Símbolo de atención, una interrogación dentro de un triángulo, realizada con hojas de árboles o plantas color verde. colocada sobre un fondo blanco

Un nuevo estudio subraya el papel fundamental de la “eco-angustia” frente a la tan manida “eco-ansiedad” a la hora de motivar acciones a favor del medio ambiente.

Texto publicado originalmente por Mad in America: https://www.madinamerica.com/2023/09/eco-anger-not-eco-anxiety-drives-pro-environmental-actions/ traducción realizada por Mad in México

En el campo de la investigación sobre las emociones relacionadas con el cambio climático, que evoluciona rápidamente, un nuevo estudio de la Universidad Católica de Lovaina destaca la importancia de la “eco-enojo” sobre otras emociones como la “eco-ansiedad” como principal motor de las acciones a favor del medio ambiente.

Durante años, los investigadores se han centrado en las respuestas emocionales al cambio climático. Sin embargo, los estudios anteriores han adoptado principalmente un enfoque transversal, proporcionando instantáneas en lugar de perspectivas dinámicas sobre cómo evolucionan las eco-emociones con el tiempo. El reciente estudio, actualmente en fase de revisión por pares, titulado “It is time to focus on eco-anger rather eco-anxiety: A temporal network approach to the emotional experience of climate change”, opta por una vía distinta.

Esta investigación, dirigida por los expertos Alexandre Heeren y Alba Contreras, empleó el análisis de redes temporales para trazar un mapa de cómo las emociones relacionadas con el cambio climático, como la eco-ansiedad, la eco-angustia y la eco-tristeza, interactúan con las emociones generales y los comportamientos pro-ambientales.

“Quizá el resultado más sorprendente fue la observación de que el eco-enfado es la única eco-emoción que predice comportamientos proambientales. En otras palabras, experimentar eco-enojo predice positivamente, por término medio, comportarse de forma ecológica el día siguiente”, escriben los investigadores. “Esta observación no debería sorprendernos. Se hace eco de estudios transversales anteriores en los que sólo el eco-enojo seguía estando significativamente asociado al comportamiento proambiental cuando se controlaban las eco-emociones”.

Mientras que algunos psicólogos y otros investigadores han estudiado la creciente ansiedad relacionada con el cambio climático, este artículo profundiza en la comprensión de cómo la crisis climática mundial podría influir en otras emociones, concretamente en la ira. Reconocer estos cambios afectivos es crucial tanto por su impacto en la salud mental y el bienestar de quienes atraviesan esta crisis como por la forma en que estas emociones configurarán las respuestas a la situación.

El equipo de la UCLouvain de Lovaina la Nueva (Bélgica) se propuso explorar las relaciones entre las “ecoemociones” (emociones directamente relacionadas con la crisis climática), las emociones generales (respuestas a acontecimientos de la vida cotidiana) y los comportamientos proambientales (acciones emprendidas para contrarrestar los efectos del cambio climático).

Ecoemociones, Ecoansiedad y Ecoenfado

“A medida que la gente es cada vez más consciente de los peligros actuales y futuros asociados al cambio climático, se han notificado en todo el mundo tasas alarmantes de sentimientos de ansiedad ante el cambio climático, lo que lo destaca como una amenaza potencial para la salud mental”, escriben los autores.

“En dos muestras de población general de EE.UU., alrededor de una cuarta parte de los encuestados declararon niveles de ansiedad ante el cambio climático que provocaban alteraciones funcionales en su vida cotidiana… Asimismo, en un reciente estudio internacional en países europeos y africanos… uno de cada cinco participantes declaró que la ansiedad ante el cambio climático mermaba significativamente su capacidad para desenvolverse en la vida cotidiana… Este fenómeno se conoce como eco-ansiedad (también conocida como ansiedad climática.”

Las investigaciones indican que la ansiedad ecológica no está directamente relacionada con los efectos tangibles del cambio climático, como los incendios forestales o las sequías. Se trata más bien de una ansiedad generalizada en torno al problema, asociada a consecuencias adversas para la salud mental. El equipo de la UCLouvain se preguntó si la eco-ansiedad podría ser una reacción adaptativa a una amenaza real que impulsa acciones a favor del medio ambiente.

Además, la eco-ansiedad no es la única respuesta psicológica al cambio climático identificada por los estudios. Hay indicios de que las personas pueden experimentar emociones adicionales a causa del cambio climático, conocidas colectivamente como eco-emociones, en este campo de investigación cada vez más amplio. Contreras y sus colegas destacan la escasez de datos empíricos sobre estas respuestas emocionales y abogan por una investigación más profunda.

El equipo también sentía curiosidad por las posibles distinciones entre emociones generales y eco-emociones, y se preguntaba: “¿Podría alguien experimentar eco-ira sin sentir ira en general? ¿O podría alguien sentir eco-ansiedad sin sentir simultáneamente ansiedad general?”.

Para abordar estas cuestiones, idearon un “modelo de red temporal”, con el objetivo de conectar las emociones con las catástrofes ecológicas y analizar la interacción entre las emociones generales y las eco-emociones.

La interacción de las eco-emociones y los comportamientos medioambientales

Los investigadores realizaron un estudio y utilizaron datos detallados de encuestas para crear tres tipos de redes: 1) una red temporal para rastrear cómo cambian las variables a lo largo del tiempo, 2) una red contemporánea para analizar las relaciones entre variables que se producen simultáneamente, y 3) un modelo de red entre sujetos para estudiar la interrelación media de las variables a lo largo del tiempo. Este enfoque se utiliza habitualmente en los análisis de redes temporales y proporciona una comprensión global de las variables desde diversas perspectivas.

En el estudio participaron 104 belgas, 102 de los cuales completaron la encuesta diaria. Antes de la encuesta, los investigadores recogieron información demográfica y evaluaron el estado emocional general (ansiedad, depresión, etc.) y el estado ecoemocional. También evaluaron la inclinación proambiental mediante la “Escala de Identidad Medioambiental (EIS), un instrumento de 11 ítems con preguntas como ‘Actuar de forma responsable con el planeta -con un estilo de vida sostenible- está en consonancia con mis valores morales’, calificada en una escala Likert de 7 puntos”.

Cada tarde, a las 19.00 horas, los participantes recibían un recordatorio para rellenar su diario, que incluía preguntas sobre sentimientos relacionados con el cambio climático y emociones generales.

El análisis reveló que las ecoemociones estaban interconectadas y correlacionadas con sus homólogas generales. Sin embargo, con el tiempo, la relación entre una eco-emoción y su homóloga genérica se debilitó, lo que implica que las eco-emociones no están directamente vinculadas temporalmente a las emociones generales y constituyen un fenómeno distinto. Además, un tipo de eco-emoción predecía la aparición de otras eco-emociones en días posteriores. En otras palabras, si alguien sentía eco-enojo, era previsible que experimentara eco-ansiedad y eco-tristeza en los días siguientes.

“Tu ira… ¡Es un regalo![?]” – Zach de la Rocha

En cuanto a los cambios de comportamiento, sólo el eco-enfado se asoció con un aumento de las intenciones y acciones en favor del medio ambiente. En esencia, experimentar eco-angustia un día suele conducir a actividades respetuosas con el medio ambiente al día siguiente.

Esto concuerda con estudios anteriores que muestran que, cuando se tienen en cuenta otras eco-emociones, sólo el eco-enfado se correlaciona significativamente con el comportamiento pro-ambiental.

Estudios no relacionados con el medio ambiente han descubierto que la ira puede afectar negativamente tanto a la salud mental como a la física. Aunque hay pruebas que relacionan la ira con diversos problemas de salud mental, no está claro si la ira causa o es causada por estos problemas. Además, la ira también puede provocar problemas de tensión arterial. Sin embargo, es importante señalar que la ira puede manifestarse de forma diferente en cada individuo, y las investigaciones sugieren que algunas formas de expresión de la ira pueden, de hecho, promover un comportamiento positivo hacia los demás.

“Un próximo paso crucial será evaluar los efectos adaptativos y desadaptativos a largo plazo del eco-enfado”, escriben los investigadores. “Además, en el modelo de red temporal, nuestra inesperada observación de que el comportamiento proambiental también predice el eco-enfado1 suscita preocupación por las consecuencias potencialmente dañinas de un compromiso excesivo con el comportamiento proambiental a lo largo del tiempo. Esto es coherente con una pequeña pero creciente literatura empírica que señala los posibles efectos secundarios del compromiso excesivo en causas en las que los cambios esperados no se producen fácilmente.”

Esto plantea una pregunta: ¿Podemos aprovechar el eco-enfado para promover acciones más respetuosas con el medio ambiente y, en caso afirmativo, ¿cuáles son los riesgos del “eco-burnout2? Los investigadores subrayan la importancia de comprender la dinámica de estas emociones, no sólo para entender las repercusiones emocionales de la crisis climática mundial, sino también para descifrar las múltiples reacciones (o la ausencia de ellas) ante ella.

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Contreras, A., Blanchard, A., Daouda, C. M., & Heeren, A. (2023). It is time to focus on eco-anger rather eco-anxiety: A temporal network approach to the emotional experience of climate change. (En prensa) (Enlace)

  1. Durante el texto se utilizo de manera indistinta eco-enfado, eco-enojo, eco-ira, los tres conceptos engloban el mismo aspecto, el enojo o malestar generado a partir de los efectos de destrucción ecológica.
  2. Burnout: estado de agotamiento físico o emocional, usualmente encuadrado dentro de un contexto laboral, pero que puede ser extensivo a distintas áreas de la vida.

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