Crónica de mi participación en un grupo de apoyo mutuo en salud mental.

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En Argentina, el Cabildo fue el escenario de la Revolución de Mayo de 1810, que marcó el inicio de la construcción de la Argentina. Es, por lo tanto, un edificio emblemático. El Museo Histórico Nacional del Cabildo de Buenos Aires y de la Revolución de Mayo se ocupa de ese tema central de la historia argentina y propone un recorrido por el período colonial y el proceso revolucionario que le puso fin. Pero la colonización no había terminado porque hacia el año 2015 las colonias psiquiátricas aún seguían funcionando financiadas por el estado nacional.

Fue en el año 2015 cuando presentamos en el cabildo el libro “La ley de la locura: diálogos entre sobrevivientes de manicomios y la ley de salud mental” que venía a ilustrar a través de cinco crónicas de vida la necesidad de cerrar los centros de confinamiento como son, por ejemplo, las “colonias psiquiátricas” en donde se coloniza la conducta, el discurso y el pensamiento de los llamados “pacientes psiquiátricos”. Presentar el libro en el Cabildo, tuvo para quienes estuvimos presentes aquel día no solamente un valor literario y cultural sino también un valor simbólico e histórico porque estábamos instalando la necesidad de emancipación y liberación de las locuras que son colonizadas sistemáticamente por el sistema de salud mental.

Así fue como al finalizar la presentación del libro, dos de los autores junto a dos personas de la audiencia conversando informalmente se decidieron a armar un grupo de apoyo mutuo en la ciudad de Buenos Aires. Fui parte de esa charla informal y a la semana me puse a buscar un lugar en el cual pudiéramos comenzar con las reuniones de nuestro grupo de apoyo mutuo. Así fue como el centro cultural “Encuentro Guayaquil”, nos prestó uno de sus espacios dónde comenzamos a realizar las reuniones del grupo de apoyo mutuo. Las primeras decisiones que tomamos fueron sobre el grupo de apoyo mutuo como proyecto. Como tenía experiencia en coordinación de elencos teatrales, me ofrecí para empezar a coordinar con la condición de que la coordinación fuera rotativa. Esa primera decisión funcionó porque hubo consenso. Luego decidimos que las reuniones serían de dos horas, de una vez por semana en un mismo día y un mismo lugar.

En las primeras reuniones del grupo de apoyo mutuo definimos también que quien ocupara el rol de la coordinación lo haría involucrándose desde su propia experiencia como persona usuaria de salud mental. Esto nos permitió comprender que el grupo de apoyo mutuo se proponía convocar a personas usuarias de salud mental y sobrevivientes de manicomios. Así fue como empecé a ocupar el rol de la coordinación con la tranquilidad de confiar que si alguna vez no podía o no quería participar, alguien se ocuparía de la tarea de abrir la reunión, hacer circular la palabra y cerrar la reunión.  

Lo primero que aprendí sobre el apoyo mutuo es que permite que las personas que participen escuchemos otras formas de contar sus historias. Las formas que tenían mis apoyos de contar sus experiencias iban transformando mi propia forma de pensar mis experiencias en relación al sufrimiento, los delirios, las alucinaciones y las crisis. Seguramente me ayudó mucho el hecho de dedicarme a la literatura por lo cual las formas de contar historias o narrativas son algo con lo que trabajo diariamente. Pero sin embargo fueron las narrativas propias que se iban armando en el grupo de apoyo mutuo las que me dieron la confianza suficiente para dejar de usar drogas psiquiátricas como dejar de tener miedo a mis voces y visiones, a las cuales antes llamaba “alucinaciones y delirios”.

Aproximadamente a un año de armar el grupo ya con más confianza en la tarea, decidimos armar un grupo de whatsapp para emergencias que alguien pudiera atravesar. Yo mismo usé en algunas oportunidades el grupo de whatsapp para emergencias. En las reuniones presenciales hubo varias veces situaciones extraordinarias que las personas neurotípicas suelen describir como “brotes psicóticos” pero en el grupo de apoyo mutuo nunca describimos esas situaciones de esa manera porque la gran mayoría de quienes participamos en el grupo de apoyo mutuo tenemos experiencia en esas situaciones emocionales extraordinarias.

El grupo de apoyo mutuo “Buenos Aires” atravesó en estos 7 años por distintas etapas y funcionó en tres centros culturales distintos. Hay algo que me sostiene y me permite mantener cierta constancia en mi participación. El apoyo mutuo es una forma de relacionarse que no se propone “ayudar” sino que simplemente consiste en dar y recibir apoyo según las posibilidades de cada persona.

Buenos Aires, 28 de Junio 2022.

Para contactar con Alan Robinson pueden escribirle a:

[email protected]

Para saber más sobre su trabajo y su obra pueden acceder a su sitio:

www.alanrobinson.com.ar

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