El artículo fue publicado originalmente el 08 de marzo del 2021 en idioma inglés en la página de Mad in America. De manera semanal, los martes, se publicará una entrega traducida al español del libro de Peter Gøtzsche, Mental Health Survival Kit and Withdrawal from Psychiatric Drugs. En este blog, explora la investigación y la experiencia de los diagnósticos psiquiátricos.
La psiquiatría estaba en crisis en Estados Unidos a mediados del siglo pasado porque los psicólogos eran más populares que los psiquiatras. 1 Por ello, el gremio de psiquiatras decidió convertir la psiquiatría en una especialidad médica, lo que haría que los psiquiatras parecieran verdaderos médicos y los diferenciaría de los psicólogos, que no podían recetar medicamentos.
Desde entonces, la propaganda masiva, el fraude, la manipulación de los datos de la investigación, la ocultación de los suicidios y otras muertes, y las mentiras en la comercialización de los medicamentos han allanado el camino a la ilusión de que la psiquiatría es una disciplina respetable que proporciona medicamentos que curan a los pacientes. 1-4
Como se explica en el primer capítulo, los “clientes”, los pacientes y sus familiares, no están de acuerdo con los vendedores. Cuando esto ocurre, los proveedores suelen cambiar rápidamente sus productos o servicios, pero esto no ocurre en la psiquiatría, que tiene el monopolio del tratamiento de los pacientes con problemas de salud mental, con los médicos de familia como sus complacientes vendedores de primera línea que no hacen preguntas incómodas sobre lo que están vendiendo.
El médico de familia es la puerta de entrada de la mayoría de la gente a la psiquiatría. Aquí es donde las personas tristes, preocupadas, estresadas o “quemadas”[1] abordan sus síntomas. El médico rara vez dedica el tiempo necesario a indagar sobre los acontecimientos que han llevado al paciente a esta situación. La consulta suele terminar al cabo de unos minutos con un diagnóstico, que puede no ser correcto, y la prescripción de uno o varios fármacos psiquiátricos, aunque hubiera sido mejor una terapia de conversación. Un estudio realizado en Estados Unidos demostró que más de la mitad de los médicos recetaron medicamentos tras hablar de la depresión con los pacientes durante tres minutos o menos. 5
Es posible que te den un fármaco psiquiátrico aunque no haya una buena razón para recetártelo, por ejemplo, una pastilla para la depresión por insomnio, problemas en la escuela, ansiedad por los exámenes, acoso en el trabajo, maltrato conyugal, ruptura con un novio, duelo, problemas económicos o divorcio. Esto también es habitual si acudes a un psiquiatra.
A diferencia de otras especialidades médicas, la psiquiatría se basa en una serie de mitos, que han sido rechazados con tanta firmeza por la buena investigación que es apropiado llamarlos mentiras. Por lo tanto, le advierto de nuevo. La mayor parte de lo que te han dicho o escucharás alguna vez sobre la psiquiatría, los fármacos psiquiátricos, el electroshock y el ingreso y tratamiento forzado, es erróneo. Esto ha sido documentado en numerosos artículos de investigación y libros. 1-11
He aquí algunos consejos generales, que darán mejores resultados que si se ignoran:
- Rara vez es buena idea acudir a un médico de familia si tienes un problema de salud mental. Como los médicos están formados en el uso de fármacos, lo más probable es que salgas perjudicado (si no a corto plazo, sí a largo plazo).
- Si su médico de cabecera le receta un medicamento psiquiátrico, no vaya a la farmacia.
- Busca a alguien que sea bueno en la terapia de conversación, por ejemplo, un psicólogo. Si no puedes permitírtelo o si hay una larga lista de espera, recuerda que suele ser mejor no hacer nada que acudir al médico.
- Piensa si necesitas un asesor social o un abogado. Los médicos no pueden ayudarte con un matrimonio roto, por ejemplo, y las pastillas tampoco te ayudarán.
Veamos de cerca lo que está mal en la psiquiatría actual.
Los psiquiatras afirman que su especialidad se basa en el modelo biopsicosocial de la enfermedad, que tiene en cuenta la biología, la psicología y los factores socioambientales al tratar de explicar por qué las personas enferman.
La realidad es muy diferente. La psiquiatría biológica ha sido el modelo de enfermedad predominante desde que el presidente de la Sociedad de Psiquiatría Biológica de EE.UU., Harold Himwich, propuso en 1955 la idea totalmente absurda de que los neurolépticos funcionan como la insulina para la diabetes. 9
Incluso parece estar empeorando. Hace quince años, algunos de los portavoces de la psiquiatría estaban más preocupados que los líderes actuales por los peligros de estar demasiado cerca de la industria farmacéutica. Steven Sharfstein, presidente de la Asociación Americana de Psiquiatría, escribió en 2005:
“Al abordar estas cuestiones de Big Pharma, debemos examinar el hecho de que, como profesión, hemos permitido que el modelo biopsicosocial se convierta en el modelo bio-bio-bio… Los representantes de las compañías farmacéuticas que llevan regalos son visitantes frecuentes de las oficinas y consultas de los psiquiatras. Deberíamos tener la sabiduría y la distancia para llamar a estos regalos lo que son: sobornos y coimas… Si se nos considera como meros empujadores de píldoras y empleados de la industria farmacéutica, nuestra credibilidad como profesión se ve comprometida”.12
Otras declaraciones fueron menos afortunadas: “Las empresas farmacéuticas han desarrollado y sacado al mercado medicamentos que han transformado la vida de millones de pacientes psiquiátricos”. Claro, pero no para mejor.
“La eficacia demostrada de los medicamentos antidepresivos, estabilizadores del estado de ánimo y antipsicóticos ha contribuido a sensibilizar al público sobre la realidad de las enfermedades mentales y le ha enseñado que el tratamiento funciona. De este modo, Big Pharma ha contribuido a reducir el estigma asociado al tratamiento psiquiátrico y a los psiquiatras.”
Los tratamientos no proporcionan efectos que merezcan la pena, sobre todo si se tienen en cuenta también sus daños, y el estigma ha aumentado. 4 Pero así es como los líderes psiquiátricos engañan a la gente.
Una revisión sistemática de 33 estudios encontró que las atribuciones causales biogenéticas no estaban asociadas con actitudes más tolerantes; estaban relacionadas con un rechazo más fuerte en la mayoría de los estudios que examinaban la esquizofrenia. 13 Las pseudoexplicaciones biológicas aumentan la peligrosidad percibida, el miedo y el deseo de distanciarse de los pacientes con esquizofrenia porque hacen creer a la gente que los pacientes son impredecibles,13-16 y también conducen a reducciones en la empatía de los clínicos y a la exclusión social. 17
El modelo biológico genera un pesimismo indebido sobre las posibilidades de recuperación y reduce los esfuerzos de cambio, en comparación con una explicación psicosocial. Muchos pacientes describen la discriminación como algo más duradero e incapacitante que la propia psicosis, y como un importante obstáculo para la recuperación. 14,15 Los pacientes y sus familias experimentan más estigma y discriminación por parte de los profesionales de la salud mental que de cualquier otro sector de la sociedad, y más del 80% de las personas con la etiqueta de esquizofrenia piensan que el propio diagnóstico es perjudicial y peligroso. Por ello, algunos psiquiatras evitan ahora utilizar el término esquizofrenia. 15
Sharfstein admitió que “los psiquiatras ofrecen menos psicoterapia que hace diez años. Esto es cierto a pesar de la sólida base de pruebas de que muchas psicoterapias son eficaces utilizadas solas o en combinación con medicamentos.” Qué tragedia es esto. Este no es el progreso del que tanto se habla.
Sharfstein no pudo resistir la tentación de jugar la carta de la “antipsiquiatría”: “Respondiendo a los comentarios contra la psiquiatría… una de las acusaciones contra la psiquiatría… es que a muchos pacientes se les prescriben los medicamentos equivocados o que no necesitan. Estas acusaciones son ciertas, pero no es culpa de la psiquiatría – es culpa del sistema de salud roto que Estados Unidos parece estar dispuesto a soportar.”
Por supuesto. Todos los daños que causan los psiquiatras al sobredosificar a poblaciones enteras NUNCA son culpa suya, sino de otros.
El psiquiatra Niall McLaren ha escrito un libro muy instructivo con muchas historias de pacientes que nos dicen que la ansiedad es un síntoma clave en psiquiatría. 11 Si un psiquiatra o un médico de familia no hacen una historia muy cuidadosa, pueden pasar por alto que el episodio actual de angustia, que diagnostican como depresión, empezó como ansiedad muchos años antes, cuando el paciente era un adolescente. Por lo tanto, deberían haber tratado la ansiedad con una terapia de conversación en lugar de dar pastillas.
Niall ha desarrollado un método estándar con el que aborda a todos los nuevos pacientes para no pasar por alto nada importante. Lleva tiempo, pero el tiempo invertido inicialmente se recupera muchas veces y conduce a mejores resultados para sus pacientes que el enfoque estándar en psiquiatría.
A Niall le interesa la filosofía, pero se encontró con una hostilidad extrema cuando desafió a sus colegas preguntándoles cuál era el fundamento de su modelo biológico de los trastornos psiquiátricos. No hay ninguno. En sus propias palabras:11
“Así que podemos olvidarnos de la psiquiatría biológica. El problema es que hay un montón de gente que ha invertido muchísimo dinero en dar tratamientos biológicos a los trastornos mentales, y no van a renunciar a ello sin luchar. Peor aún, hay un montón de psiquiatras académicos de alto nivel en todo el mundo que han invertido toda su carrera, y sus egos (que es mucho peor), en afirmar que el trastorno mental es de naturaleza biológica. Lucharán tenazmente para salvar sus puestos de trabajo y su reputación. Así que nos quedamos con la psiquiatría biológica por un tiempo. El hecho de que se haya demostrado que está equivocada no significa que vaya a desaparecer de la noche a la mañana. El valor de la psiquiatría biológica es que no es necesario hablar con un paciente más allá de hacerle unas cuantas preguntas estándar para averiguar qué enfermedad tiene, y eso lo puede hacer fácilmente una enfermera armada con un cuestionario. Esto dará un diagnóstico que luego dictará los medicamentos que debe tomar”.
La psiquiatría biológica parte de la base de que existen diagnósticos específicos que son el resultado de cambios específicos en el cerebro, y de que hay fármacos específicos que corrigen estos cambios, que son por tanto beneficiosos. Examinaremos estos supuestos uno por uno.
¿Son los diagnósticos psiquiátricos específicos y fiables?
Los diagnósticos psiquiátricos no son específicos ni fiables. 4,6,18,19 Son muy inespecíficos, y los psiquiatras discrepan enormemente cuando se les pide que diagnostiquen a los mismos pacientes independientemente unos de otros. Hay pocos estudios de este tipo, y sus resultados fueron tan vergonzosos para la Asociación Americana de Psiquiatría que los enterraron tan profundamente que fue necesario un extenso trabajo de detective para encontrarlos. 19 El entierro tuvo lugar en un humo de retórica positiva en artículos sorprendentemente cortos, dada la importancia del tema. Incluso el estudio más grande, de 592 personas, fue decepcionante, aunque los investigadores tuvieron mucho cuidado en la formación de los evaluadores. 20
Los diagnósticos psiquiátricos no se basan en la ciencia, sino que son ejercicios de consenso en los que se decide a mano alzada qué síntomas deben incluirse en una prueba diagnóstica. 18 Este enfoque de lista de comprobación es como el conocido juego de salón, “Encuentra cinco errores”. Una persona que presenta al menos cinco de los nueve síntomas es declarada deprimida.
Si buscamos lo suficiente, encontraremos “errores” en todas las personas. No hay nada objetivo y verificable en esta forma de hacer diagnósticos, que se derivan de una constelación arbitraria de síntomas. ¿Cuántos criterios y cuáles votamos que deben estar presentes para hacer un determinado diagnóstico?
Doy muchas conferencias para diversos públicos, tanto profesionales como legos, y a menudo expongo a la gente la prueba recomendada para el TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) en adultos. 4,21 Nunca falla. Entre un tercio y la mitad del público da positivo.
Cuando le hice la prueba a mi mujer, obtuvo una puntuación completa, es decir, seis de seis criterios. Sólo se necesitan cuatro respuestas positivas al cuestionario para el diagnóstico. Una vez, cuando una de mis hijas y su novio nos visitaron para cenar, discutimos la tontería de los diagnósticos psiquiátricos y, para ilustrarlo, los sometí al test. Mi hija sacó un cinco, como yo, y su novio, muy relajado y del que nunca sospecharía que fuera positivo, sacó un cuatro. Así que éramos cuatro personas disfrutando de nuestra cena y compañía, todos con un falso diagnóstico psiquiátrico.
Mi pequeño ejercicio hace que la gente se dé cuenta de lo tontos y poco científicos que son los diagnósticos psiquiátricos. Siempre le digo a la gente que estoy en el mismo barco que ellos y que no deben preocuparse sino alegrarse, como dice la canción de Bobby McFerrin, porque algunas de las personas más interesantes que he conocido cumplen los requisitos para el diagnóstico de TDAH. Son dinámicos y creativos y tienen dificultades para quedarse quietos en sus sillas fingiendo que están escuchando si el conferenciante es aburrido.
Sin embargo, los psiquiatras han tenido el descaro de decir al mundo entero que las personas con un diagnóstico de TDAH sufren un “trastorno del neurodesarrollo”. Tanto el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) utilizado en EE.UU. como la Clasificación Internacional de Trastornos (CIE-11) utilizada en Europa dicen esto.
Postular que miles de millones de personas tienen cerebros equivocados es lo más indignante que puede haber.
Una de las veces que di una conferencia para “Mejorar la psiquiatría”, una mujer del público dijo: “Tengo TDAH”. Le contesté: “No, no lo tienes. Puedes tener un perro, un coche o un novio, pero no puedes tener TDAH. Es una construcción social”. Le expliqué que es sólo una etiqueta, no algo que existe en la naturaleza, como un elefante que todo el mundo puede ver. La gente tiende a pensar que obtiene una explicación para sus problemas cuando los psiquiatras les dan un nombre, pero esto es un razonamiento circular. Paul se comporta de una manera determinada, y nosotros le daremos a este comportamiento un nombre, TDAH. Paul se comporta así porque tiene TDAH. Lógicamente, es imposible argumentar de esta manera.
A menudo bromeaba durante mis conferencias con que también necesitamos un diagnóstico para aquellos niños que son demasiado buenos para quedarse quietos y no se hacen ver ni oír en clase. Esto se hizo realidad, con la invención del diagnóstico ADD, trastorno por déficit de atención, sin la hiperactividad. Desde ese día, he bromeado sobre cuánto tiempo tendremos que esperar para ver también un diagnóstico para los que están en el medio, porque entonces habrá un medicamento para todos y la industria farmacéutica habrá alcanzado su objetivo final, que nadie se escape de ser tratado.
El diagnóstico de depresión no es mucho mejor. Es muy fácil que te den este diagnóstico aunque no estés realmente deprimido, sino que sólo te sientas un poco al margen de lo habitual. 4
Incluso los diagnósticos más graves son muy inciertos. En algunos estudios se ha considerado que muchas personas -en la mayoría de los casos- han sido diagnosticadas erróneamente de esquizofrenia. 4
Dada esta inmensa incertidumbre, desacuerdo y arbitrariedad, debería ser muy fácil librarse de un diagnóstico erróneo. Sin embargo, es imposible, y no hay un tribunal de apelación como en los casos penales. Es como en la época medieval, en la que se condenaba a la gente sin motivo y sin posibilidad de recurso. Como se verá en la sección sobre el tratamiento forzoso en el capítulo 4, se viola la ley de forma rutinaria, algo que no toleraríamos en ningún otro sector de la sociedad.
Parece que no importa si el diagnóstico es correcto o erróneo. Te persigue durante el resto de tu vida y puede dificultar que consigas la educación con la que sueñas, un trabajo, ciertas pensiones, que te aprueben la adopción o incluso que te quedes con el carné de conducir. 22,23
Además, es frecuente que se abuse de los diagnósticos psiquiátricos en los casos de custodia de los hijos cuando los padres se divorcian. 22 Incluso cuando el diagnóstico es evidentemente erróneo y la propia psiquiatra dudaba seriamente de él cuando lo hizo, no puedes hacer que te lo quiten. 23 Se le pega para siempre, como si fueras una vaca marcada.
La cineasta danesa Anahi Testa Pedersen realizó la película Diagnosing Psychiatry24 sobre mis intentos de crear una psiquiatría mejor y sobre sus propias luchas con el sistema. Recibió el diagnóstico de esquizotipia, que es un concepto muy vago y muy dudoso (véase el capítulo 5), cuando fue ingresada en un pabellón psiquiátrico debido a una grave angustia por un divorcio.
Era obvio que sufría una angustia aguda y que nunca debería haber tenido un diagnóstico psiquiátrico ni haber sido tratada con fármacos, pero en el pabellón le dieron quetiapina, un neuroléptico, y escitalopram, una pastilla para la depresión. Anahí se quedó muy sorprendida al saber que, aunque había acudido voluntariamente al pabellón psiquiátrico, las puertas estaban cerradas tras ella. Cuando cuestionó su diagnóstico al ser dada de alta, le dijeron: “¡Aquí hacemos diagnósticos!”22 Los fármacos la doparon y la volvieron apática, y se retiró de ellos.
Otra sorpresa llegó ocho años después, cuando recibió una carta de Psiquiatría de la Región Capital. Querían examinar a su hija. Creían que los trastornos psiquiátricos son hereditarios y que, por tanto, es probable que los hijos de los enfermos mentales también enfermen.
Anahí se enfadó. Su hija funciona bien, es feliz, está sana y tiene muchos amigos. La citación llegó sin que se le preguntara por su trayectoria tras el alta, ni por la situación y el bienestar de su hija, y la carta la estigmatizaba a ella y a su hija. Llamó a un psiquiatra del departamento en el que había estado ocho años antes, pero, aunque su médico de cabecera le aseguró que estaba bien y que era extraordinario que le hubieran dado el diagnóstico en primer lugar, el psiquiatra también le dijo, cuando pidió un nuevo examen: “¡El sistema no hace eso!”. Se quedó con una sentencia de por vida, aunque errónea. Esto no habría ocurrido si hubiera sido condenada erróneamente por un delito, pero en psiquiatría, esto es perfectamente “normal”.
El problema de los diagnósticos pegajosos es una muy buena razón para no acudir al psiquiatra.
[1] Burned, que podría traducirse también como desgastado.