encontrar formas de hablar sobre cómo convivir con ellas.

• Familiares, amigos, aliados, académicos y profesionales también necesitan espacios para aprender sobre, y hablar de, las voces.

• No vivimos en una burbuja. Independientemente de su origen, las voces están relacionadas con nuestro mundo relacional, social, cultural, espiritual, histórico y político. Tener en cuenta las desigualdades, la soledad, la discriminación, el trauma y los problemas sociales es clave a la hora de apoyar a las personas que escuchan voces.

• Cuando las voces o visiones provocan malestar o confusión a la persona, debería permitírsele tener acceso a un apoyo basado en derechos, que le ayude a dar sentido y manejar sus experiencias.

• El acceso a una amplia cantidad de información de calidad puede ser empoderador.

La perspectiva Hearing Voices, por tanto, plantea un modelo alternativo que está siéndole útil a centenares de personas. Pero también propone otra manera de entender la salud mental en general, cuestionando que las disciplinas psi sean las únicas capaces de desarrollar herramientas y discursos.

Mad Pride: de Toronto al mundo

En Canadá, a mitad de la década de 1970, el proceso desinstitucionalizador de los centros psiquiátricos había dejado en la calle a muchas personas con sufrimiento psíquico que terminaron en el barrio de Parkdale, en la ciudad de Toronto. Se trataba de una zona de clase baja en la que vivían muchos exinternos debido a los bajos precios de las habitaciones. El primer Orgullo Loco del mundo se organizó en este barrio en el año 1993, con el nombre inicial de Psychiatric Survivor Pride Day (≪Dia del Orgullo del Superviviente de la Psiquiatria≫). La referencia al orgullo estaba recogida directamente del ≪orgullo gay≫, pero esto no significa que desde el principio hubiese una comprensión mutua o una colaboración entre ambos movimientos. Una de las organizadoras recuerda que algunos activistas locos no querían que acudiesen homosexuales a sus actividades, mientras que, a su vez, participantes en una marcha del Orgullo Gay recriminaron a los locos que no querían verlos colocando carteles en la manifestación[15].

A esta primera marcha acudieron un centenar de personas que empezaron el recorrido en Parkdale y lo finalizaron en un centro de salud mental cercano, donde se dejaron flores en uno de sus muros en memoria de las personas que habían muerto en instituciones psiquiátricas. Mas adelante, se descubrió que ese muro había sido construido un siglo antes por las propias personas internadas. La primera convocatoria tuvo seis objetivos[16]: 1) combatir el estigma, 2) que se considerara a los supervivientes de la psiquiatría como miembros activos de la sociedad, 3) visibilizar la experiencia en primera persona de los supervivientes, 4) unirse a otros grupos oprimidos para romper los prejuicios sociales (negras, indígenas, discapacitadas…), 5) establecer lazos con la comunidad para que existiera una integración de las personas con problemas de salud mental y 6) empoderar a aquellas excluidas de la sociedad por problemas psiquiátricos.

Es importante señalar que una buena parte de las personas que acudían a estas primeras marchas y encuentros eran de clase muy baja, algunas sin hogar, por lo que también había reparto de comida e intercambio de ropa. La exclusión social puede estar ligada al sufrimiento psíquico y a procesos de psiquiatrización. Por tanto, una cantidad significativa de vecinos de ese barrio podían sentirse identificados como ≪supervivientes de la psiquiatría≫.

En 2002, tras varios cambios de nombre, este evento se consolidó como Mad Pride. Si bien el modelo había nacido en Toronto, este término surgió por primera vez en 1999, en Londres, para dar nombre a un colectivo activista. Para entender el contexto en el que se funda este grupo en Inglaterra, hay que señalar que, durante los años noventa, hubo un incremento del miedo hacia las personas psiquiatrizadas al difundirse masivamente casos de asesinatos atribuidos a personas con esquizofrenia[17]. El más sonado sucedió en 1995, cuando un hombre llamado Jonathan Zito fue apuñalado por alguien diagnosticado de esquizofrenia en un parque y murió en el acto. Su mujer fundo Zito Trust, con el objetivo de endurecer el control sobre las personas con problemas de salud mental. A esta organización se sumaron también otras asociaciones, incluyendo SANE, una de las más grandes de Inglaterra en materia de salud mental. Su propuesta era la aprobación de la Orden de Tratamiento Obligatorio (CTO, por sus siglas en inglés), consistente en que pudiese acudirse a casa de los pacientes y obligarles a tomar la medicación bajo amenaza de internamiento.

Este tipo de campañas se basaban en lo anecdótico de unos pocos casos para establecer medidas que acabarían afectando a miles de personas. Al no tener en cuenta el aislamiento y el estigma que podían provocar, precisamente incrementaban (en lugar de disminuir) las probabilidades de que se diesen situaciones de agresividad. Por ello, una serie de organizaciones empezaron a movilizarse y a negociar con el Gobierno para evitar la implementación del CTO. Sin embargo, la oposición más importante a su puesta en práctica llego de mano de los activistas en primera persona, organizados en un colectivo llamado Reclaim Bedlam[18]. Este convoco a doscientas personas que, disfrazadas, irrumpieron en las oficinas de sane, forzando a que esta organización cambiase de opinión respecto al CTO. Gracias a esta protesta consiguió retrasarse esta disposición hasta el 2007.

Vinculado a estas movilizaciones surgía el colectivo Mad Pride en 1999. Organizaban diferentes tipos de actividades, tales como conciertos o una vigilia en un puente (donde muchas personas se habían suicidado). Una de sus primeras actividades fue la publicación de un libro en el que se recopilaban testimonios personales acerca de la locura, el activismo y la sociedad[19]. No obstante, su iniciativa más reconocida eran performances como cortar el tráfico disfrazados con batas blancas o pasear con una jeringuilla gigante. En el 2000, organizaron el primer Mad Pride Day en Inglaterra, con una marcha lúdica, eslóganes irónicos y ≪Bed Push≫ (la escenificación de una cama de un psiquiátrico con alguien atado, que empujaban por la calle). El Mad Pride en este país tuvo un trasfondo libertario desde el inicio. En su primer logo, la ≪A≫ de la palabra Mad era el tradicional símbolo anarquista: la vocal en mayúscula y circulada. A partir de estas dos experiencias, la de Toronto y la de Londres, empezó a extenderse a otras ciudades.

El Orgullo Loco nace con la intención de luchar contra el estigma, pero de un modo muy particular. Por un lado, expone su condición social de un modo contrario al esperado. Se supone de los colectivos oprimidos una tendencia al victimismo, al sentimiento de culpa y a pedir permiso para ser aceptados. Esto fue cambiando a medida que empezaron a aparecer en escena diferentes sujetos políticos que se reivindicaban con orgullo: obreros, mujeres, personas LGTB+, personas racializadas, etc. Si bien las personas locas ya se habían reivindicado en anteriores ocasiones, el orgullo loco nació con la conciencia explicita de ser un sujeto político, situado en una maraña de ejercicios de poder. De este modo, la lucha contra el estigma paso de tratar de cambiar ciertos prejuicios a una reivindicación de la locura como subjetividad radical opuesta a la subjetividad normativa. Utilizar la palabra ≪orgullo≫ permite clarificar cual es la disposición emocional, antes de que se le achaquen otras emociones que deriven hacia una visión paternalista.

Además, el orgullo loco supone tomar la iniciativa. En vez de esperar a que grandes asociaciones hagan campanas o que partidos políticos lleven a cabo iniciativas en contra del estigma, el orgullo loco propone marcar el ritmo. No se trata tanto de hacer desaparecer una injusticia como de hacer aparecer una forma legítima de entender la experiencia de la locura.

Por último, creo que el orgullo loco también está muy presente en una de las batallas más importantes del activismo en salud mental: la batalla por el lenguaje. En el apartado anterior, hemos hablado de tres estrategias a la hora de disputar el lenguaje: inclusión, sustitución y resignificación. El orgullo loco estaría utilizando esta última. Desde esta perspectiva, ≪locura≫ o ≪loco/a≫ pasan a ser palabras que contienen distintos significados y cumplen funciones diferentes a las habituales.

Activismo en primera persona en España y Chile

El activismo en primera persona en estos países tiene un recorrido que empieza hace relativamente poco tiempo, por lo que está todavía en proceso de evolución. Esto supone que muchos colectivos aparecen, otros desaparecen, algunos discursos cobran protagonismo, mientras que otros permanecen en un segundo plano, y todo esto sucede al mismo tiempo que escribo estas líneas. Es posible que haya iniciativas descritas en este libro que quizás hayan dejado de existir en el momento de su publicación, o que hayan nacido experiencias de gran importancia que no ha dado tiempo de incluir en el.

Lógicamente, no voy a reivindicar este relato como el único valido, ni pienso ni quiero que lo sea. Soy consciente de que existen muchos colectivos y experiencias que evolucionaron de forma paralela al hilo de los acontecimientos que narro, y que no se muestran con la complejidad que merecen. Esto se debe a que he tenido que seleccionar, por cuestiones de tiempo y espacio, aquellas iniciativas que me han parecido más interesantes o importantes de manera subjetiva. Otras personas resaltarían otros elementos y les invito a hacerlo. Sea como fuere, he construido el relato basándome en las fuentes a las que he tenido acceso, y he decidido incidir en lo que he conocido directamente de sus protagonistas.

Activismo en primera persona en España

Podríamos señalar al ya mencionado colectivo Psiquiatrizados en Lucha como el precursor del activismo en primera persona. Sin embargo, se trata de una experiencia aislada, puntual y lejana en el tiempo respecto al ciclo del que hablamos. Para empezar a hablar propiamente del activismo como lo conocemos hoy en dia, tendríamos que retrotraernos al año 2000. Paralelamente a El rayo que no cesa, aparece el fanzine Enajenadxs, en el entorno del movimiento anarquista, que en esa época estaba atravesado por el insurreccionalismo[20]. Para entender el contexto, varios testimonios nos describen como era plantearse cuestiones de salud mental en el ámbito libertario de aquel momento. Estos tres párrafos corresponden a una entrevista conjunta a dos personas que participaron en aquel movimiento:

Ahí se inserta esta rabia. A mí me han diagnosticado, me han jodido la vida, me han medicado, no me acuerdo de no sé cuántos meses de mi vida, encima se supone que soy culpable de ello y esto es una puta mierda todo. Yo siempre cuento lo mismo del turismo sexual. Es la lógica con la que yo escribía y publicaba. Recuerdo sentirme supermal, llegar a casa, coger el periódico y leer una noticia sobre los datos del turismo sexual en España. Gente que va a follarse a niños y niñas fuera. Y entonces pensar: «De mí, mis padres se avergüenzan, no quieren que nadie se entere de

que he estado en el hospital y posiblemente en la calle donde vivo hay alguien que se va a ir a Tailandia y no hacéis nada, cabrones». El rollo de pegar fuego al mundo, de sois unos caraduras todos, sois unos impresentables. Y en esa crítica a la sociedad se incorporó el tema de la psiquiatría. De hecho, recuerdo que había varias publicaciones en Madrid que básicamente recogían acciones (contra ETT, inmobiliarias, bancos, multinacionales…) y empezó a haber cosas de salud mental. Empezó a haber pintadas, rupturas, daños vandálicos en centros de salud mental…

El hecho de que perteneciéramos al movimiento libertario, que cuestiona cualquier autoridad, cualquier creencia, que parece que lo cuestiona todo, favoreció mucho el que no hubiera estigma. Hablar de «respeto» y «apoyo» ya formaba parte de otros ámbitos. Entonces no era raro.

Ahora hablas de «apoyo mutuo» y tienes que explicarle a la gente qué es. En lo macro funcionaba, pero en lo micro la gente seguía sin entenderte. Hubo un grupo de personas que me sentaron y me dijeron: «Si esto se te va de las manos e ingresas, ¿querrías que te sacáramos?». A nivel acción. Preguntarte cómo es la seguridad en psiquiatría, cómo crees que podría hacerse, cuántas personas harían falta, en cuántos días… y eso estaba pensado. Ahora dices: «Menuda ida de olla, no habría salido bien, habríamos acabado todos en comisaría» (risas). Estamos hablando de gente que iba a arriesgar su libertad por sacarte. No hizo falta, pero me parece flipante que haya gente que se planteara quebrantar abiertamente la legalidad para eso. Eso te da mucha paz.

Si no hubiésemos estado en el movimiento libertario no estaríamos aquí. Yo, muerta o en casa de mis padres, en ese círculo de entras, sales, entras, sales. Porque en el momento en que me fui de casa y encontré un entorno que me acogió… en el movimiento libertario tuve apoyo, tuve respeto, cuando yo planteaba que no quería tomar la medicación, no se me planteaba: «Lo que tienes que hacer es tomarte la medicación». Toda esa gente que está sola, que no tiene entorno, que no la respetan…

 Cuando he estado muy mal no me ha faltado una casa nunca, ni pasta. La gente me ha dicho: «No te puedo ayudar, pero si necesitas pagar un alquiler o si necesitas comer, o si crees que alguien puede ayudarte… la pasta se saca». Y, para eso, lo siento, los anarquistas han sido la hostia. Esto yo creo que nos dio tiempo, o respiro, para seguir aguantando más años, hasta estar cada vez un poco mejor y tener más conocimientos.

Por tanto, el movimiento anarquista de aquella época proporcionó un terreno fértil, más o menos firme, a partir del cual poder reflexionar. Esta reflexión se llevaba a cabo desde una perspectiva que se posicionaba en contra del autoritarismo y estaba muy atenta a las cuestiones relacionadas con el poder. Frente al saber de las disciplinas psi, el anarquismo hacia posible el atreverse a pensar en otras formas de entender la salud mental. Pudo traducirse en saberes propios que permitiesen reapropiarse del malestar y autogestionarlo. Pero, además, la corriente insurreccionalista fue de gran importancia por cuestiones emocionales. Ofrecía un relato según el cual actuar en minoría era deseable, no era necesario esperar a sumar un movimiento de miles de personas. Esto permitió que unas pocas personas, todavía sin alianzas, se atrevieran a desafiar a toda una institución.

Como decíamos, en este contexto aparece Enajenadxs. En palabras de su autor:

Surge, si no recuerdo mal, de una reunión en una parte del Manzanares que ya no existe, que ahora es Madrid Río. Nos juntamos un montón de gente libertaria y hubo una propuesta de elaborar materiales con los conocimientos propios que tuviéramos y hacerlos accesibles como contraposición al saber especializado de los títulos universitarios. Se habló de otra manera de gestionar el saber. Por ejemplo, salió un fanzine monográfico sobre el tema de la especulación inmobiliaria. No recuerdo qué otras cosas se publicaron; recuerdo que yo dije que me acababan de diagnosticar y que estaba leyendo un montón sobre eso. Propuse juntar cosas y sacar el fanzine. Es decir, reconocer que no hace falta ser periodista ni estudiante, porque algo que te afecta en tu día a día te genera un saber, y ese saber lo socializas. Entonces, yo, que soy muy terco, empecé, y creo que la gente sacó alguna cosa y lo dejó, pero yo seguí sacando fanzines como churros.

El primero sería a comienzos del 2000 y a mediados del 2002 ya había seis números. Y hubo once. El último fue una peli, Bicho de siete cabezas[21],27 con un texto, una carta a nuestros padres. En 2005, se acabó el proyecto.

Era una época diferente, el mundo del fanzine no era tan de «artisteo» como ahora. No teníamos páginas web y los hacíamos. Si tú ibas a Tirso de Molina, en Madrid, había mesas con fanzines. Empezó siendo una cosa superpequeña, pero luego la gente los fotocopiaba, entonces estaba básicamente en todas las distris[22] alternativas del Estado. Tampoco tiene mucha calidad en muchas cosas, porque era muy juvenil y muy amateur, pero hubo un momento en que la gente empezó a hacer copias. Y, a partir del número seis, ya se sacaban mil copias por nuestra parte, más luego lo que se fotocopiaba… No podría calcular cuánto se vendía. Se movía mucho material. Lo importante de esto es que había un interés de la hostia, pero seguía sin hablarse de ello. Sacabas un Enajenadxs y las copias volaban, la gente quería leer sobre salud mental. Luego, yo estaba jodido de la cabeza y lo mismo juntaba una traducción de un artículo sobre el Prozac que me ponía a desbarrar, hacía poesías y escribía en modo automático. Con el tiempo, me ha dado bastante vergüenza, pero había una rabia ahí que a otra gente le hizo conectar.

Posiblemente, esta forma de conectar a través de lo emocional fue lo más característico de Enajenadxs. Su intención no era la de transmitir una crítica formal o estructurada hacia el campo de salud mental. Antes bien, se trataba de una persona que expresó en esta publicación las reflexiones que le surgían a medida que se le iba revelando su experiencia en este terreno en toda su crudeza. Mucha gente conectó con la rabia producida por este proceso de descubrimiento, posiblemente porque estaban pasando por circunstancias de desvelamiento parecidas. Se llego a crear una página web en la que podían descargarse todos los números de Enajenadxs, pero fue cerrada por la abrumadora cantidad de personas que contactaban con problemáticas de todo tipo.

Cada número era diferente del anterior. Así, podemos encontrar una amplia diversidad de formatos, ensamblados como un collage. Había textos que versaban directamente sobre salud mental y otros que no, pero que se conectaban de algún modo. También fue importante el aspecto estético de la publicación, en la que se ampliaba la restringida variedad de imágenes de los fanzines de la época y se incluían comics intervenidos al estilo situacionista. Podría decirse que se trataba de una estética diy irónica, cargada de rabia e inteligencia. Al no disponer de una teoría que aprender, leerlo no suponía el compromiso que implicaba leer reflexiones más ordenadas y sistemáticas. En definitiva, no es posible atribuir una teoría coherente o una metodología concreta a Enajenadxs, pero lo cierto es que mucha gente se sintio interpelada al leerlo.

Una vez finalizado el proyecto, varias personas con una visión similar acerca de la salud mental intentaron coincidir. Empiezan así a colaborar con Josep Alfons Arnau, Jau, de El rayo que no cesa. Su figura es importante, puesto que hizo de hilo conductor entre los psiquiatras que venían de las luchas antipsiquiátricas y esta nueva generación de activistas del ámbito libertario[23]. Comenzaron entonces a montar charlas y debates. Una de ellas fue impartida por una de las caras más conocidas del movimiento antipsiquiátrico: Guillermo Rendueles, que una de las personas involucradas en aquel momento recuerda como especialmente relevante:

Hay una charla en Magdalena[24], en 2005, que a mí me hace la cabeza crack, cuando él [Guillermo Rendueles] hace una introducción a los psicofármacos: de dónde vienen, la serendipia, que no tienen un efecto específico… cosas que ya habíamos leído. Pero lo dice, y gente psiquiatrizada que había acudido a la charla empieza a hacer preguntas. Y, en un momento dado, empezamos a contestarnos entre nosotros. Entonces él dijo: «Vosotros sois los que de verdad sabéis sobre esto, vosotros sois los expertos». Se creó un clima alucinante, como: «Ah, ¿entonces a ti la Zyprexa te provocó esto? ¿Y qué tal te fue el Risperdal? ¿Y cuánto necesitas?».

Ahí pensé: «Hay que hacer otra cosa».

Entonces empezamos a preparar protocolos para ingresos en urgencias: poner cosas en común sobre ir acompañado, vestirte bien, no pronunciar la palabra «suicidio» si no crees que te vas a suicidar… Es decir: ir con un objetivo y salir. Esos momentos de compartir eran casi como conspirar para que no nos hicieran daño [en los ingresos]. Había una sensación continua de peligro, de oscuridad y yo no sabía qué hacer. Entonces, cuando venían Jau o Guillermo Rendueles era como… alguien con quien podía hablar, que no me atacaba, que no me juzgaba, que realmente echaba una mano de verdad.

En 2006, surge la asamblea Psiquiatrizadxs en Lucha y Compañerxs (PEL) en Barcelona. Esta recogerá el nombre del colectivo nacido en 1977 en el Hospital de Dia dirigido por González Duro. Poco después, se crea otra PEL en Granada, que es la que más perdurará, mientras que al poco tiempo se disuelve la de Barcelona. La actividad desarrollada por estos colectivos tuvo dos capas de visibilidad: una hacía el exterior, que consistía en charlas, debates y publicaciones sobre diferentes temas relacionados con la salud mental[25]; y otra invisible, a través de una red informal de apoyo y cuidados que empezó a darse tanto entre los propios activistas como hacia otras personas de los movimientos sociales que lo necesitaban. Basándose en sus propias experiencias, consiguieron evitar ingresos y apoyar a personas que, de otro modo, podrían haber acabado peor.

Pusieron sobre la mesa planteamientos que en aquel momento no estaban presentes y empezaron a experimentar con ellos. Por ejemplo, difundieron un texto breve en el que se daban consejos acerca de cómo conseguir lo que necesitabas del sistema de salud mental, sin salir perjudicado. Muchos habían tenido la experiencia de mostrarse sinceros con el profesional y salir con mayores dosis de medicación o acabar en un ingreso involuntario. En este texto, se recomendaba acudir en compañía a las consultas, cuidar la estética para evitar prejuicios, no hablar de pensamientos de suicidio para evitar ingresos, ir con una idea previa de lo que se quería conseguir (p. ej. receta de medicación), así como aspectos legales sobre el internamiento[26]. Más allá del contenido y de los consejos concretos, lo cierto es que esta estrategia suponía un cambio en la relación entre el individuo con sufrimiento psíquico y el sistema de salud mental. Implícitamente, se daba el mensaje de que la persona sabe mejor que el profesional lo que necesita y propone una estrategia para conseguirlo sin salir perjudicado. Este planteamiento, en sí mismo, cambiaba la perspectiva de quien lo utilizaba, facilitándole cierta autogestión del malestar.

La PEL tuvo cierta influencia sobre el ámbito libertario. Su propuesta iba más allá de la antipsiquiatría, que en aquel momento era la única referencia importante de crítica en el ámbito de la salud mental. Planteo cuestiones de apoyo mutuo en términos muy reales y en situaciones que, a veces, podían resultar muy complicadas de manejar. Supuso un jarro de agua fría para ciertos discursos altisonantes y que hablaban del apoyo mutuo como si fuese algo sencillo de llevar a cabo. Además, obligó a afinar el clásico discurso anarquista de abolir las instituciones, ya que, a pesar de estar de acuerdo en cuanto a la meta, señalaba también que, al menos en salud mental, la realidad inmediata requería hacer uso de ellas.

Desde mi punto de vista, también aportaron una determinada manera de entender la noción de ≪vida≫. El uso de las instituciones planteaba la necesidad de crear estrategias de supervivencia. No tanto en el sentido de no morir (que también), sino en el sentido de que una vida vivible requería desarrollar el potencial de las personas. Para el anarquismo de aquella época, perder la vida era perder la libertad de elegir la vida. Supervivencia era evitar caer en las redes de la institución, de las que no se sabe cuándo se sale. Gran parte de los aportes de esta época están impulsados por ese deseo de mantener una vida digna y por el horror a estar bajo control.

Una vez extinta la experiencia de la PEL, durante unos años no se consiguió consolidar ninguna iniciativa semejante. En el 2010, personas que habían estado involucradas en todos estos acontecimientos hablan con Enrique Gonzáles Duro y le escuchan hablar de los grupos de apoyo mutuo. Esto les lleva a investigar y a conocer la experiencia de Hearing Voices y a acudir al congreso internacional de 2010 en Nottingham (Inglaterra). A la vuelta, empiezan a difundir material sobre la perspectiva de esta organización en la página web Primera Vocal[27], creada ese mismo año y que empieza a tener cada vez más visibilidad. Además, crean un GAM con una metodología que fomentaba la horizontalidad.

Empezamos a quedar en Vallecas compañeras y compañeros que veníamos de los movimientos sociales, con problemas de salud mental y con las que ya había una cierta red informal, mediante la que nos ayudábamos y compartíamos cosas. Montamos un grupo siguiendo unas normas, siguiendo unos rudimentos muy básicos. Para mí, es el primer GAM que conozco de horizontalidad plena (lo cual no quiere decir que no existieran otros, pero yo no tenía constancia de ello)… que también tuvo una praxis política paralela, los acompañamientos ya no me los como yo solo, sino que el mismo grupo gestiona las demandas de ayuda que nos llegan. […] Cosas que luego he descubierto que existen como herramientas formales y que están desarrolladas, nosotros las hacíamos intuitivamente. Teníamos pactos de cuidado, por los cuales todos teníamos un papel en nuestra casa —que, además, nuestros compañeros, parejas o compañeros de piso tenían que saber dónde estaba— con necesidades propias y necesidades de otros. Por ejemplo, los que trabajábamos, en el caso de que estuviéramos mal, teníamos un colega médico al que llamar para intentar presentar un papel de haber estado en urgencias, o buscar la baja. Allí se recogía si había que llamar a un familiar o no había que llamar a nadie. En el caso de que necesitaras la medicación, cuál era la posología. En el caso de que estuvieras muy nervioso, hasta qué punto podía gestionarse la situación. Y concluimos que el solo hecho de tener esos pactos alejaba las situaciones de crisis.

Fue una experiencia muy chula. Lo que pasa es que ahora, mirando hacia atrás, todos teníamos experiencia política. Sentarnos a hablar era muy fácil en comparación con las cosas que he vivido después.

Hasta este momento, todo lo surgido quedaba en un reducido circulo de personas. A partir de 2010, surgen iniciativas en diferentes lugares de la península[28]. Todas ellas tenían en común el énfasis en el discurso en primera persona. También se fueron sumando a esta orbita algunos profesionales con una perspectiva critica. Varias personas empezaron a coincidir en diferentes charlas y actividades, compartiendo experiencias. En cierta manera, puede considerarse que se fue generando un espacio en el que se intercambiaban ideas, contactos, materiales y herramientas. Esta posibilidad permitió que se fuera creando una base sobre la cual podía construirse un discurso más o menos común y una instancia que lo respaldaba.

Este proceso de aglutinamiento llego a su cima en el año 2015, cuando, desde la red Intervoice[29], se preguntó a varios activistas sobre la posibilidad de realizar el séptimo congreso internacional Hearing Voices en España, a lo que contestaron que sí. Este encuentro fue de máxima importancia, puesto que supuso un antes y un después para el activismo en salud mental en el Estado español. Para organizar el congreso se formó el colectivo Entrevoces y sus miembros decidieron llevarlo a cabo en Alcalá de Henares (Madrid). Las ponencias y talleres versaron sobre diferentes temáticas, tales como la escucha de voces, la industria farmacéutica, crisis económica y salud mental, el suicidio, etc. Acudieron más de cuatrocientas personas; tuvo más asistencia que otros congresos oficiales que se habían celebrado en España organizados por profesionales. La mayoría de las ponencias y talleres se pueden ver y escuchar en su página web[30].

En unas declaraciones previas al congreso, señalaban una clara línea que diferencia sus planteamientos de las propuestas habituales en salud mental:

Recibimos con los brazos abiertos a todos los profesionales interesados en Hearing Voices, pero queremos advertirles que no van a encontrar en sus postulados y dinámicas una actividad más que llevar a cabo con sus pacientes, sino una manera distinta de pensar la llamada «psicopatología » y su relación con la propia vida de los individuos[31].

El congreso Entrevoces fue importante por varias razones. Para muchas personas supuso encontrar nuevas herramientas y discursos que validaron la sensación difusa de que ≪algo está mal≫. En el campo de la salud mental es poco frecuente que surjan iniciativas colectivas, menos aun con personas con sufrimiento psíquico involucradas y, todavía menos, desde posicionamientos críticos. Por estos motivos, hay que tener en cuenta lo que supuso que se organizase un congreso sobre salud mental no impulsado por asociaciones de profesionales ni por instituciones académicas, en cuyos eventos sencillamente se reproducen los saberes y practicas convencionales. La puesta en circulación de perspectivas críticas y propuestas alternativas implica la posibilidad de empezar a materializar un corpus sobre el cual construir. En otras palabras, Entrevoces importo referentes e inyecto motivación. Por ejemplo, en su seno surgió una de las propuestas que considero más importante: el colectivo FLIPAS GAM[32].

Una vez el congreso ya había finalizado y se habían subido a la web todas las ponencias y talleres en video, un grupo de personas que había formado parte de Entrevoces, y que quería seguir trabajando, formo el colectivo Locomún, integrado por diferentes personas y grupos repartidos por la geografía española. Uno de sus miembros comenta:

En noviembre de 2015 es el congreso. En enero tenemos una asamblea, en la cual estamos el grupo organizador del congreso (lo que viene a ser el colectivo Entrevoces) más todas las personas que colaboraron en tareas puntuales del mismo. Se decidió hacer un colectivo que ya no fuera específico del tema de voces, de Hearing Voices y todo eso… sino un colectivo político de salud mental con la idea de politizar el sufrimiento psíquico, darle una dimensión social. El eje en torno al cual gira todo lo que planteamos es que nos encontramos en un momento en el cual los problemas colectivos son intencionadamente presentados como problemas individuales. Por lo tanto, las soluciones que se dan a dichos problemas también son individuales y, por tanto, erradas.

Por una parte, trabajan para conseguir mejorar los derechos humanos en salud mental. Esto ha llevado a que inicien la campaña ≪#0contenciones≫, contra las contenciones mecánicas, para visibilizar esta problemática utilizando diferentes medios: página web[33], redes sociales, carteles, pegatinas, entrevistas en radio, charlas, etc. También se trabaja la parte jurídica, con el objetivo de conocer la legislación que regula las contenciones y tenerla en cuenta a la hora de generar propuestas y reflexiones. Una de las principales reivindicaciones de esta campaña es la de que se monitoricen las contenciones que se realizan, que sean contabilizadas y, por tanto, tenga que justificarse por que se aplica cada una de ellas. La experiencia señala que esta medida, cuando se implementa, reduce enormemente la cantidad de contenciones. La campana ≪#0contenciones≫ está teniendo cierto impacto más allá de los círculos activistas, principalmente en sectores de personas psiquiatrizadas y de profesionales que tienen un punto de vista crítico.

Una de las propuestas de esta campaña es la recopilación de testimonios de personas que cuentan su experiencia relacionada con esta práctica. En la línea de construir una voz propia, esta iniciativa trata de contrarrestar el discurso profesional, que se reduce a un lenguaje técnico, que remite a los protocolos como si fuesen inapelables y es indiferente a la experiencia subjetiva de las personas que han sido atadas a la cama. Revalorizando de este modo los testimonios personales, se centra la atención precisamente en esta experiencia subjetiva y se propone una forma de entender la salud mental que sitúe a la persona en el centro.

Desde la campaña, se señala que las contenciones mecánicas son un fracaso terapéutico, un ejercicio de poder que refleja las limitaciones del sistema de salud mental. En este sentido, la campana pone sobre la mesa un debate más amplio sobre la ≪cultura de la coerción≫. Este término hace referencia a un conjunto de usos que tienen como objetivo limitar de forma más o menos violenta la libertad de la persona: contenciones mecánicas, manipulación, aislamiento, castigos, etc. Estas suponen una concentración del poder de los profesionales (y, a veces, de los familiares), que refleja la cara más cruda del campo de la salud mental. Si las contenciones desaparecen, cabe esperar una concatenación de cambios relacionados con cubrir ese vacío y la posterior puesta en duda del resto de prácticas coercitivas.

La cultura de la coerción se mantiene, porque se ha producido una naturalización. Es decir, para la mayor parte de los profesionales la coerción simplemente existe y debe ser aplicada. No se tiene en cuenta que forma parte de una determinada manera de entender la salud mental, consecuencia de una serie de normas que cumplir y que acarrea daños para las personas sobre las cuales se ejerce. La cultura de la coerción es la que permite que un profesional no vea contradicción en haber atado a una persona a la cama durante veinte horas, cuando el resto de individuos lo considerarían una barbaridad. Por otro lado, la coerción no siempre tiene lugar de manera explícita, pero es habitual que las personas psiquiatrizadas señalen que está presente. No esta, pero puede aparecer en cualquier momento, y eso también coarta. Por tanto, al proponer el final de las contenciones se está atacando una parte importante de la cultura de la coerción. Si las contenciones desaparecen, cabe esperar una concatenación de cambios relacionados con cubrir ese vacío.

Volviendo al colectivo Locomún, además de la campaña ≪#0contenciones≫, también han realizado algunas acciones puntuales. Una de ellas tuvo lugar en febrero de 2017 en un hospital de Madrid, con motivo de unas jornadas cuya temática eran los psicofármacos. En el texto que presentaba las jornadas, se señalaba que se buscaba un debate ≪sin fanatismos≫, al mismo tiempo que se criticaba la perspectiva Hearing Voices. En consecuencia, se repartieron panfletos en los que se cuestionaba en que bando estaba situado el fanatismo, el nulo interés en que se diese un debate real y el sesgo que tenían las jornadas al estar patrocinadas por la empresa farmacéutica Janssen[34]. Poco después, volvieron a repartirse folletos en un foro titulado ≪Prevenir el acoso escolar y fortalecer la convivencia≫. En ellos, se denunciaba la paradoja de que uno de los ponentes fuese el jefe del servicio de psiquiatría infanto-juvenil de un conocido hospital de Madrid en el que la práctica de las contenciones mecánicas es habitual. En el panfleto aparecía una foto realizada en dicho servicio, en la que se mostraban las correas que se utilizan[35].

Un eje de actuación importante de Locomún es el de la difusión de reflexiones y conocimientos. Para ello, la principal herramienta es la web Mad in America Hispanohablante. Esta se puso en funcionamiento después de que Robert Whitaker, periodista que investiga sobre la industria farmacéutica y director de la web Mad in America, ofreciera alojar de forma gratuita una web similar a la ya creada en Estados Unidos, pero en castellano. En esta puede accederse a textos con diferentes tipos de reflexiones, herramientas, entrevistas, experiencias personales y colectivas, o propuestas sobre salud mental desde el punto de vista del activismo.

Otro momento importante para el activismo en España sucede cuando en FLIPAS GAM surge la necesidad de conformar un GAM no mixto solamente para mujeres. Esta experiencia llevó también a la constitución de un colectivo de mujeres que replantean la salud mental desde el feminismo. El colectivo Inspiradas, en palabras de una de sus participantes:

Nace por una necesidad de otro tipo de cuidados, airear el espacio de activismo de agresiones o de situaciones de violencia que nos estaban resultando muy difíciles a algunas. Dinámicas que pueden ser dañinas, muchas de género y alguna otra que no tenía nada que ver. Pero pensábamos que el género era un factor importante que nos estaba haciendo sentir incómodas y, cuando lo verbalizábamos en el colectivo, no se atendía. Tiene su lógica.

Cuesta más verse en la posición de opresor que de oprimido, de que te tienes que revisar. Igual que yo, o sea yo que soy blanca, soy cis, soy hetero… Entonces estoy en una posición privilegiada. […] Pero aquí en el colectivo había muchísima resistencia entre los chicos a reconocer que ellos podían ser locos y además… como que con ser loco ya tengo bastante.

INSPIRADAS dedica buena parte de su labor a participar en jornadas, debates o actividades como el día del Orgullo Loco en Madrid. En estas intervenciones, ponen en la agenda del activismo en salud mental cuestiones relacionadas con el género y el feminismo. A la inversa, también tratan de situar en la agenda del movimiento feminista cuestiones relacionadas con la salud mental. Mas adelante, tendremos ocasión de extendernos un poco más en la experiencia de los colectivos que integran feminismo y activismo loco. Sin embargo, aquí me gustaría subrayar la importancia que tiene la aparición de este grupo para el activismo en salud mental. INSPIRADAS es el primer colectivo de salud mental solo de mujeres en España, sus planteamientos añaden un discurso más que necesario y que, hasta el momento, ha sido muy poco elaborado. Pese a que se trata de un grupo reducido en número, ha alcanzado bastante visibilidad debido a que su forma de vincular salud mental y feminismo ha despertado mucho interés, porque introduce perspectivas novedosas: las cuestiones de genero a la hora de cuidar o ser cuidada en procesos de sufrimiento psíquico, las formas en que el patriarcado puede afectar a estos procesos o la romantización de la mujer loca en películas o libros.

Por último, es importante destacar aquí también la celebración del día del Orgullo Loco en 2018, bajo el lema ≪El orgullo lo cura≫. Hay que destacar que la asociación Hierbabuena, de Asturias, llevaba convocando su propio orgullo loco desde el año 2010. No obstante, la importancia de la convocatoria de 2018 reside en que se realizó en el ámbito estatal. Basada en las marchas convocadas en otros países, y siguiendo la filosofía Mad Pride de darle la vuelta a un insulto para inutilizarlo, está organizada completamente por activistas en primera persona. Una buena parte de las ciudades del Estado español realizaron convocatorias con actividades de diferentes tipos: concentraciones, conciertos, tertulias, comidas o manifestaciones. En algunas de estas propuestas, podían observarse pancartas con lemas tales como: ≪Los ingresos involuntarios a mi cuenta corriente≫, ≪La locura no se cura con tortura≫, ≪La libertad es terapéutica≫, ≪Nada sobre nosotros sin nosotros≫, ≪Somos las nietas de las brujas que queréis medicalizar≫, ≪El capitalismo nos enferma≫ o ≪No queremos estar cuerdas, queremos romper las cuerdas≫.

Desde Enajenadxs hasta el Orgullo Loco, puede decirse que el surgimiento del activismo en primera persona en el Estado español está consolidándose en una amplia miríada de colectivos. Los discursos e ideas todavía están ensamblándose, pero ya se puede hablar de movimiento social como tal. Por otro lado, hay suficientes experiencias acumuladas que sirven como referentes a la hora de plantear estrategias. El discurso en primera persona no es nuevo, pero va estableciendo sus posicionamientos cada vez con mayor solidez, ampliando sus redes e incrementando su legitimidad. Por supuesto, todavía hay muchos debates pendientes y propuestas que requieren afinar la puntería. Sin embargo, más allá de sus discursos y practicas concretas, creo que la mera existencia de esta perspectiva es transformadora en sí misma.

Activismo en primera persona en Chile

Retomemos Chile donde lo habíamos dejado. Los años siguientes a las movilizaciones y debates que hemos comentado, y que finalizan con la disolución de la OCEP y el CEC, se traducen en la creación de otros colectivos relacionados con la contrapsicologia. Por ejemplo, la Catedra Libre Franco Basaglia organiza charlas, debates y encuentros para reflexionar desde un punto de vista crítico. En todo este movimiento, cobra mucha importancia la figura de Carlos Pérez Soto, profesor que ha dedicado varios escritos a cuestionar la psicología. También encontramos el Centro de Acción Critica en Salud Mental que, recientemente y de forma muy significativa, se cambió el nombre a Centro de Estudios Locos. Esta modificación es relevante porque, conforme va pasando el tiempo, este colectivo empieza a sentir la necesidad de incluir a las personas sobre las que habla, las personas psiquiatrizadas. El desarrollo natural de este requisito llevo a la creación del colectivo Autogestión Libre-Mente, que marcaría un antes y un después en el activismo en salud mental en Chile.

Autogestión Libre-Mente reúne a personas locas y a algunos psicólogos críticos con el modelo tradicional en salud mental. Arranca su andadura en el año 2013, dándose a conocer en 2014 y siendo sus primeras actividades encuentros para personas con sufrimiento psíquico[36]. En estos se hablaba sobre diferentes temáticas, se intentaba establecer una red y se compartían experiencias en primera persona. La palabra ≪autogestión≫ no figura en el nombre del colectivo porque si, sino porque refleja su modo de funcionamiento. Uno de sus miembros reflexiona sobre este punto:

Le ha otorgado una dificultad enriquecedora la autogestión. Porque sin duda es un desafío hacer las cosas sin recursos monetarios. Pero, al mismo tiempo, los réditos que da eso: en que hay que ser creativo, hay que ser solidario, hay que ser compasivo, hay que ser comunitario, hay que ser humano… En fin, un montón de cosas que lleva el proceso de autogestión. Los resultados que eso da son enormes. El sabor que tiene la autogestión, el empoderamiento, yo lo encuentro mucho más sabroso que decir: «Tengo todos estos millones, voy a hacer esto y voy a medir estos resultados». No sé si conscientemente, pero sí [está] internalizado el concepto de que la lucha hay que darla en la calle. Desde lo social y desde abajo. Y digo «abajo» en el sentido de que somos los que sostenemos lo de arriba, no en el sentido de superioridad e inferioridad. Es decir, si los de abajo nos movemos, los de arriba se caen. Desde lo que hay, con lo que hay, con las contradicciones que tenemos.

En 2015, Autogestión Libre-Mente salta al activismo propiamente dicho al sumarse a dos convocatorias que se realizaban simultáneamente en varios países: el Dia Mundial contra el Electroshock y el Orgullo Loco.

El Dia Mundial contra el Electroshock tiene tres protagonistas: Ted Chabasinski[37] (Estados Unidos), Mary Maddock[38] (Irlanda) y Deborah Schwartzkopff[39] (Estados Unidos), que, en diferentes circunstancias, recibieron sesiones de TEC que les dejaron secuelas para toda la vida y les hicieron convertirse en activistas en salud mental. Los tres coordinaron un día de protesta internacional contra la TEC el 16 de mayo del 2015, meses antes de la muerte de Leonard Roy Frank[40]. En Santiago de Chile, el colectivo Autogestión Libre-Mente se sumó a la convocatoria con una concentración a las puertas del Instituto Psiquiátrico José Horwitz Barak, la anteriormente conocida como ≪Casa de Orates≫. Seguirán con la tradición organizando dos actos de protesta contra la TEC cada año, en las puertas de aquellos establecimientos donde se practica.

Sobre esta colaboración internacional, la misma persona del colectivo comenta:

Es importante pensarnos sin límites de fronteras políticas o económicas. Reconocernos desde los diferentes lugares donde estemos, conocernos y colaborar. Porque así funcionan las instituciones, funcionan en red. […] Exportan y nosotros tenemos que exportar también. Como poder contrahegemónico tenemos que funcionar así. Si en España están haciendo algo y podemos colaborarnos, ¡colaborémonos! La primera marcha contra el electroshock la hicimos por una iniciativa de Estados Unidos […]. Un grupo allá armó la primera manifestación contra esto y nosotros nos adherimos. Así partió. Colaborarnos mutuamente es una receta que siempre da resultados. Eso es importante, pensarse sin límites de fronteras.

El otro evento que empieza a rodar ese mismo año es el día del Orgullo Loco. En el texto que acompaña la convocatoria destacan la disputa por el lenguaje que hemos comentado con anterioridad:

La palabra «locura» denota nuestra experiencia. Con ella nos identificamos, aunque algunos la usen para ofendernos. Lejos de lograrlo, nos reconocen como lo que somos. Estamos orgullosos de haber resistido el maltrato que nos han dado desde la superioridad en número y en brutalidad. Si otros movimientos, como el de las mujeres, el de los negros y el de las personas homosexuales, han podido sobreponerse a la ignorancia y a la desacreditación, el nuestro también se levantará para reclamar nuestro derecho a ser lo que somos: «locos» y «locas».

El «orgullo loco» es una emoción que nos permite celebrar nuestra cultura. Lo hacemos con este festival y con la construcción de nuestro movimiento. Los nuestros son actos políticos necesarios para identificarnos y recuperar el lenguaje. Aprendemos de nuestra historia y rendimos homenaje a los compañeros que han padecido encierro, inmovilización, manipulaciones involuntarias, tortura y muerte. Desafiamos la discriminación, afirmamos nuestras identidades y fortalecemos nuestras comunidades. Enfrentamos la resistencia de una parte de la sociedad y la violencia de los dispositivos de salud mental. Tenemos consciencia de nuestros derechos y queremos contribuir a que otros también la tengan. Contamos con que muchos hombres y muchas mujeres, lejos de haberse estancado, siguen jóvenes, tengan la edad que tengan, porque quieren aprender y colaborar a que este sea un mundo mejor.

De Autogestión Libre-Mente han surgido otras iniciativas vinculadas entre sí que han convertido al colectivo casi en una especie de plataforma de propuestas y grupos. Un ejemplo es el colectivo No es lo mismo ser loca que loco. Este nace por la necesidad de unir reflexiones acerca del patriarcado y la locura, al darse cuenta las mujeres del grupo de que sufrían situaciones por las que los hombres no tenían que pasar. Por un lado, son partidarias de que el movimiento feminista considere a la psiquiatría parte integrante del sistema patriarcal. Por el otro, intentan que el activismo en salud mental tenga en cuenta las cuestiones planteadas por el feminismo. En su manifiesto ≪Locura feminista≫, podemos leer:

Luchamos por despatologizar las respuestas de las mujeres hacia el trauma y la opresión, apoyándonos sobre todo en el feminismo, corriente que nos ha dado la claridad para comprender que tantos de nuestros malestares subjetivos y objetivos tienen como trasfondo causas culturales y sociales completamente removibles y no desequilibrios bioquímicos o falta de litio. Luchamos por acabar con esas causas, a la vez que le extendemos la invitación a todos aquellos grupos de feministas a que nos acompañen en nuestra denuncia de la Psiquiatría y sus prácticas que buscan acallar nuestras diferencias y adaptarnos a este sistema: dopando nuestros malestares y medicalizando nuestras legítimas indignaciones[41].

El colectivo empezó cuando las mujeres de Autogestión Libre-Mente trataron de incluir cuestiones de género y feminismo en el grupo. Ante la resistencia de algunos miembros, decidieron crear un colectivo propio y especifico. Comenzaron a reunirse en octubre de 2016 y lanzaron su primer comunicado el 8 de marzo del año siguiente. Del mismo modo que el colectivo Inspiradas, la influencia que tratan de ejercer va en dos direcciones: por un lado llevan al activismo loco las cuestiones planteadas por el feminismo y, por otro, llevan al movimiento feminista las cuestiones planteadas por el activismo loco. Ellas encarnan ambas perspectivas, fortaleciendo mutuamente las lecturas acerca del patriarcado y la psiquiatría.

Las estrategias que utilizan para difundir el llamado ≪feminismo loco≫ son diversas. Por ejemplo, en las manifestaciones a las que acuden llevan pancartas con lemas tales como ≪Las locas abortamos a la psiquiatría y al Estado≫ o el lema que da nombre al colectivo. Además, organizan charlas, debates y talleres para difundir sus puntos de vista. Una acción que tuvo mucha repercusión fue un 8 de marzo, cuando aparecieron con pasamontañas morados en las puertas del Hospital Psiquiátrico José Horwitz Barak con una pancarta que rezaba: ≪Psiquiatría brazo armado del patriarcado≫, prendiéndole fuego a un muñeco disfrazado con una bata blanca. En el comunicado, podía leerse una denuncia de las condiciones en los centros psiquiátricos, especialmente duras para las mujeres, a la vez que se señalaba a un funcionario que había abusado sexualmente de una paciente[42]. Se trató de una acción en la que se utilizó una estética militante y combativa que resulta significativa, porque las activistas estaban elevando sus reivindicaciones mediante herramientas que hace años nadie habría relacionado ni remotamente con el campo de la salud mental.

Otro frente de Autogestión Libre-Mente es la campana ≪Por una niñez libre de drogas psiquiátricas≫. Para entender el contexto de la problemática de la medicalización de la infancia en Chile, deben observarse principalmente dos instituciones: el Servicio Nacional de Protección del Menor (SENAME) y la escuela. El SENAME es una institución que tutela a dos tipos de criaturas: aquellas que han delinquido y otras que han nacido en lo que tópicamente se denomina como ≪familias desestructuradas≫. Recientemente, un caso de violencia en uno de sus centros visibilizo sus condiciones[43], desatando una ola de indignación y una investigación que desvelaba como, en unos pocos años, habían muerto más de mil niños bajo responsabilidad del SENAME[44].50 En estos centros, el maltrato y la medicalización excesiva están a la orden del día. Sin embargo, las protestas que se han llevado a cabo se han dirigido a pedir un incremento del presupuesto para estos centros, lo que podría traducirse en una mejora de la calidad de vida, pero también en un aumento de la medicalización y en una consolidación de las lógicas de esta institución. Teniendo en cuenta que esta campaña se realiza desde un punto de vista crítico con la medicación, se apoyan las reivindicaciones, pero con matices. Una de las personas involucradas nos señala en que consiste este apoyo:

Vamos a marchas cuando se ha marchado por los niños del SENAME, tenemos nuestro lienzo que dice «Las drogas psiquiátricas matan niños en el SENAME», porque entendemos que no es por el déficit de psicofármacos ni de psiquiatría por lo que se mueren los niños, sino precisamente porque existen.

Cuesta poner este punto de vista, porque, claro, en el sentido común está eso de que mientras más profesionales [haya] mejor va a ser la atención, mejor va a ser el tratamiento, mejor va a ser el pronóstico. Y la evidencia estadística, empírica, dice todo lo contrario. El caso de Lissette Villa viene a ser una expresión de esto. Han tratado de hacer ver este caso como la oportunidad de que la opinión pública pida más: más fármacos, más modelo biomédico, más psiquiatras dentro de los centros… Ahí se ve también el aprovechamiento de los medios, el aprovechamiento político y económico que existe con el tema. Nosotros denunciamos el hecho de que los centros del SENAME estén externalizados de la gestión del Estado. El Estado entrega subvenciones a particulares privados que administran estos centros. Denunciamos que hay toda una maquinaria de lucro, de aprovechamiento económico de la realidad del niño cuya única condición es que son niñas y niños pobres, y muchas veces han tenido que delinquir para poder sobrevivir.

Sin embargo, la medicalización no solamente se ceba con las criaturas que son consideradas problemáticas por parte de las autoridades. También se dan grandes niveles de medicalización en el sistema educativo, que es el ámbito en el que la campana invierte la mayor parte de sus energías. El diagnóstico estrella en el ámbito escolar es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Encontramos contextos escolares en que hay cursos completos, aulas donde el 80 % de los niños están medicados. En el fondo, se está sometiendo a una normalización del contexto escolar a toda una generación de niños, y se les está provocando un daño que puede ser irreversible. Hay muchas aristas que podemos criticar, aparte de que podamos criticar el lucro de las industrias farmacéuticas y que no tienen el sustento científico. Podemos criticar también las condiciones sociales en que este supuesto trastorno se expresa. Cuál es el sentido social que tiene.

Por tanto, la campana trabaja por conectar el comportamiento de los niños con su contexto social. Y señala como responsables del comportamiento de los niños el uso de aparatos tecnológicos o las largas jornadas de trabajo de los padres, por poner dos ejemplos. También que el origen de estos comportamientos se encuentra en el propio modo de funcionar de la escuela, según el cual el niño debe permanecer sentado durante muchas horas y atendiendo a cuestiones que raramente le interesan. Por último, se denuncian las políticas estatales: los centros educativos reciben subvenciones por parte del Estado, que impone un conjunto de condiciones a la hora de otorgarlas. Una de ellas es el incremento de los fondos en proporción al crecimiento de la cantidad de diagnósticos y, por tanto, de psicofármacos.

Mas allá del contexto escolar y del SENAME, la campana pone sobre la mesa la medicalización de la niñez en general. Este es un tema controvertido por varios motivos. Por un lado, en el caso de que se presente un sufrimiento psíquico real (no solamente una conducta incómoda para los profesores), la propia evolución y madurez de la persona puede llevar a su superación. Los psicofármacos, en este sentido, pueden entorpecer dicha evolución, generando una dependencia y dificultando el desarrollo de herramientas propias. Por otro lado, en muchas ocasiones se da medicación a niños que están mostrando un sufrimiento derivado de abusos y maltrato. Medicalizar supone mantener en silencio estas situaciones y perpetuarlas. Por último, los psicofármacos no están estudiados en niños, porque está prohibido realizar investigación con menores de edad. En consecuencia, no hay un conocimiento adecuado de los efectos que pueden tener.

Ante esta realidad, desde la campana ≪Por una niñez libre de drogas psiquiátricas≫ se llevan a cabo una serie de actividades. Cito extensamente, porque refleja bien que es el activismo en salud mental en Chile:

Llevo dos años trabajando en la campaña, hemos hecho varias actividades. […] Hemos tenido muchas discusiones con el hecho de la participación que podrían tener los mismos niños y estudiantes en nuestro colectivo. Nos encantaría que en nuestras reuniones hubiera niños, niñas, adolescentes, que se empoderaran del tema y que encontraran las herramientas para defender ellos mismos sus propios derechos. Sin embargo, asumimos también que, en este contexto social, los niños, niñas y adolescentes todavía son considerados como irresponsables. Irresponsables ante la ley, irresponsables para tomar decisiones… tiene que haber un adulto que tome esas decisiones.

Actualmente, estamos haciendo una guía para padres, madres y apoderados. Y tuvimos la discusión de si hacíamos también una guía para niños, niñas y adolescentes. Yo creo que la vamos a hacer en algún momento. El «pero» es que nosotros queremos que esta guía nazca de ellos mismos también, que ellos mismos se involucren y que ellos mismos planteen ideas y propuestas para redactarla. Y que no seamos nosotros como adultos, en una lógica adultocéntrica, quienes tengamos que definir cuáles son las prioridades.

Sabemos que hay muchas personas a las que cuando les plantean el tema de las drogas psiquiátricas tienen una cierta intuición de que esas drogas pueden hacerles mal a sus hijos e hijas. Sin embargo, no cuentan con información o esa información es de difícil acceso, muchas veces está sesgada por los poderes económicos de las farmacéuticas. Creemos que es importante que las personas posean acceso a información que les permita tener argumentos para enfrentarse a la presión de los profesores, del director del establecimiento, del neurólogo… Como yo pude hacerlo cuando tuve que defender la salud de mi sobrino. Asistí con mi hermana y mi sobrino a la consulta de la neuróloga. Todavía no tenía tanta información, lo único que hice fue imprimir el prospecto del Ritalín. […] Aparecían todos los efectos secundarios, desde mareo, vómitos y náuseas hasta muerte súbita. Simplemente con este prospecto fui donde la neuróloga y le dije: «¿Usted sabe que este fármaco puede producir la muerte?». Lo único que me dijo fue: «No se me ha muerto ningún niño hasta ahora», esa fue su única respuesta. Yo quedé impactado, porque que una neuróloga, con todos sus años de estudios, me diga eso…

Hicimos algunos conversatorios en un par de liceos, también en un instituto. Queremos hacer conversatorios en facultades de pedagogía, sobre todo porque los profesores tienen una visión muy errónea acerca de los efectos que pueden presentar los fármacos, hay un desconocimiento gigantesco en el ámbito de la pedagogía, que es donde nace el problema. El primero en señalar el conflicto de los niños inquietos es el profesor. […] A los profesores les parece casi obvio que el niño lo que tiene es un problema interno, neurológico, cerebral y que la solución mágica no puede ser más que una pastilla. Entonces, creemos que es necesario hacer un trabajo ahí. También los padres, madres y apoderados, asumiendo que ellos son en definitiva los que toman las decisiones, para bien o para mal. La sociedad les entrega el poder a ellos, para decidir el tratamiento, etc. En eso estamos.

Anoche mismo, salimos a difundir un afiche que sacamos hace poco, a pegarlo por las calles aprovechando que está la coyuntura del comienzo del año escolar. Pegamos en varios liceos, jardines infantiles, instituciones de educación superior… Queremos que el tema se visibilice.

Otro colectivo importante es Locos por nuestros derechos, nacido en el año 2014. Este surge a raíz de una investigación de una universidad de Santiago sobre derechos humanos en el sistema de salud mental. Recogieron la opinión de profesionales, familiares y personas locas. Los resultados fueron negativos (especialmente en el grupo de las personas locas). Como consecuencia, se reunió a un grupo de personas psiquiatrizadas que, sin ser la idea inicial, acabaron redactando un ≪Manual de derechos en salud mental≫. Este, que fue presentado en el congreso Entrevoces, del que hemos hablado anteriormente, está formado por diferentes contenidos. En primer lugar, el manifiesto ≪Locos por nuestros derechos≫, en el cual señalan la importancia de los derechos en salud mental, la voluntad de conseguir una sociedad más igualitaria que prevenga problemas de sufrimiento psíquico, así como una invitación a los profesionales a tener en cuenta el enfoque basado en los derechos humanos. En otro apartado, repasa los derechos de las personas con problemas de salud mental, recogidos en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, de la OMS. Plantea, a continuación, diferentes actividades grupales para transmitir el conocimiento de estos derechos. En el ámbito practico, expone dos herramientas concretas y preparadas para ser utilizadas: el consentimiento informado y la declaración de voluntades anticipadas. Estas pueden ser útiles de cara a establecer el tipo de tratamiento que se quiere recibir. Ambos son documentos avalados legalmente que, a priori, obligan a los profesionales a seguir las indicaciones de la persona cuando sufre una crisis de salud mental. En ellos se indica si esta quiere recibir psicofármacos, si desea ser ingresada, a que personas avisar, si está de acuerdo con recibir electroshock, si se designa a otra persona para tomar decisiones sobre el tratamiento y otros aspectos de la atención a la que va a ser sometida.

Las personas involucradas en la creación de este manual pidieron que se difundiese y que se creasen espacios de trabajo sobre derechos humanos y salud mental. Sin embargo, esta difusión nunca llego, ni tampoco una financiación que la permitiese. Por este motivo, se formó el colectivo Locos por nuestros derechos, cuya primera acción (bromean) fue robar un centenar de copias del manual escondidas en la trastienda del despacho de un profesor. Finalmente, se les entregaron otras trescientas copias. La actividad principal del colectivo consiste en difundir este manual allá donde pueden, por lo que han visitado una gran parte de Chile y otros países. Tuve la oportunidad de estar en una de estas presentaciones en el Centro de Salud Mental Comunitaria Las Animas, en la ciudad de Valdivia. La importancia de estos eventos no es tanto la difusión del manual (puesto que ya ha sido descargado miles de veces de Internet), sino generar discusión en colectivos activistas, universidades y en espacios propios de los profesionales. A estas mesas redondas suelen acudir profesionales y usuarios que tienen la oportunidad de hablar entre si, mediados por el discurso de Locos por nuestros derechos.

Este colectivo también está involucrado en las movilizaciones por el caso de José Vergara. Este desapareció el 13 de septiembre de 2015, cuando tenía veintidós años. Estaba diagnosticado de esquizofrenia. Era habitual que su familia solucionase sus crisis llamando a los carabineros, los cuales generalmente se lo llevaban a dar una vuelta en el furgón y José volvía más calmado a las pocas horas. Sin embargo, aquel día no apareció y al siguiente tampoco. Tanto los carabineros como los familiares iniciaron su búsqueda, principalmente por el desierto en el que sospechaban que lo habían abandonado. No hubo éxito. La familia, por su parte, sospecha que los carabineros no lo estaban buscando realmente y empezaron una campaña bajo el lema: ≪José Vergara: vivo lo llevaron, vivo lo queremos≫. La campaña está visibilizando el caso y movilizando a la población, además de llevar adelante una demanda judicial que termino en una condena de cuarenta y un días para los cuatro agentes implicados. Ante esta pena irrisoria, la familia recurrió, por lo que el juicio fue declarado nulo y, mientras escribo estas líneas, están a la espera de que vuelva a celebrarse.

Desde el colectivo Locos por nuestros derechos, han colaborado en la denuncia del caso y han dado apoyo a los familiares, con los que están en contacto. También intervinieron en el recurso que propicio la sentencia de nulidad del juicio, además de participar en las diferentes acciones de protesta y visibilización que se han llevado a cabo. Un miembro del colectivo, que siempre que puede va con una llamativa camiseta amarilla que reivindica el caso de José Vergara, al ser preguntado por su desaparición, señalo:

[Visiblemente emocionado, tarda unos segundos en contestar.] Fíjate que es impresionante, uno no quiere mostrar las emociones y es válido. Yo creo que el dolor que queda… porque a cualquiera de nosotros le podría haber pasado. No dice: «Yo estoy seguro», pero a veces se confía en ciertas instituciones… Que es un poco lo que pasa con los hospitales psiquiátricos, con las internaciones, que muchas personas confían, porque piensan que no pueden hacerlo bien y porque no hay una red, no hay un grupo que apoye. Entonces, se deja en manos de otros, pero sin poder hacerle un seguimiento. Porque, si torturan a la persona, no te van a decir: «¿Sabe que torturamos?». Y se da, a mujeres las violan en psiquiátricos. Por eso está el grupo No es lo mismo ser loca que loco, porque es muy distinto ser mujer diagnosticada que hombre diagnosticado, como pasa en la pobreza, no es lo mismo ser una mujer pobre que un hombre pobre. […] Lo que te decía antes de los pacientes, ¿por qué tenemos que esperar que los otros nos apoyen? No, ahora tenemos que apoyar nosotros. Y tenemos toda la responsabilidad y todo el derecho de hacerlo. Si nos tocan a un loco, nos tocan a todos. Y es incorporar eso en las venas, en la sangre. Por eso fue la emoción probablemente, porque es uno de los nuestros. […] Cuando se cumplieron dos años de lo de José Vergara, pegamos en micros [un cartel con] lo que había pasado: «¿Dónde está?», con la pregunta.

Respecto al apoyo mutuo, pese a que aquí no tiene el protagonismo que si ostenta en otros lugares, también tiene un espacio reservado en el Club del Rollo:

Hay una demanda de apoyo mutuo, sobre todo en las personas que vienen por primera vez, porque llegan con esa idea de que les van a ayudar. Entonces hay un abismo entre esa persona y el activismo que está organizando marchas, encuentros, charlas y posicionamiento político. Falta poner un puente aquí para poder cruzar este abismo. De ahí entonces surge el Club del Rollo, hubo antes un grupo que se llamaba Desmedicalización… Con la idea de abrir un espacio donde pudiera dedicarse la mayor parte de la reunión a conversar sobre lo que le pasaba a la persona. Apoyo mutuo. Porque a veces no alcanza, sobre todo las etapas en que estamos organizando cosas es casi una reunión de trabajo. Y, claro, la

persona que está pasando por una situación necesita un

espacio para decir tal cosa… Y falta espacio, falta tiempo…

Otras reuniones son casi puro apoyo mutuo para una o más personas que están en una situación. ¿Cómo se ha resuelto esto? Las mismas personas interesadas formaron otro grupo, otro espacio, otro día, otro horario… Y ahí surgía el Club del Rollo, que es esencialmente apoyo mutuo. Ahí, además hay una discusión muy interesante sobre qué se entiende por apoyo mutuo, algunos entienden solo lo que nosotros llamamos «nanai-terapia». Nanai es cuando los niños tienen una herida y les dicen «nanai nanai», no les hacen nada, solo les dicen «nanai nanai». Para nosotros esto es nanai terapia, solo desde lo afectivo, lo cariñoso, nunca contradecirte, «está bien que estés sufriendo»… Y nunca cuestionarte y decirte: «Oye, en realidad, lo que estás pensando y lo que estás diciendo no es» o «Lo mejor sería que te callaras o que no hables de eso» o «Madura». Entonces ahí hay una discusión superinteresante. En Libre-Mente somos capaces de convivir con esas diferencias en un mismo espacio.

Siguiendo con la búsqueda de otras formas de gestionar el sufrimiento psíquico, es importante reflejar aquí el proyecto de la Granja Loca, que estaba todavía en formación cuando me lo dieron a conocer. Se trata de un terreno situado en las afueras de Santiago, en la naturaleza, que pretende funcionar como espacio de respiro y recuperación para personas que estén pasando una mala época. Tiene una huerta en la que se cosechan verduras y está prevista la construcción de cabañas para pernoctar y un espacio común para realizar todo tipo de actividades y encuentros. Uno de los impulsores de este proyecto me explicó:

Podemos tener una visión bastante crítica del sistema, cuestionar las prácticas, manifestarnos, hacer charlas, conversatorios… Pero todavía sigue pasando que, cuando a una persona le pasa algo, se siente mal, tiene alguna experiencia distinta… la única alternativa que hay es la consulta del psiquiatra o del psicólogo, y por lo tanto el diagnóstico. Ahí hay un montón de cosas que hacer todavía. La Granja Loca surge como un espacio necesario de resistencia que el sistema no ofrece. Creemos firmemente que la naturaleza, por sí misma, tiene un poder no sé si [de] sanar, pero de equilibrar.

Pertenecemos a la naturaleza. Yo tuve la experiencia de vivir el naturismo varios años, viví y trabajé en una granja ecológica un buen tiempo también.

Apareció por ahí un espacio, de una persona a la que conocía mi compañera y que tiene disponible unas buenas extensiones de tierra, fuimos descubriendo puntos en común, se ha ido «librementizando» de a poco él. Y hemos ido desarrollando la idea de la Granja Loca cada vez más. Ya tenemos construido un pequeño espacio común, vamos a acabarlo para que pueda ir un grupo de treinta o cuarenta personas a pasar una tarde a conversar. Vamos a construir unas cabañas para que las personas puedan estar bien, tranquilas… En realidad, hay un montón de cosas que hacer ahí. Queremos una participación activa de los locos y las locas en todo. Son herramientas para que las personas puedan recuperar su estabilidad, algunas están muy dañadas, otras menos. Las personas necesitan un espacio de autocuidado, de recargar energía. Y la Granja Loca, como [Autogestión] Libre-Mente, es inclusiva con los «cuerdos de remate» (risas). Es un espacio también para que los cuerdos vayan allí a disfrutar, a compartir. Hay mucha gente que quiere colaborar.

Pese a que estas últimas alternativas son de gran importancia, algunas voces consideran que el movimiento activista en salud mental en Chile, al priorizar la movilización, está dejando de lado el cuidado y el apoyo mutuo. Una persona que en la actualidad no forma parte de este entorno, pero que lo ha hecho en otros momentos, señala:

Acá en Chile se trabaja más en lo que es el movimiento, el discurso más político y no tanto en «Bueno, pero sanémonos también». A mí esto me da mucha pena, me ha generado un problema. Muchas veces he buscado y no logro dar con ese espacio. Hasta que, en un momento, recuerdo haber investigado sobre los GAM en España y intentar replicarlo acá. Y, bueno, con las personas con que intenté hacerlo no llegamos a puerto por lo mismo, ellos querían darle más énfasis al discurso político. Y yo al «Sanémonos también, apoyémonos desde lo que sentimos, de lo que nos pasa como sujetos», y me parece que hay que potenciarlo totalmente. Poder abrirle un camino y potenciarlo, porque es demasiado necesario. Sería genial que pudiesen surgir más GAM. Porque pienso que [Autogestión] Libre-Mente no es un GAM, es un colectivo político. Recalco que me parece totalmente oportuno, positivo y que hay un amor detrás de todo esto. Pero nos juntamos y vemos quién hace el cartel para la manifestación, o sacamos un comunicado porque ocurrió tal cosa. Pero lo que es respecto a emociones, o a historias de vida, no está.


Nota: GAM: Grupo de Apoyo Mutuo. TEC: Terapia Electroconvulsiva.

[1] En aquel momento, todavía era conocido con el termino ≪movimiento gay≫. Sin embargo, he preferido el termino LGTBI+, porque este movimiento también estaba formado por lesbianas, personas transexuales, bisexuales, etc. Fue a finales de la década de 1990 cuando se empezó a visibilizar y reivindicar esta diversidad y se planteo esta denominación.

[2] Sarah Baughey-Gill: ≪When gay was not ok with the APA. A historical overview of homosexuality and its status as mental disorder≫, Occam’s Razor, 2011, pp. 6-16.

[3] La despatologización de la homosexualidad fue una victoria, pero no quiero dar la impresión de que la comunidad LGTBI+ dejó de sufrir discriminación ni mucho menos. Las personas trans todavía tienen que recibir el diagnostico de ≪disforia de género≫ por parte de un psiquiatra para poder operarse. La violencia hacia este colectivo es apabullante en todo el mundo y la homofobia y la transfobia son cuestiones sobre las que queda mucho por hacer.

[4] Leonard Roy Frank (1932-2015) recibió comas insulínicos y TEC a la edad de treinta y un años que le produjeron grandes pérdidas de memoria. A partir de ahí se integró en el movimiento de supervivientes de la psiquiatría, formando parte de la revista Madness Network News y publicando numerosos artículos y libros. Estos pueden leerse en el siguiente enlace: bit.ly/2Z1epCj.

[5]Judi Chamberlin (1944-2010) fue ingresada en varias ocasiones durante la década de 1960. Se unió al movimiento de supervivientes de la psiquiatría, participando en innumerables colectivos y escribiendo artículos en los que defendía un enfoque basado en los derechos humanos.

[6] Denominado anteriormente como The Icarus Project.

[7] Véase madinamerica.com

[8] Véase madinasia.org

[9] Véase madinbrasil.org

[10] Véase madinfinland.org

[11] Véase madintheuk.com

[12] Véase madinamerica-hispanohablante.org

Nota: se han conservado las referencias originales de Javier Erro, sin embargo, desde la publicación del texto se han sumado otras iniciativas como parte de Mad In the World, las cuales pueden ser revisadas en este enlace: https://www.madinamerica.com/mia-global-news/

[13] Angela Woods: ≪The voice-hearer≫, Journal of Mental Health, 2013, pp. 263-270. La traducción en castellano puede leerse en el siguiente enlace: bit.ly/38EDKoD.

[14] Este folleto puede descargarse en su web: hearing-voices.org.

[15] Lilith Finkle: ≪Psychiatric Survivor Pride Day. Community Organizing with Psychiatric Survivors≫, Osgoode Hall Law Journal, 1997, pp. 763-772.

[16] Geoffrey Reaume: ≪A history of Psychiatric Survivor Pride Day during the 1990s≫, Consumer/Survivor Information Bulletin, 2008, pp. 2-3.

[17] ≪Today in London’s Radical History. Reclaim Bedlam Oppose Compulsory Treatment Orders, 1999≫; puede consultarse el texto en el siguiente enlace: bit.ly/2Kw83Gj.

[18] Este colectivo nació en 1997 para protestar contra los 750 años del psiquiátrico de Bedlam.

[19] Ted Curtis, Robert Dellar, Esther Leslie y Ben Watson (eds.): Mad Pride. A Celebration of Mad Culture, Chipmunka Publishing, 2000.

[20] Se trata de una corriente que surge como alternativa a la inoperancia del anarquismo más clásico, burocratizado y anclado en el pasado. El insurreccionalismo priorizaba la acción directa y consideraba que no era necesario que hubiese un movimiento de masas para acometer transformaciones sociales. Pequeños grupos de personas organizadas podían hacerlo si sabían actuar adecuadamente, aun estando en minoría. Al margen de los planteamientos más o menos ingenuos del insurreccionalismo, lo cierto es que inyecto a muchas personas la sensación de que podían intervenir sobre la realidad y que debían atreverse a hacerlo. Hacer política sin estar en un partido, luchar en el trabajo sin estar en un sindicato, escribir sin editorial. El insurreccionalismo tuvo un recorrido tan breve como intenso. Hacia explicita su posición a favor del conflicto social. Sus estrategias eran muy exigentes para sus simpatizantes, las acciones directas en ocasiones derivaban en detenciones y procesos legales. Para muchas personas, la ≪guerra social≫ suponía un nivel de tensión que ≪quemaba≫ rápidamente a sus participantes. La principal propuesta organizativa fueron los grupos de afinidad, que a grandes rasgos podemos definir como un conjunto de personas que se unían para llevar a cabo una acción y después se disolvían para no generar una estructura formal en riesgo de anquilosarse. Sin embargo, el insurreccionalismo también se tradujo en una amplia miríada de proyectos que surgieron gracias a su espíritu diy. Fanzines, publicaciones, actos culturales, colectivos y okupaciones son algunos ejemplos. Esta tensión entre la destrucción y la creación estuvo siempre presente. Para un retrato del insurreccionalismo en España, véase Los Tigres de Sutullena: ≪La epidemia de rabia en España (1996-2007)≫, partes I y II, Revista Resquicios, 2007/2008. Puede consultarse también en el siguiente enlace: bit.ly/3rwYw2c.

[21] Se trata de una película brasileña del 2001, dirigida por Lais Bodanzky. El filme trata de un joven que es internado en un manicomio, mostrando de forma muy clara su proceso de psiquiatrización. El número de Enajenadxs era un DVD con esta película, acompañado de un texto en formato carta.

[22] Se refiere a las llamadas ≪distribuidoras anticomerciales≫: proyectos de difusión de material (libros, películas, fanzines, camisetas…) relacionado con cuestiones políticas, la mayor parte vinculadas al movimiento anarquista.

[23] Para conocer un poco más sobre su perspectiva, existe una edición que recoge algunos de sus textos: Escritos contrapsicológicos de un educador social, Biblioteca Social Hermanos Quero, Granada, 2012.

[24]Se trata del local anarquista Magdalena, situado en el centro de Madrid.

[25] Es destacable su participación en las ≪Jornades sobre Salut Mental≫ en Barcelona en el año 2006, con una mesa redonda titulada ≪Psiquiatrizats/des, experts/es en salut mental≫ (≪Psiquiatrizados/as, expertos/as en salud mental≫). En el ámbito de las publicaciones, hay que resaltar la recopilación de todos los números de Enajenadxs en un libro: UHP Uníos Hermanxs Psiquiatrizadxs, Taller de Investigaciones Subversivas, 2007. También es remarcable un fanzine con una recopilación de textos titulado Sobre la escucha de voces.

[26] Enajenadxs, uhp. Uníos Hermanxs Psiquiatrizadxs, op. cit., p. 340.

[27] Véase primeravocal.org.

[28] Algunos ejemplos de estas iniciativas son Radio Prometea, el blog Esquizoque, el colectivo Xixon Voices. En Andalucía, diferentes asociaciones se unen para crear la Federación En Primera Persona. En el año 2011, aparece en Cataluña la Asociación ActivaMent y, en 2012, la Xarxa GAM per a Persones Psiquiatritzades, ambas de gran importancia a la hora de difundir el modelo de los GAM.Estas nuevas iniciativas se suman a otras que existían desde años atrás, como Radio Nikosia, que lleva funcionando desde 2003, y Hierbabuena Salud Mental, desde el 2000.

[29] Intervoice es la red internacional de Hearing Voices.

[30] Véase entrevoces.org.

[31] ≪Aclaraciones desde la organización del séptimo congreso mundial de Hearing Voices≫, disponible en: bit.ly/37TiUCT.

Nota Mad in México: al día de hoy no parece posible acceder al sitio de Entre Voces, ni a la aclaración sobre el congreso, por lo que sugerimos revisar este enlace: https://primeravocal.org/construyendo-en-comun-construyendo-lo-comun-7o-congreso-mundial-de-hearing-voices-en-madrid/

[32] Durante el congreso, un grupo de personas recogió una lista de correos electrónicos con la idea de crear Grupos de Apoyo Mutuo (GAM) en Madrid. Poco tiempo después, nacería FLIPAS GAM, un colectivo que combina el GAM con el activismo en salud mental. Esta iniciativa ha servido como referente para personas de otras ciudades que, conforme ha ido pasando el tiempo, han creado sus propios GAM. Algunos ejemplos son GAM Valencia, GAM Tenerife, gamma Albacete, Dmentes Abiertas (Toledo) o Asociación Caleidoscopio (Valladolid), además de otros GAM sin ese nombre, pero que funcionan en diferentes ciudades del Estado.

[33] Véase www.0contenciones.org.

[34] Puede leerse el panfleto en el siguiente enlace: bit.ly/3nY0yWQ.

[35] El panfleto está disponible en el siguiente enlace: bit.ly/3aMVWiP.

Nota Mad in México: el enlace sobre el último panfleto aparece como no disponible

[36] En el activismo chileno, es muy habitual la reivindicación de la locura y el denominarse ≪loco≫ o ≪loca≫, por lo que utilizare estos términos en mayor porcentaje que en el apartado dedicado a España.

[37] Ted Chabasinski (1937) fue diagnosticado de esquizofrenia con seis años. Recibió un intenso tratamiento de electroshock y estuvo internado hasta los diecisiete años. Al salir estudio Derecho, se convirtió en fiscal y se unió al movimiento de los supervivientes de la psiquiatría. Su testimonio puede leerse en este enlace: bit.ly/2Lp2xC0.

[38] Mary Maddock recibió sesiones de TEC y psicofármacos tras el parto de su hija. Más adelante, fundo MindFreedom Ireland, parte de MindFreedom International. Su testimonio puede verse en video en: bit.ly/2y4H5iI.

[39] Deborah Schwartzkopff sufrió maltrato psicológico a manos de su marido durante más de treinta años, situación que la llevo a que le fueran recetados psicofármacos y recibiese TEC. Tras este proceso, termino como activista. Algunos de sus artículos pueden leerse en el siguiente enlace: bit.ly/3btB9NF.

[40] Véase la nota 10 en la p. 125. “Leonard Roy Frank (1932-2015) recibió comas insulínicos y TEC a la edad de treinta y un años que le produjeron grandes pérdidas de memoria. A partir de ahí se integró en el movimiento de supervivientes de la psiquiatría, formando parte de la revista Madness Network News y publicando numerosos artículos y libros. Estos pueden leerse en el siguiente enlace: bit.ly/2Z1epCj

[41] Puede leerse integro en: bit.ly/2WXDDP4.

[42] ≪Abandono, negligencia y vacío legal. Paramédico viola a paciente en el psiquiátrico y huye de Chile≫, The Clinic, 5 de julio de 2009.

[43] En el año 2016, Lissette Villa, una niña bajo custodia del SENAME, murió por causas no esclarecidas. Todo apunta a que se resistió a ser medicada, por lo que una educadora se sentó encima suyo mientras otra le daba la medicación. La niña murió asfixiada.

[44] «Fiscal asegura que informe ONU de niños muertos en SENAME es coherente con su indagatoria≫, Biobiochile, 1 de agosto de 2018.

Tomado de: Erro, J. (2021). Pájaros en la Cabeza. Activismos en salud mental desde España y Chile. Ed. Virus Editorial.

Agradecemos a Javier Erro por su autorización para la reproducción de este texto

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