Psicofármacos. Entrevista con Jessica Hirst

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Hoy en día, una cuarta parte de la población consume psicofármacos. Las bajas laborales por enfermedad mental no disminuyen, sino que aumentan. Las farmacéuticas siguen produciendo medicamentos antiguos y nuevos sin parar, que los psiquiatras recetan, también sin parar.

Mientras, el número de enfermos mentales crece a ritmo inusitado, en una época convulsa en la que las enfermedades mentales se posicionan en el rango de interés de las políticas sanitarias nos tendríamos que hacer las siguientes preguntas.

¿Y si la sobremedicación fuera la causa de que haya tantos enfermos mentales? ¿Y si los medicamentos no fueran tan efectivos como parece? ¿Y si tomarlos a largo plazo, en algunos casos, resultara perjudicial? ¿Y si los orígenes de la enfermedad no están en cada uno de los individuos afectados, sino en frustraciones condicionadas por aspectos laborales, económicos y sociales? ¿Y si el estado nos quiere obedientes y sedados?

Estas décadas de presión farmacéutica, más el incremento de medicación y de diagnósticos mentales, han hecho proliferar estudios que han alertado sobre dos cuestiones: la sobre medicación y la posibilidad de que el consumo de psicofármacos a largo plazo no sea efectivo o que incluso sea perjudicial.

Para las angustias emocionales más severas, algún tipo de tratamiento con fármacos de corta duración está bien. Pero eso no es lo que se prescribe, sino que sobre recetamos y sobre medicamos problemas moderados, problemas sobre los que no hay ninguna evidencia que estos medicamentos sean efectivos.  

“Desde la década de 1980, los sucesivos gobiernos y las grandes corporaciones han contribuido a promover una nueva concepción de la salud mental que sitúa en el centro un nuevo tipo ideal: una persona resiliente, optimista, individualista y, sobre todo económicamente productiva, las características que necesita y desea la nueva economía. Como resultado de este cambio de perspectiva todo nuestro abordaje de la salud mental se ha modificado radicalmente con el fin de satisfacer estas exigencias del mercado. Achacamos el sufrimiento a cerebros defectuosos sin vincularlos a condiciones políticas, económicos, laborales, sociales nocivas.

El modelo ideológico médico encaja con el neoliberalismo, con el capitalismo, con el individualismo, la mercantilización, la despolitización.” Afirma James Davies. Sociólogo, Psicoterapeuta autor de Sedados.

Jessica Fairfax Hirst. Artista multidisciplinar afronta desde hace más de 30 años la vida medicada por un diagnóstico que en su momento le dio el psiquiatra “depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumatico”. La toma de medicamentos con el paso del tiempo ha afectado sus capacidades físicas, cognitivas, afectivas y sexuales.

Una parte de su obra performática la dedica a mostrar los efectos de la medicación.

El 29 de este mes, presentó la pieza titulada “Psicofarmanerviosa” en Acción Spring(t) Congreso de Arte de Acción en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. En el que muestra un vídeo, al tiempo que realiza su performance, hablando de los efectos colaterales de la medicación:

“Los psiquiatras me decían ¿qué prefieres, estar viva, con disfunción sexual o tener líbido, pero querer estar muerta?”, dice.

“Tengo los efectos de estas bonitas cápsulas de colores en cada célula de mi cuerpo, he estado ingiriendo estos medicamentos durante 37 años, con la creencia de que eran lo que podría mantenerme equilibrada y lo que me impedía querer estar muerta. Estaba corrigiendo un desequilibrio químico en mi cerebro y lo acepté, a cambio de esto la química me da la voluntad de vivir sin saber que sufriría las consecuencias: cero lívido, piernas inquietas, insomnio, aumento de peso, pérdida de peso”.

Nancy Castro: ¿Cómo era tu vida antes de empezar este proceso de la medicación?

Jessica Hirst: La exigencia del círculo social en Washington en el que me desenvolvía era sumamente estresante, tenía como compañeros a gente que sus padres tenían puestos relevantes, el papá de él es un juez en el Congreso de la Suprema Corte, la mamá de ella trabaja en La Casa Blanca, me decía a mí misma: tengo que ser así y debo ser responsable para ayudar al mundo, me presionaba mucho. Tuve la suerte de vivir con privilegios mis padres me llevaron al mejor Psiquiatra según la lista The Whashington post y este mismo Psiquiatra años después sale en la portada del mismo diario por su irresponsabilidad y falta de ética  por recetar a todos sus pacientes los mismos medicamentos. En ese entonces el medicamento que tomaba era carbamazepina y era para controlar la epilepsia, porque según ellos yo tenía convulsiones emocionales, pero yo no sentía que el medicamento me haya ayudado. Lo que me ayudó más que cualquier otra cosa, fue haberme ido a una escuela de artes en Vermont, por dos años donde estuve en contacto con la naturaleza y animales hacer deporte y tener una vida balanceada esto era mejor que cualquier pastilla. 

Nancy Castro: ¿Cómo fue el proceso posterior?

Jessica Hirst: Creíamos en casa que yo ya estaba sana y mis padres me mandaron a Stanford que es una de las mejores Universidad de Estados Unidos, porque quería estudiar cosas del medio ambiente. Pero ese ambiente era tan competitivo y yo con mis anhelos de querer contribuir para mejorar el planeta me hicieron recaer, fue entonces que salió al mercado farmacéutico el prozac y entonces empecé a tomarlo y todo era mucho mejor, no sentía la necesidad de ser perfecta, era increíble, pero la lívido bajó notablemente y mi pareja en ese momento me violentaba por lo mismo, porque yo no tenía el ímpetu sexual. El psiquiatra no me puso en sobreaviso de que esto podría ocurrir. Y esto yo me lo adjudique como un defecto, me auto recriminaba como la peor persona disfuncional.

Nancy Castro: ¿Cuándo te diste cuenta que tus cualidades cognitivas iban mermando?

Jessica Hirst: Hace cinco años, comenzó con detalles de olvidar cosas y ahora es muy problemático en el día a día. La memoria a corto plazo se desvanece. La gente me dice haz una lista de lo que tienes que hacer, ok, pero yo olvido mirar la lista. Lo que me ayuda es poner alarmas para resolver.  Por ejemplo si veo a gente fuera de contexto no la recuerdo

Nancy Castro: ¿Cuántas pastillas tomas actualmente?

Jessica Hirst: Ocho en total. Litio, supuestamente para la bipolaridad, pero litio causa problemas con la tiroides entonces para ello tomo levotiroxina. Quetiapina que es un antipsicótico, pero está jode la glucosa y el colesterol, entonces para esto tomo más pastillas.

Nancy Castro: Los médicos nunca te van a decir que dejes de tomarlas.

Jessica Hirst: Claro, porque no está dentro de su código. La abstinencia puede ser un problema serio para muchas personas cuando intentan bajar su dosis demasiado rápido, y es un problema que puede durar meses, incluso años en algunos casos. El doctor Horowitz y otros investigadores han encontrado que los antidepresivos no ayudan
más que un placebo para depresión leve o moderado, y por eso recomiendan
reservarlos para casos más severos.

Nancy Castro: ¿Has interrumpido en algún momento los medicamentos?

Jessica Hirst: Trabajaba en Sudáfrica, lo consulté con un especialista y lo dejé por unos meses, y me volví obsesiva, paranoica, sentía que me salía de mi piel, no tenía a nadie cercano que me apoyara. ¡Exploté!.

Nancy Castro: En este proceso te has vuelto una experta.

Jessica Hirst: Sí, he investigado mucho a nivel científico y ningún médico va a aceptar los daños que generan los medicamentos.

A pesar de todos los daños físicos como, sensibilidad auditiva, discinesia tardía, afectación en sistema inmunológico sistema muscular y reducción de cerebro.

Mi psique está fuerte, no he tenido depresión por años. Me siento sólida

Mark Horowitz dice respecto a los antidepresivos.

No, los antidepresivos no ‘curan’ un desequilibrio químico en tu cerebro: “Hemos sido engañados”, Los antidepresivos se siguen utilizando de forma generalizada en gran parte porque “nadie ha encontrado un medicamento que funcione mejor”.

La industria farmacéutica atribuye nuestro sufrimiento a supuestas deficiencias en nuestra química cerebral. El sufrimiento es el nuevo mal y no consumir los remedios adecuados, la nueva injusticia.

En palabras de Jessica Fairfax Hirst

“Nací en Virginia, USA, y graduada de Stanford Phi Beta Kappa en Sistemas de la Tierra. Desde 2006 he vivido en Managua, Barcelona, Puerto Plata (2012-2014), Los Angeles, Malaga y Cabarete (2014-16, 2020-presente). Creo performances, videos, instalaciones y textos, a veces todo en un mismo proyecto.

Mi trabajo vive en los espacios entre el mundo y yo, en torno a temas que incluyen la enfermedad mental y la discapacidad, el realismo capitalista, psicología interpersonal, las fallas del pensamiento binario, el género y la crisis climática. Me considero una especie de refugiada del país donde nací y crecí, porque descubrí que estoy media-sana viviendo en otros países, y que cada vez que intento regresar a vivir en los EE. UU. vuelvo a enfermarme peligrosamente.

Mi carrera comenzó en la política de cambio climático en la administración Clinton-Gore en Washington, y también trabajé en consejería y danza, todo lo cual influye mi práctica artística. Mis luchas y mi privilegio informan mi obra de arte: mis discapacidades son a pesar de mi acceso privilegiado dentro de la sociedad estadounidense.

Mis discapacidades han sido un determinante profundo de cómo/cuándo/dónde/si puedo trabajar o estudiar; por ejemplo, mientras me gradué de Stanford en 1993, no pude completar tres programas de maestría diferentes en tres décadas diferentes, en Recursos y Energía (UC Berkeley, 1990s), Consejería Clínica Comunitaria (Johns Hopkins, principios de la década de 2000) y Bellas Artes (Otis College of Art and Design, 2016-17) debido a complicaciones de discapacidad y capacitismo institucional.

He tenido exposiciones, performance, proyecciones, ponencias, publicaciones y residencias en India, Tailandia, Japón, Colombia, Chile, México, Zimbabue, Senegal, República Dominicana, España (Madrid, Malaga, Barcelona, Sevilla, La Riera de Gaia, Tarragona), Francia, Austria, Jordania, Israel, Serbia, Alemania (Berlin, Kassel, Nordhorn), Brasil, Reino Unido, Francia, Letonia, Italia, Estados Unidos (Washington, DC, Nueva York, San Diego, Los Angeles) y Ecuador.”

* Artículo publicado originalmente en https://libreenelsur.mx/psicofarmacos-libre-en-el-sur/ se obtuvo la autorización de Jessica Farifax Hirst para la publicación de esta entrevista, así como del uso de las imágenes.

2 COMENTARIOS

  1. Observación. Hay un error al referirse a la sexualidad, se usa la palabra “lívido” en lugar de “libido”, que de por sí, significa “energía vital”, de lo cual, la sexualidad es solamente una parte.

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