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Kit de supervivencia para la salud mental, Capítulo 2: ¿Está la psiquiatría basada en la evidencia? (Parte 3)

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Publicado originalmente en Mad In America el 22 de marzo de 2021

Siguiendo su iniciativa durante los próximos meses estaremos publicando una traducción del libro “Kit de Supervivencia en Salud Mental y Síndrome de Abstinencia de Drogas Psiquiátricas” de Peter Gøtzsche, Mental Health Survival Kit and Withdrawal from Psychiatric Drugs. En este escrito, analiza la ciencia que hay detrás de los fármacos psiquiátricos y los defectos y prejuicios que corrompen los ensayos de medicamentos. Cada martes se publicará una nueva sección del libro

Los ensayos defectuosos han llevado a los psiquiatras por el mal camino

Las escalas de valoración utilizadas en los ensayos de fármacos psiquiátricos controlados con placebo para medir la reducción de los síntomas han hecho creer a los psiquiatras que los fármacos funcionan y que el efecto es específico para el trastorno tratado. Sin embargo, estos resultados no dicen nada sobre si los pacientes se han curado o pueden llevar una vida razonablemente normal. Además, los efectos medidos con estas escalas no son fiables. Prácticamente todos los ensayos farmacológicos controlados con placebo en psiquiatría son defectuosos. 4,54

Como los ensayos son defectuosos, las revisiones sistemáticas de los ensayos también lo son, y las directrices son defectuosas. Incluso el proceso de aprobación de medicamentos es defectuoso. Los reguladores de medicamentos no prestan suficiente atención a los fallos. Ni siquiera piden a las empresas farmacéuticas los numerosos datos o apéndices que faltan y que, según los índices que proporcionan las empresas, deberían haberse incluido en sus solicitudes. 55

La psicoterapia puede prevenir las recaídas al dejar los antidepresivos

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Psicoterapeuta mujer, sentada en sillón con una libreta de notas y pluma en mano, inclinada hacía un hombre que se encuentra sentado de perfil, el hombre tiene la mano sobre su boca con expresión de escuchar de forma atenta.

“Los programas psicológicos breves y sencillos pueden evitar que las personas recaigan cuando dejan los antidepresivos”.

¿Cuándo es seguro suspender los medicamentos antidepresivos? Si los fármacos evitan las recaídas, dejar de tomarlos podría provocar el regreso de las experiencias (como la ansiedad o la depresión) que hicieron que la persona los buscara en primer lugar. Pero un nuevo estudio -publicado en la revista de alto nivel JAMA Psychiatry- ha descubierto que la psicoterapia es tan buena para prevenir las recaídas como la continuación de los antidepresivos.

Un comunicado de prensa sobre el estudio resume sus resultados: “Programas psicológicos breves y sencillos pueden evitar que las personas recaigan cuando dejan sus antidepresivos”.

El estudio fue dirigido por Josefien Breedvelt y Claudi Bockting de la Universidad de Ámsterdam.

Los investigadores encontraron cuatro estudios previos que comparaban la psicoterapia (y la reducción/interrupción de los antidepresivos) con el uso continuado de antidepresivos. Los estudios incluyeron un total de 714 participantes y realizaron un seguimiento de los pacientes durante 15 meses después de que dejaran de utilizar los antidepresivos. Las terapias proporcionadas fueron la terapia cognitiva o la terapia cognitiva basada en la atención plena.

“Este meta-análisis de datos de participantes individuales sugiere que la entrega de una intervención psicológica mientras un paciente se somete a la reducción de antidepresivos puede ser una alternativa al uso a largo plazo de antidepresivos en el tratamiento de la depresión recurrente”, escriben los investigadores en el artículo de JAMA Psychiatry.

Antipsiquiatría: Salud y Enfermedad Mental.

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Una silla vacía, iluminada por una luz que cae desde arriba, las paredes y los pisos del cuarto se encuentran acolchados, con excepción de la silla el cuarto no está iluminado, transmite una sensación de suciedad, abandono y aislamiento.

El lugar del sujeto dentro de las instituciones.

Salud Mental

La idea de salud mental se sostiene a partir de una posición objetiva, anulando en cierta medida las particularidades de cada individuo, poniéndole un alto de esa manera a la subjetividad del sujeto.

La salud mental se encuentra en el campo de lo universal, se plantea como una cuestión general, que se dirige hacía un sujeto, sin embargo el sujeto se encuentra del lado de lo particular. Particular y universal, son discursos excluyentes entre sí mismos, mientras que lo universal plantea un todo, lo particular apunta hacia un no todo.

Los planteamientos en salud mental son dirigidos hacía un objeto teórico, hacia una suposición, a partir de una universalidad, pero dejando de fuera al objeto real, el sujeto en su padecer y en su situación específica. Este objeto teórico es el objeto creado por el discurso de la salud mental y es aquí en donde encontramos a sus voceros, aquellos que se hacen llamar expertos, los dispositivos psi, todas estas ramas que se colocan como dueños del saber en cuanto a la salud y enfermedad mental, y por lo tanto quienes se consideran en capacidad de determinar los normal y anormal.

El discurso de la salud mental; la salud mental se presenta como un significante Amo, comanda el discurso y el actuar de aquello que se han alienado bajo sus mandos. Bajo la idea de la “salud mental” es como se considera nuestro actuar, nuestra manera de relacionarnos, y todo aquel que se desvíe aunque sea un poco de aquel camino trazado por la “normalidad” queda marcado como un “anormal”, o en palabras que a mi parecer son más graves… un “enfermo mental”.

Una de las problemáticas más complejas al abordar este tema es el pensar cual es el tratamiento que se brinda por aquellos dispositivos psi, este problema lo encontramos especificado en que el objetivo de todo tratamiento apuntaría hacía un mayor “bienestar” para el sujeto, este sería el ideal del trabajo terapéutico o tratamiento, y esta idea de bienestar es determinada por los profesionistas, por la estandarización y la idea de “normalidad” sin embargo el bienestar es relativo en cada caso, por lo que el trabajo debe irse construyendo en función al paciente, buscando la invención de una “solución” a partir de cada síntoma, de cada sujeto.

Cada tratamiento debe de considerar al síntoma como lo más particular del sujeto, implica una manera de comunicación hacía otro, se implica a sí mismo y a otro, es una manera de desarrollar un discurso, un mensaje por medio de una manifestación sintomática, es por esto que un síntoma no puede ser reducido a una lista de criterios expuesta por un manual diagnóstico (llámense DSM-V o el más reciente CIE-11).

Es a partir de esto en donde quisiera dirigir la mirada hacía una postura tanto teórica como ética que tomó relevancia en la década de los 60’s sobretodo gracias a los trabajos de David Cooper, Robert Laing, Thomas Szasz y Erving Goffman, siendo esta la antipsiquiatría, en un planteamiento muy general la antipsiquiatría se presenta como una corriente radical que descarta los desarrollos psiquiátricos, desplazándose hacia toda rama encargada de pensar y actuar sobre cuestiones relativas a la salud mental y psicopatología. Al luchar contra la estigmatización, pareciera ir en contra de todo trabajo realizado por los dispositivos psi.

Sin embargo podemos tomar ciertas ideas planteadas por esta corriente y replantearlas en función a pensar en intervenciones dentro del ámbito clínico.

He decidido tomar el enfoque de la antipsiquiatria no por sus críticas a los dispositivos psi como institución de poder, sino por tomar al sujeto como eje principal de su intervención, retomando al sujeto en su particularidad, en su contexto social, haciéndolo protagonista de su “padecer” (si es que de algo padece).

¿Es asociable lo crítico a la psiquiatría?: 12 tensiones

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Cuestionamiento, signo de interrogación dentro de una cabeza, de fondo un laberinto

Tarea difícil, ¿posible?

Listo 12 puntos acerca de los desencuentros entre lo crítico y lo psiquiátrico.

1. La ciencia como investidura aurea.
La mirada de ciencia dominante tiene varios puntos ciegos.  

Uno, es su pretensión de neutralidad, de una supuesta libertad de pensamiento que a veces se desentiende del conflictivo entramado de intereses donde es producida.

Otro, es su pretensión de verdad. Pese a que es parte fundamental de su ideario el dinamismo de permanecer en estado de aprendizaje permanente, muchas, demasiadas veces acaba entendiéndose en un lugar de supremacía desde donde otea inferiorizando a otros sistemas de pensamiento.

La psiquiatría es la hija bastardeada del cartesianismo que dividió y jerarquizó lo corporal respecto a lo mental. Así, esta no puede evitar la cojera constitutiva de que su objeto de estudio, lo psíquico, resulte un asunto “menor”.

Desesperación

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Collage realizado por Leslie Borja

Aunque sea trasparente la gente no me puede ver, parece que mostrarse vulnerable está prohibido, que es un lenguaje del demonio que nadie entiende y nadie tiene el derecho de portar. Pero es mi cartel mi credencial.

El tiempo me ha enseñado que no quepo aquí, que soy una persona llena de signos que asustan, que no son queridos, que no se palpan.

Si tienes sentimientos prohibidos te preparan para que sientas igual que todos o más bien para que no sientas, tratan de calmar lo que no puede ser calmado, apagar la llama con la que te estás quemando, aunque te convenga y a lo mejor lo que necesitas es ser ceniza para darte cuenta de que el fuego ya no puede dañarte.

Deseo que alguien me toque, que alguien me toque porque no soy material, porque soy tan sutil como el humo del agua hirviendo, sin olor, sin color y sin cuerpo.

¡Que alguien me atrape! O por lo menos pueda mecer su pelo.

Intervenciones a través del arte: Acto y escucha

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Máquina de escribir, a un lado hay algunas hojas que arrugaron y apretaron en forma de bola
Vintage typewriter and a blank sheet of paper

“A nosotros los legos siempre nos intrigó

 averiguar de dónde esa maravillosa personalidad, el poeta,

 toma sus materiales […]y como logra conmovernos

  con ellos, provocar en nosotros unas

 exaltaciones de las que ni siquiera nos creíamos capaces. “

Sigmund Freud[1]

En la actualidad parte de lo que conocemos como arte se ha establecido desde un consumo intelectual y privado donde aquellos con conocimiento y poder tener acceso. Pongo énfasis al señalar que este arte-consumo no es predominante puesto que existen propuestas divergentes en espacios no institucionalizados dando otro significado al lugar y la expresión. No se consume sino que propone una ventana a otras realidades.

Según la RAE, el arte es una actividad humana que tiene como fin la creación de obras culturales, sin embargo, son precisamente estas las que son consumidas por intelecto o adquisición.

No hay duda que el arte es parte de la cultura, sin embargo, pienso que tiene un matiz más profundo que lo denotado. Otra acepción establece que el arte es la producción final de una persona o conjunto de personas (social, cultural, económica). Esta persona o conjunto de personas parece tener cierto privilegio al acceder a cierto tipo de material que solo ellos tienen acceso y que precede a la obra.

La definición que habito y sigo elaborando es que el arte es un vínculo que conecta no solo con ese material, sino que establece un vínculo con la otredad. El arte no solo consta de la obra finalizada, sino que se da en parte como un diálogo entre aquel que la realiza (Artista), la obra en si, y aquel que la ve (público o espectador).

Es un diálogo indirecto a tres bandas donde el mensaje siempre está moviéndose. El poeta al que Freud busca referirse no es aquel de pensamientos románticos que escribe versos o tiene un don, mucho menos es inspirado por las musas. De acuerdo con el griego, creación significa Poiesis y bajo este término el poeta sería entonces creador.

El poeta, este personaje y su material no es único; “harto a menudo nos aseguran que en todo hombre se esconde un poeta, y que el último poeta desaparecerá con el último de los hombres.”[2] El creador o poeta siempre tendrá un vínculo con otros poetas, No solo es aquel quien produce sino quien establece un diálogo con el espectador y la obra. Desde este sentido es donde conformo mi significado de arte y donde comencé a construir las intervenciones a través del arte.

Cada ser humano es un poeta y en ello se presenta la posibilidad de no solo ser consumidores sino creadores. Cabe mencionar que la transición no es un acto voluntario, requiere de un encuentro con ese material que, de acuerdo con Pichón-Riviere, todo proceso creador proviene de aquello que en nuestro interior ha quedado en ruinas.

El proceso para cada persona es singular y en mi caso, cada encuentro que sostuve con esas ruinas siempre se dio (aún se da) a través de la escritura y la música. En mi infancia fui un niño callado y temeroso, nunca tuve algún sentido o gusto por el arte, ni por la música que mis papás llegaban a escuchar.

No recuerdo exactamente cuando comencé a escribir, aunque lo que puedo rememorar como antecedente a mi escritura es que me gustaba jugar mucho con mis muñecos de Dragon Ball. Me gustaba contar mis propias historias más allá de lo narrado en la serie de televisión, había algo que no me dejaba satisfecho.

Era pensar en la posibilidad de otra historia, una narrada por mí, que representara mis deseos y pudiera establecer mi propia realidad dentro del juego. De manera similar siento algo con la escritura. Llegué a leer un fanfict de un escritor que no lo culminó; y sin que el autor me lo pidiera, continué escribiendo la historia solo para mí. No fue sino hasta una época en mi vida donde caí en ansiedad y depresión donde recuerdo que la escritura fue mi sostén.

La escritura me situó delante de mi propia palabra que, si bien no podía expresar con mi voz, si lo pude hacer a través de las letras que en cada oración o frase me iban tocando.  Freud mencionaría algo al respecto para referirse al acto creador: “…todo niño que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio o, mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada.”[3] La creación en el juego y en el arte tiene la peculiaridad de acudir a las ruinas para ver los vestigios y transformarlos en otra cosa.

Kit de supervivencia para la salud mental, Capítulo 2: ¿Está la psiquiatría basada en la evidencia? (Parte 2)

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Publicado originalmente el 15 de marzo de 2021 en idioma inglés por Mad In America.

“Kit de inicio de la psiquiatría”: Píldoras para la depresión

Los pacientes y sus familiares suelen referirse a las pastillas para la depresión como “el kit de inicio de la psiquiatría”. Esto se debe a que muchas personas comienzan su “carrera” psiquiátrica consultando a su médico de cabecera por algún problema que muchos de nosotros tenemos de vez en cuando y salen de la consulta del médico con una receta de una píldora para la depresión, lo que les trae problemas.

Como ya se ha señalado, las píldoras para la depresión se prescriben a menudo para indicaciones no aprobadas, el llamado uso off-label. Cuando los problemas se acumulan, el médico de cabecera puede remitir al paciente a un tratamiento psiquiátrico. La mayoría de estos problemas son iatrogénicos (en griego significa “algo causado por el médico”).

Si lee los prospectos de las píldoras para la depresión, que son fáciles de encontrar en una búsqueda en Google (por ejemplo, “duloxetina fda”), verá que estos fármacos hacen que algunas personas sean hipomaníacas, maníacas o psicóticas de otras maneras. Cuando esto ocurre, es probable que tu médico concluya que te has vuelto bipolar o que sufres una depresión psicótica y te dé otros medicamentos, por ejemplo, un neuroléptico, litio, un fármaco antiepiléptico o los tres, además de la píldora para la depresión.

Existe un considerable solapamiento entre los daños de los fármacos psiquiátricos y los síntomas que los psiquiatras utilizan al realizar los diagnósticos, por lo que no se tarda en tener varios diagnósticos y tomar varios fármacos. 2,4

Un estudio confirma el sobrediagnóstico del TDAH en niños y adolescentes

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Niño que se encuentra en un salón de clases, sin prestar atención a lo que ocurre en el salón, se nota distraído

Los investigadores médicos presentan pruebas de que el TDAH está sobrediagnosticado en niños y adolescentes, lo que puede provocar daños importantes.

Un nuevo estudio ha descubierto que el TDAH está sobrediagnosticado en niños y adolescentes. El aumento de los diagnósticos en aquellos con síntomas leves puede llevar a los niños a exponerse a los daños de la medicación estimulante sin ningún beneficio.

“Se encontraron pruebas convincentes de que el TDAH está sobrediagnosticado en niños y adolescentes”, concluyen los investigadores. “Para los individuos con síntomas más leves, en particular, los daños asociados a un diagnóstico de TDAH a menudo pueden superar los beneficios”.

Los investigadores fueron dirigidos por Luise Kazda, de la Universidad de Sidney (Australia), y se publicaron en JAMA Network Open.

Los investigadores reconocen que el diagnóstico de TDAH es problemático de muchas maneras. La ampliación de la categoría diagnóstica en el DSM 5ha aumentado el potencial de sobrediagnóstico (para niños que cumplen menos criterios, por ejemplo). También señalan que los comportamientos que antes se consideraban normales en los niños se han medicalizado cada vez más y se consideran pruebas de “enfermedad”.

Sin embargo, su estudio actual se centra únicamente en la idea del sobrediagnóstico, es decir, la ampliación del diagnóstico a niños que no obtendrán ningún beneficio de él, sino que pueden resultar perjudicados.

Los investigadores señalan que el sobrediagnóstico del cáncer es bien conocido en la literatura de investigación. De ahí surgió un marco para evaluar el sobrediagnóstico de otras enfermedades (como las cardíacas), y los investigadores lo aplicaron al estudio actual.

Para cumplir los criterios de sobrediagnóstico basados en este marco, deben darse cinco condiciones:

  1. Posibilidad de aumentar el diagnóstico;
  2. El diagnóstico ha aumentado;
  3. Los recién diagnosticados tienen síntomas leves o “subclínicos”;
  4. Los recién diagnosticados reciben tratamiento; y
  5. Los perjuicios del diagnóstico y el tratamiento pueden ser mayores que los beneficios.

Los investigadores examinaron 334 estudios, cada uno de los cuales aportaba datos sobre al menos una de las cinco condiciones. Descubrieron que las cinco condiciones estaban respaldadas por la investigación.

Dado que no existe una prueba biológica para el TDAH y que el diagnóstico se aplica de forma subjetiva en función de la edad, el sexo, la raza y el nivel socioeconómico, hay margen para que el diagnóstico se amplíe. Además, al flexibilizarse los criterios de diagnóstico, las tasas de TDAH han aumentado. Los investigadores confirmaron que una gran proporción de los nuevos casos se encuentran en el extremo “leve” del espectro. Las tasas de tratamiento con estimulantes para el TDAH también han aumentado, incluyendo a aquellos con TDAH “leve” o “subclínico”.

Según los investigadores, también hubo pruebas significativas de daño tras el diagnóstico. Escriben: “En 22 estudios, se demostró que una visión biomédica de las dificultades está asociada con el desempoderamiento”. Además, el diagnóstico “también puede desviar la atención de otros problemas individuales, sociales o sistémicos subyacentes”.

Los investigadores descubrieron que recibir un diagnóstico de TDAH también aumenta la estigmatización: “El diagnóstico puede crear una identidad que potencie los prejuicios y los juicios, que se asocian con sentimientos aún mayores de aislamiento, exclusión y vergüenza”.

Los investigadores también descubrieron que el tratamiento, en particular la medicación estimulante, era ineficaz y potencialmente perjudicial, especialmente para aquellos niños con TDAH “leve” o “subclínico”.

“Sólo 3 estudios informaron de un seguimiento a largo plazo más allá del tratamiento activo, y no encontraron diferencias en los síntomas entre los jóvenes que fueron tratados y los que no fueron tratados en la vida posterior, y otro estudio no encontró diferencias en los síntomas después de un período de lavado de 48 horas. En cuanto a los daños, el tratamiento activo se asoció comúnmente con eventos adversos leves y moderados y con altas tasas de interrupción.”

Los investigadores escriben que los médicos, los padres y los profesores deben ser conscientes del potencial de sobrediagnóstico. Especialmente en el caso de los niños con TDAH “leve” o “subclínico”, es probable que los daños del diagnóstico y la medicación superen los posibles beneficios. Recomiendan un enfoque de observación y espera para los casos más leves, similar al recomendado para algunos cánceres de bajo riesgo, que también están plagados de sobrediagnósticos.

Los investigadores escriben:

“Nuestros hallazgos tienen implicaciones para estos individuos, que pueden verse perjudicados por el sobrediagnóstico y los efectos adversos de la medicación durante la infancia, la adolescencia e incluso la edad adulta. Estos hallazgos también son relevantes para el creciente número de adultos que están siendo diagnosticados recientemente con TDAH y pueden ser aplicables a otras condiciones, como el autismo.”

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Kazda, L., Bell, K., Thomas, R., McGeechan, K., Sims, R., & Barratt, A. (2021). Overdiagnosis of attention-deficit/hyperactivity disorder in children and adolescents: A systematic scoping review. JAMA Network Open, 4(4), e215335. doi:10.1001/jamanetworkopen.2021.5335 (Link)

Allen Frances se enfrenta al exceso de prescripción de antidepresivos

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La mano de un médico sale de la pantalla de una laptop entregando un puñado de pastillas.

El destacado psiquiatra analiza por qué los antidepresivos siguen siendo muy recetados y ofrece soluciones al problema.

El eminente psiquiatra Allen Frances escribió recientemente un artículo en el que explora las razones de la prescripción excesiva de antidepresivos.

En el HealthWatchboletín, Frances explica que la corrupción de la industria ya no es el único factor que explica el aumento vertiginoso del uso de antidepresivos, dado que muchos de los medicamentos ya no tienen patente y, por tanto, son menos rentables para las empresas farmacéuticas. Hay que identificar otras razones si los defensores de la salud pública quieren reducir los daños causados por las prescripciones inadecuadas.

A pesar de la creciente popularidad y uso de los antidepresivos, la investigación ha planteado serias dudas sobre su eficacia para la depresión. La corrupción de la industria ha sido una de las principales razones de su continua popularidad. La escritura fantasma, las conclusiones engañosas, las campañas de relaciones públicas, etc., se han utilizado para impulsar los antidepresivos en el mercado a pesar de las preocupaciones sobre la eficacia y la seguridad de su uso a largo plazo.

Otros estudios han planteado la preocupación por el síndrome de abstinencia y los efectos secundarios de los antidepresivos. El reconocimiento de los efectos de la abstinencia se ha considerado una victoria para los usuarios de los servicios que, a pesar de que durante años se les ha dicho que la abstinencia es leve y breve, han insistido en que se les escuche. Todo esto ha llevado a que se preste cada vez más atención a ayudar a los pacientes a retirarse de forma segura de estos fármacos, y los expertos sugieren meses de interrupción lenta.

Frances escribe este nuevo artículo en un momento en el que el debate sobre la eficacia y la seguridad de los antidepresivos ha recibido la atención general, al menos en países como el Reino Unido. Frances, que en su día presidió el grupo de trabajo del DSM IV, se ha convertido en un feroz crítico del sobrediagnóstico y la sobreprescripción en psiquiatría. Ha escrito numerosos libros y artículos en los que critica la reducción de los umbrales de diagnóstico y la inclusión sin escrúpulos de determinadas categorías diagnósticas en el DSM-V.

Frances escribe que, a pesar de que estos fármacos están fuera de patente, su uso ha crecido exponencialmente en Estados Unidos y el Reino Unido. Al mismo tiempo, hay pocas pruebas que sugieran que los trastornos psiquiátricos hayan aumentado para justificar tal incremento en la prescripción. Da varias razones para este aumento.

En primer lugar, señala que la mayoría de los prescriptores son médicos generalistas que no conocen muy bien a sus pacientes y que a menudo sólo los ven un día en que el paciente está en medio de un profundo sufrimiento. Dada la falta de historia con el paciente, pueden sentirse presionados a recetar antidepresivos para tratar los síntomas inmediatos.

Frances escribe que la mitad de los pacientes que empiezan a tomar los fármacos permanecen con ellos durante al menos dos años, y muchos lo harán durante décadas. Para las personas con síntomas leves o moderados, esta es “la peor práctica”, ya que la mayoría de estos síntomas probablemente se habrían disipado con el tiempo, con ayuda en la reducción del estrés o cuando el factor estresante desapareciera.

Señala que hay dos razones principales por las que la gente sigue tomando antidepresivos durante años. La primera es el efecto de la mala atribución. Las personas que empiezan a sentirse mejor después de tomar los antidepresivos pueden suponer que es debido a los fármacos que se sienten mejor. En la mayoría de los casos, las personas con síntomas leves habrían empezado a sentirse mejor con el tiempo o a medida que el acontecimiento estresante se resolvía por sí mismo. Por lo tanto, una vez que creen que estas pastillas funcionan, les resulta difícil dejarlas.

La segunda razón importante para el uso continuado son los síntomas de abstinencia. Frances señala que los pacientes pueden experimentar síntomas de abstinencia debilitantes cuando dejan los antidepresivos. Escribe:

“El síndrome de abstinencia puede ser muy desagradable y aterrador, provocando letargo, tristeza, ansiedad, irritabilidad, problemas de concentración, problemas de sueño, pesadillas, síntomas de gripe, náuseas, mareos y sensaciones extrañas”.

Dado que no hay suficiente información sobre la gravedad del síndrome de abstinencia de los antidepresivos en la comunidad médica y entre el público no especializado, el síndrome de abstinencia se confunde a menudo con la recaída, lo que da lugar a un círculo vicioso de prescripción a largo plazo.

Además, cuestiona su uso cada vez más frecuente en niños y adolescentes, a pesar de las pruebas de que podrían estar relacionados con mayores tasas de suicidio. Frances sostiene que los antidepresivos son beneficiosos para la depresión severa, donde el placebo y la psicoterapia podrían fallar. Según Frances, si podemos asegurar correctamente que sólo aquellos con síntomas graves reciben antidepresivos y los demás son tratados con tiempo o terapia, estaríamos en el camino correcto.

Frances escribe que la respuesta placebo es poderosa para las personas con síntomas más leves y moderados. En otras palabras, estas personas se benefician del mero hecho de pensar que están tomando antidepresivos, pero la depresión grave podría requerir el uso real de antidepresivos.

Como solución a este problema creciente de prescripción excesiva, sugiere que los médicos generales se tomen tiempo para conocer y comprender a sus pacientes y se aseguren de que los síntomas más leves se traten con una espera vigilante, técnicas de reducción del estrés y consejos. La depresión moderada debería tratarse primero con psicoterapia en lugar de con medicación.

Pero diagnosticar la depresión también puede ser complicado. Como ya ha señalado Frances, la inflación de los diagnósticos y la reducción de los umbrales han hecho que cada vez más personas encajen en categorías psiquiátricas. El uso de inventarios de autoinforme, que son habituales entre los médicos de cabecera, contribuye en gran medida al sobrediagnóstico, lo que lleva a la sobremedicación. El uso de instrumentos de cribado debería restringirse a los grupos de alto riesgo, como las personas con antecedentes de conducta suicida.

Frances termina su artículo señalando que, aunque formar a los médicos de cabecera y hacer que se tomen tiempo para conocer a sus pacientes es costoso y requiere mucho tiempo, a la larga, protege a los pacientes de los daños de la medicación innecesaria. Por último, para aquellos que pueden superar su depresión por otros medios, también proporciona una sensación de fuerza y resistencia.

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Frances, A. J. (2021 22 de abril). ¿Por qué se recetan tanto los antidepresivos? ¿Y qué hacer al respecto? NewsWatch, 115, 4-5 (Enlace)

Los fármacos psiquiátricos pueden reducir las capacidades sociales y emocionales

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Una pastilla, en vertical, la mitad inferior de color rojo, la mitad superior blanca. Refleja una sombra, pero la sombra es la silueta de perfil de una persona.

La investigación revela que la cognición social y la capacidad de procesamiento emocional pueden verse alteradas por los fármacos psiquiátricos.

Mientras que los déficits en la cognición social se asocian a menudo con los trastornos psiquiátricos y se utilizan para diagnosticarlos, una nueva investigación sugiere que los medicamentos utilizados para tratar los trastornos psiquiátricos también pueden afectar negativamente a la cognición social.

Dirigidos por Zoe Haime, del University College de Londres, los investigadores que realizaron el estudio plantearon la hipótesis de que los medicamentos psiquiátricos que producen efectos sedantes podrían afectar a la cognición social. Esperaban que su revisión ayudara a aclarar la naturaleza de los déficits subyacentes en la cognición social en personas diagnosticadas con trastornos psiquiátricos para “ayudar en el desarrollo de tratamientos dirigidos a la cognición social, que también pueden mejorar el funcionamiento social y los resultados generales.”

“Hay buenas razones para creer que los medicamentos psiquiátricos pueden influir en la cognición social, especialmente aquellos con acciones sedantes que se sabe que deterioran el funcionamiento neurocognitivo en los voluntarios”, escriben los autores. “Aclarar estos efectos es importante para comprender la naturaleza de los déficits cognitivos sociales en los trastornos psiquiátricos, y para evaluar los efectos del tratamiento en la cognición social y los resultados asociados, como el funcionamiento social”.

La cognición social se define como los “procesos mentales que subyacen a la capacidad de entender y actuar sobre el pensamiento, las intenciones y los comportamientos de los demás”. Los medicamentos psiquiátricos, que actúan alterando sistemas neurotransmisores específicos, tienen fuertes efectos sedantes y pueden causar cambios permanentes en el cerebro. Además de sus efectos sedantes, los medicamentos psiquiátricos afectan a la emoción y la motivación y provocan un embotamiento emocional y una pérdida de contacto con uno mismo y con los demás.

Como señalan los autores, la investigación sobre las interacciones de los fármacos con la cognición social se limita en gran medida a los estudios de benzodiacepinas en voluntarios sanos y a los estudios de antipsicóticos en pacientes con esquizofrenia. Tras realizar una revisión sistemática de 2.931 artículos elegibles, los investigadores descubrieron que las benzodiacepinas administradas a voluntarios sanos provocan alteraciones significativas en las tareas de cognición social de reconocimiento de emociones, lo que sugiere que las dosis terapéuticas alteran el procesamiento de las emociones. Además, algunos estudios utilizaron la neuroimagen para comparar la cognición social antes e inmediatamente después de tomar benzodiacepinas y descubrieron que una sola dosis de diazepam daba lugar a respuestas atenuadas a las emociones de los demás.

Con respecto a los medicamentos antipsicóticos, un estudio descubrió que las dosis más altas de antipsicóticos se relacionaban con niveles más altos de deterioro cognitivo social en pacientes con esquizofrenia. Los autores señalan:

“Las investigaciones sobre la función neurocognitiva sugieren que los antipsicóticos, en particular, pueden tener efectos específicamente perjudiciales en personas con trastornos psiquiátricos”.

Aunque se necesita más investigación sobre los efectos de los medicamentos sedantes en la cognición social para evaluar sus efectos en la misma, la investigación disponible sugiere una correlación entre ciertos medicamentos y el deterioro de la cognición social, con importantes implicaciones tanto para el diagnóstico como para el tratamiento de las deficiencias psiquiátricas. Como concluyen los autores:

“Aunque se han identificado déficits en la cognición social en personas con diagnósticos psiquiátricos y se asocian a un funcionamiento social deteriorado, seguimos sin saber hasta qué punto son atribuibles a los efectos del trastorno o a los efectos de su tratamiento.”

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Haime, Z., Watson, A., Crellin, N., Marston, L., Joyce, E., Moncrieff, J. (2021). “Una revisión sistemática de los efectos de los medicamentos psiquiátricos en la cognición social”. (Preprint). 10.21203/rs.3.rs-651572/v1(Link)