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¿Puede la discapacidad psicosocial decolonizar la salud mental? Conversación con Luis Arroyo y Justin Karter

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Word Inclusion on school blackboard written with chalk

Subtítulo: Luis Arroyo, de Mad in Mexico, entrevista a Justin Karter, de MIA, sobre cómo la inclusión de la discapacidad psicosocial puede transformar la Salud Mental Global.

Introducción:

Esta entrevista es una conversación entre Luis Gerardo Arroyo Lynn y Justin Karter.  

Mad in México es creado en septiembre de 2021, no es sólo una extensión, sino una rama esencial de la iniciativa internacional de Mad In America. Su misión resuena con los valores centrales de desafiar el pensamiento convencional en torno a la salud mental, centrándose en las comunidades latinas y de habla hispana de los Estados Unidos.

Luis es editor de Mad in México, psicólogo egresado de la Universidad La Salle, cursando la maestría en Psicología Social de Grupos e Instituciones en la UAM Xochimilco, realizando una investigación sobre “Despsiquiatrización de la Salud Mental”. Con una postura desde la psicología crítica, la antipsiquiatría y el antiespecismo.

Luis conversa hoy con Justin M. Karter, de Mad in America, cuyo trabajo multidisciplinar se sitúa en la intersección de la psicología, el periodismo, los estudios sobre discapacidad y la salud mental global. Como psicólogo, instructor del Center for Psychological Humanities & Ethics del Boston College y editor de noticias de investigación de Mad in America desde 2015, el enfoque de Justin sobre la salud mental va más allá de la práctica clínica.

En el punto de mira está la investigación de Justin titulada “Inclusión hacia la transformación: La defensa de la discapacidad psicosocial y la salud mental global”. Este estudio, finalizado en agosto de 2021, aborda problemas acuciantes en el discurso moderno sobre salud mental. Critica las nociones occidentales predominantes que conforman el Movimiento para la Salud Mental Global (MGMH) y defiende una perspectiva basada en los derechos, teniendo en cuenta las condiciones culturales, políticas y económicas.

Esta entrevista explora la base de la investigación de Justin, examinando el potencial transformador de un marco integrado de discapacidad psicosocial. Al interrogar y deconstruir los discursos dominantes, esta conversación promete arrojar luz sobre cómo podemos servir mejor a las personas con experiencias sufrimiento psíquico, trascendiendo los límites tradicionales y adoptando un enfoque más inclusivo y basado en los derechos. Esta conversación pretende redefinir la forma en que abordamos la salud mental, la locura, la psiquiatría y el sufrimiento psicológico, en un mundo que necesita desesperadamente una perspectiva compasiva y crítica.

A continuación puede escuchar el episodio del podcast en idioma inglés:

Una versión transcrita en idioma inglés puede consultarse en el sitio de Mad in America: https://www.madinamerica.com/2023/08/can-psychosocial-disability-decolonize-mental-health-a-conversation-with-luis-arroyo-and-justin-karter/

Luis Arroyo:  Así pues, la idea de esta entrevista o conversación es hablar de tu disertación y de otros artículos que has escrito sobre Salud Mental Global, centrándonos especialmente en la relación establecida con el movimiento de las discapacidades psicosociales y el activismo. En este momento, estoy trabajando en un proyecto que explora cómo el activismo está impulsando cambios significativos en la forma en que pensamos sobre la salud mental, durante la investigación, sin embargo, me encuentro atrapado en situaciones en las que los discursos de la salud mental y la psiquiatría parecen aprovecharse de estos cambios. Basan sus propias narrativas en el activismo, lo que les hace parecer progresistas, pero de una forma casi extractivista.

Cuando empecé a leer tus artículos y tesis, me sentí inspirado, es un trabajo extraordinario, y pensé: “Más gente tiene que saber de esto, leerlo y ser consciente de estas situaciones”. Te envié algunos temas para dialogar, junto con preguntas concretas, pero la idea es ver adónde nos lleva la conversación, buscando algo más flexible, pero, el primer tema, con el que quiero empezar, es “¿Qué es la salud mental global?” inicialmente, pensaba en ella como un discurso establecido por la OMS, un discurso psiquiátrico, pero en el artículo “The Poison in the Cure” (el veneno en la cura) haces una distinción entre la Salud Mental Global y la OMS.

Justin Karter:  Sí, en primer lugar, gracias por tu interés en este trabajo, creo que es un tema importante que no ha recibido mucha atención dentro de las disciplinas psicológicas y psiquiátricas, particularmente en el Norte Global. Es decir, los movimientos de consumidores, supervivientes, ex-pacientes, académicos y activistas han sido en gran medida marginados en nuestras disciplinas profesionales. Ahora bien, prestar atención a la forma en que la discapacidad psicosocial, tanto como identidad como marco de defensa, ha desafiado nuestros campos no ha sido realmente reconocido ni se ha hablado de él como un discurso transformador, así que sí, me parece bien que se le preste más atención.

Además, no soy una persona con discapacidad psicosocial y soy un investigador del Norte Global, así que hay todas estas limitaciones a mi propia comprensión que quiero reconocer. Espero que pueda servir de puente hasta cierto punto, invitando a otros profesionales a hacer el esfuerzo de empezar a escuchar estas voces y a comprometerse con el conocimiento de una manera que creo que podría ser transformadora para nuestra disciplina, y también podría mejorar las condiciones de tratamiento de las personas en todo el mundo.

Empezando por ahí, ¿qué es el Movimiento Mundial de Salud Mental? Bueno, es difícil de definir, ¿cierto? Porque es amorfo y hay muchas instituciones implicadas, hay muchas conceptualizaciones y enfoques de tratamiento diferentes dentro de este marco más amplio de la Salud Mental Global. Pero para la mayoría, el movimiento de la Salud Mental Global está relacionado con la Comisión Lancet. The Lancet es una destacada revista médica, y el informe de la Comisión de Psiquiatría de The Lancet sobre Salud Mental Global ha sido dirigido por Vikram Patel y muchos otros reconocidos estudiosos de la psiquiatría, desde el principio, también estuvo relacionado con actores institucionales como la Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial e incluso los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. La idea, como menciona en el artículo con la Dra. Cosgrove, “The Poison in the Cure”, era que existe un incentivo económico y político a nivel mundial para mejorar el tratamiento de la salud mental. La idea era que el Sur Global tiene un gran número de personas que podrían estar sufriendo condiciones de salud mental, y la existencia de estas condiciones estaba impidiendo a las personas ser trabajadores o ciudadanos productivos. Esto obstaculizaba los intentos del Sur Global de aumentar el PIB y alcanzar la productividad económica del Norte Global. Hay muchas cosas problemáticas en esta narrativa, y podemos desmenuzarla un poco, pero ese fue el marco económico inicial, la comunidad mundial ayudó a dar forma a los tratamientos de salud mental en el Sur Global que habrían ayudado a estos países a alcanzar un nivel económico que podría mejorar sus condiciones.

Luis Arroyo: Estaba pensando en una situación que mencionaste con respecto a tu propia perspectiva en el campo, sobre el como no eres una persona con una discapacidad psicosocial y además eres un investigador del Norte Global, y ubicas esto como una especie de limitación a la hora de discutir contra-discursos y diversas perspectivas. Dejaste claro que esta condición existente podría influir en tu punto de vista, y antes de continuar con los temas, me preguntaba si esta situación específica complicó tu investigación, o si tal vez te dio algunas ventajas. ¿Cómo te enfrentas a este tipo de situaciones cuando hablas de discapacidades psicosociales, sin que se te considere parte de un sistema extractivista?

Justin Karter:  Es una pregunta complicada, y creo que tiene dos vertientes. Como alguien con el privilegio de pertenecer a disciplinas académicas del Norte Global y ser un investigador blanco, la sociedad me concede ciertos privilegios, estos me permiten influir en el discurso de maneras específicas, se me toma en serio como investigador y se me concede acceso a instituciones que normalmente excluyen a las personas con discapacidad psicosocial, como las conferencias psiquiátricas y los actos de la Asociación Americana de Psicología.

En la medida en que sea capaz de representar fielmente los intereses de grupos de los que no formo parte, creo que puedo ser influyente, es importante contar con aliados que ayuden a impulsar la narrativa, sin embargo, el riesgo reside en cómo mis propios intereses, tanto consciente como inconscientemente, influyen en cómo represento el mundo. También tengo que trabajar con ciertas limitaciones en el mundo académico o como estudiante de posgrado, ya sea por la presión de publicar rápidamente o de traducir el lenguaje de quienes tienen “experiencias vividas”[1] a una jerga académica reconocible para que se me considere un investigador serio.

Todas estas presiones pueden distorsionar el mensaje de forma que lo coopte y lo haga más digerible para el establishment psiquiátrico o psicológico, o que me lleve a hablar en nombre de la gente cuando ésta puede hablar por sí misma, así que creo que es esencial ser consciente de las dos caras de la moneda: cómo puedo ser útil e influyente y cómo puedo aprovechar mis privilegios para dar cabida a este movimiento en ámbitos en los que no se está dando cabida. Al mismo tiempo, debo reconocer mis limitaciones y las formas en las que no siempre puedo ser un aliado fiel, y estar abierto a la retroalimentación cuando eso ocurra.

No creo que haya una respuesta clara, salvo reconocer las tensiones en ambos lados e intentar adoptar una postura sobre un terreno inestable. Un profesor de mi programa de maestría, Bob McInerney, dio una gran conferencia sobre cómo todos nuestros conceptos se construyen sobre un terreno inestable, pero aún así tenemos que decidir qué nos importa, cuáles son nuestros valores y por qué estamos dispuestos a luchar. Así que intento defender lo que me parece correcto en cada momento, incluso cuando me veo atrapado en la parálisis de cuestionar mi papel y mi influencia, y permanezco abierto a aprender de mis errores.

Luis Arroyo: Estaba reflexionando sobre el momento en que empecé a leer tu disertación, “Inclusion Toward Transformation”[2]. Cuando hablas de la discapacidad psicosocial como un contra-discurso contra el complejo psi, concretamente en el Sur Global, me pareció que tenía todo el sentido del mundo, pero al mismo tiempo, contemplaba la particular dificultad que estabas sorteando, siendo del Norte Global y hablando sobre el Sur Global. Al menos desde mi perspectiva, cuando lo leí, sentí que eras realmente respetuoso con los discursos de las personas con “experiencia vivida”.

Volviendo a “Inclusion Toward Transformation”, usted describe la discapacidad psicosocial como un término paraguas que engloba a supervivientes psiquiátricos, personas locas y otras identidades. ¿Crees que hay alguna diferencia en que se refieran a uno u otro término? ¿Implica algo diferente, o todo forma parte de la misma identidad?

Justin Karter: Creo que hay diferencias realmente importantes, y el lenguaje que utilizamos para entendernos a nosotros mismos y nuestras experiencias es super importante. El propio lenguaje abre posibilidades para entender cómo responder, y también puede ocultar otras formas de responder. En mi investigación, descubrí que la discapacidad psicosocial, como término procedente de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, ofrece un nuevo marco, es un término general que han adoptado muchas personas de todo el mundo, con diferentes experiencias de defensa y narrativas sobre su sufrimiento psíquico, muchos de estos grupos ya habían interactuado y debatido anteriormente, pero otros no.

La discapacidad psicosocial no sólo ofrece a las personas una forma de luchar contra el discurso psiquiátrico y actuar como un contra-discurso, sino que también sirve para unir a personas con diferentes contra-discursos, creando una fricción productiva. A menudo, en la organización política, los grupos que se resisten pueden dividirse y luchar entre ellos, impidiendo un frente unificado contra el régimen opresor contra el que luchan, esto podría ocurrir en el marco de la discapacidad psicosocial, pero parece, al menos, por los participantes con los que pude trabajar, que hay condiciones básicas en las que están de acuerdo. No están de acuerdo en muchas cosas, pero sí en dejar que la gente cuente sus propias experiencias, reconocen que las personas pueden tener una fuerte conexión con su propia historia y creen que se les debe permitir tenerla y revisarla con el tiempo.

La razón por la que se cree tan firmemente en permitir que las personas lleguen a su propia comprensión es que no querían reproducir la dinámica de poder que se experimenta en los entornos psiquiátricos, donde alguien dice: “esto es lo que te pasa, esta es la verdadera historia de tu episodio psicótico”. No quieren replicar esa dinámica, así que dejan espacio para el desacuerdo y respetan el proceso de la gente al hacerlo.

En concreto, mencionas la identidad de superviviente psiquiátrico frente a la discapacidad psicosocial. Para mí, la discapacidad psicosocial es un término general que sirve a un propósito muy pragmático, es una identidad para algunos y una categoría jurídica, vinculada al discurso de los derechos humanos y a un marco de defensa de la discapacidad. Ofrece una forma de responder a las prácticas psiquiátricas en todo el mundo que exigen una respuesta, mientras que los discursos anteriores como superviviente psiquiátrico, ex-paciente o estudios de locos podían ser ignorados o marginados. La discapacidad psicosocial, con su importancia jurídica y el apoyo de organizaciones como la ONU, obliga a la psiquiatría a responder.

El término superviviente psiquiátrico surgió en Estados Unidos, y uno de mis participantes señaló que sigue centrando el discurso psiquiátrico. Si vienes de una comunidad que no tiene una historia psiquiátrica fuerte, sin asilos, etc., puede que no haya nada de lo que ser un superviviente. La gente duda a la hora de definirse en oposición a una institución con la que nunca ha interactuado realmente, y a veces desean más acceso al tratamiento dentro de un marco de derechos humanos, sin imposición ni involuntariedad, les gustaría tener más acceso a medicación, psicoterapia y servicios informados y culturalmente apropiados.

Hubo cierta tensión en torno al término superviviente psiquiátrico en el Sur Global, ya que no siempre tiene sentido para la gente de comunidades donde no hay una larga historia de psiquiatría, del mismo modo, que tiene sentido en Estados Unidos tal y como se desarrolló en la década de 1970.

Luis Arroyo: Estaba pensando que el término “sobreviviente psiquiátrico” es difícil de encontrar, al menos acá en la Ciudad de México, no lo he encontrado fácilmente, y creo que es por lo que mencionas: no hay antecedentes de abuso psiquiátrico de la misma manera que en Estados Unidos, con esto no quiero decir que no haya abuso por parte de la psiquiatría en México; claro que lo hay, pero se da en un contexto y situación diferente al de Estados Unidos.

Estoy recordando que en los Estados Unidos, la policía está más alineada con las instituciones psiquiátricas, lo que permite a la policía intervenir en ciertas situaciones. Esto es algo que no sucede tan a menudo en México, por lo que creo que estas son algunas de las distinciones que explican por qué el concepto de “sobreviviente psiquiátrico” no es tan comúnmente utilizado aquí en México.

Además, con la idea de la discapacidad psicosocial sirviendo como categoría legal y como identidad, y teniendo el trasfondo de la defensa de los derechos humanos o la alineación con la ONU y la Convención, de alguna manera está forzando a la psiquiatría a reconocer este concepto y responder. Creo que la psiquiatría no está respondiendo realmente a las personas con experiencia vivida, sino más bien a otras instituciones y “autoridades” en este sentido y bajo ese contexto, ¿cree que es posible hablar de salud mental fuera del discurso psiquiátrico, o el discurso psiquiátrico está siempre implícito cuando hablamos de salud mental?

Justin Karter: Es una buena pregunta, y me pregunto -y no respondo desde un punto de vista experto, sino desde la curiosidad- sí, a medida que las cosas se han globalizado tanto y el Norte Global ha desempeñado un papel tan importante en la colonización no sólo de las instituciones del Sur Global, sino también del lenguaje y los conceptos, cada vez es menos posible existir fuera de un discurso de base que ha sido influenciado por la historia psiquiátrica occidental. Puede que todavía haya lugares en los que esto sea más posible que en otros, pero creo que, a cierto nivel, puede darse el caso de que las alternativas se mantengan como alternativas más que como tratamientos primarios porque el enfoque primario parece ser este tipo de conjunto de conceptos o marco biomédico occidental.

Es como preguntarse si hay formas de experimentar la tristeza o sentirse angustiado sin invocar implícitamente el concepto de depresión, que está arraigado en el lenguaje occidental y en la práctica psiquiátrica. Creo que sí, pero cada vez es más difícil no tenerlo como parte de tu marco implícito cuando intentas entender qué está pasando con tu estado de ánimo.

Luis Arroyo: Sobre eso, acabo de hablar con Tina Minkowitz sobre un libro que escribió, “Re-Imaging Crisis Support: Matrix, Roadmap and Policy”, y en la conversación mencionaba: “Bueno, quizá ‘crisis’ no sea la mejor palabra, ya que nos devuelve a la psiquiatría”. La angustia, la tristeza, incluso los sentimientos, los afectos, las percepciones siempre nos llevan de vuelta a la idea de: “¿Es normal o no es normal?” y “¿Debemos o podemos medicarlo?”.

Justin Karter: Laidea de que las emociones están arraigadas en el individuo es coherente con la filosofía ilustrada occidental. Este punto de vista postula que los sentimientos están contenidos en nosotros y son posesiones personales, en lugar de manifestaciones de interacciones complejas en las que intervienen nuestras relaciones, el mundo que nos rodea y el universo material con el que nos relacionamos a diario. Esta perspectiva individualista puede limitar nuestro lenguaje y comprensión, dificultando la exploración de conceptos más matizados. Por ejemplo, ¿cómo podemos articular lo que significa que una emoción sea interpersonal o relacional, en lugar de una experiencia exclusivamente individual? Este tema va más allá de la mera semántica, pues aborda cuestiones profundas sobre la interconexión de nuestros sentimientos con los de los demás al hablar, nuestra historia compartida, nuestra ascendencia y los diversos factores presentes en nuestras interacciones. Una perspectiva holística de este tipo reconoce las emociones como fenómenos dinámicos y emergentes, conformados por una compleja interacción y no aislados dentro de mentes individuales.

Luis Arroyo: Con eso, vuelvo a “Inclusion Toward Transformation”, porque creo recordar una parte en la que mencionas que los grupos de defensa en el Sur Global están desafiando la idea de Salud Mental Global. Argumentan que no tiene en cuenta el contexto y los aspectos políticos, pareciendo centrarse sólo en situaciones particulares, como ya has mencionado. Teniendo esto en cuenta, ¿cómo podemos empezar a pensar en la salud mental fuera del discurso psiquiátrico y abordarla desde la perspectiva de la experiencia vivida? ¿Cómo podemos cambiar el escenario, y qué papel desempeñan los grupos de activismo[3] para hacer posible ese cambio?

Justin Karter: Es una gran pregunta, y me gustaría tener una respuesta clara. Creo que tengo dos líneas de pensamiento diferentes. Una es de tipo filosófico, es decir, que tenemos que desnaturalizar los conceptos psiquiátricos. En el sentido de que los examinemos, debemos reconocer que el discurso plural de la psiquiatría, al hablar de nuestra mente, está hablando de nuestra esencia y de nuestra función cerebral natural, como si tuviera una base científica. Creo que tenemos que seguir desafiando eso y abrir espacio a contra-discursos que cuestionen esas ideas. Así, culturalmente, podremos estar abiertos a pensar de otra manera. El primer paso es como sacudir las cosas, para que no trabajemos con suposiciones en el fondo de nuestra mente como “realmente estamos hablando de un trastorno cerebral, que es puramente un desequilibrio químico”, o cosas por el estilo, tenemos que seguir sacudiendo eso, y creo que la gente está haciendo un trabajo importante en ese frente para que estemos abiertos a otras formas de pensar.

Y luego creo que debe haber un cambio institucional que garantice la inclusión plena y efectiva de las personas con discapacidad psicosocial, o como quiera que se definan, pero que también ofrezca protecciones contra la cooptación, la marginación y la discriminación dentro de esos espacios. Este cambio debe tener en cuenta la importancia de que en la investigación participen personas con experiencias específicas de la comunidad, la cultura y el entorno religioso locales. No se puede elegir a alguien con una discapacidad psicosocial del Norte Global y hacer que forme parte de un panel sobre Salud Mental Global en su área local, como Ciudad de México, y asumir que lo sabrá todo. También deben ser capaces de corregir todos los conceptos erróneos que se producen al aplicar un marco psiquiátrico occidental a Centroamérica, ¿cierto? Así que también tenemos que pensar en ello, y creo que es algo que podemos hacer legal, estructural e institucionalmente. Podemos establecer salvaguardias y garantías sobre lo que debe ocurrir, quién debe ser incluido y qué casillas deben marcarse para que la investigación se financie, cumpla con la CNUDPD y se ajuste al marco de derechos humanos aprobado por cualquier ONG o fundación que financie la investigación o por la junta de revisión institucional de la universidad. Hay cosas prácticas que se han hecho y se pueden seguir haciendo para hacer posible este tipo de espacios y para cuestionar el discurso en los lugares donde se construye y desarrolla.

Luis Arroyo:  Por lo que mencionas, es importante dar a la gente la oportunidad de participar en estos espacios siendo conscientes de la posición que adoptan las personas. Como en el ejemplo, no es lo mismo una persona con discapacidad psicosocial del Norte Global que una persona del Sur Global, y empiezo a pensar, ¿cómo podemos evitar individualizar de nuevo estas situaciones? Porque desde un enfoque de defensa de los Derechos Humanos y la Convención se habla de ajustes razonables, y todo ese tipo de cosas tienen que hacerse específicamente para cada caso y situación. No es el mismo ajuste para una persona que para otra, sino que tiene en cuenta el contexto social.

Estoy pensando en ese escenario de una manera muy superficial. Quizá alguien podría decir: “Es exactamente lo mismo; la psiquiatría dice que la salud mental es una situación individual que requiere un tratamiento individual, y la Convención dice exactamente lo mismo, pero con otras palabras”. Así que sé que es difícil de responder, pero ¿qué opinas de esa situación y cómo podemos evitar esa comparación?

Justin Karter: Es una pregunta esencial que subraya una paradoja: el marco de los Derechos Humanos, aunque arraigado en la ilustración occidental y la filosofía del Norte Global, se ha convertido en una poderosa herramienta para defender los derechos y la inclusión. Pero, como todo marco, revela ciertas verdades y oscurece otras, aclara algunas cuestiones y deja otras ocultas y difíciles de defender.

Consideremos el dilema del daño frente al beneficio, que podría hacerse eco del discurso psiquiátrico preguntando: “¿Los efectos secundarios superan a los beneficios?”. Es vital que sigamos cuestionando las limitaciones del marco de los Derechos Humanos, incluso cuando lo empleamos para el activismo. Podemos decir: “Estamos utilizando este marco para mejorar las vidas y los derechos legales”, pero también debemos reconocer que podríamos estar pasando por alto perspectivas críticas dentro de este mismo enfoque.

¿Cuáles son las incógnitas conocidas? ¿Qué aspectos no tenemos en cuenta porque nuestro marco ni siquiera nos permite reconocerlos? Debemos buscar activamente estos puntos ciegos, examinando los bordes del marco y planteando preguntas sobre sus limitaciones, como estás haciendo tú. Una limitación notable que has identificado es el persistente enfoque en el individuo.

La complejidad de los trastornos mentales requiere una exploración polifacética, que tenga en cuenta desde la historia, el entorno social, la política, la economía, la comunidad y las creencias religiosas hasta la dinámica familiar. Estos factores interactúan de manera profunda, dando forma a nuestras experiencias y percepciones. Los marcos existentes, centrados en conceptos individualistas, tienen dificultades para captar estas intrincadas relaciones. Necesitamos desesperadamente marcos que reflejen adecuadamente esta complejidad, aunque sean confusos y difíciles de aplicar.

Destacados pensadores como el psiquiatra transcultural Laurence Kirmayer y el sociólogo Nikolas Rose ya han estudiado cómo desarrollar conceptos que abarquen esta compleja interacción. Se esfuerzan por comprender las múltiples influencias que conforman la experiencia única del mundo de una persona en un contexto histórico y cultural específico.

A medida que mejoremos nuestra capacidad de articular estos marcos matizados, tendrán el potencial de transformar nuestra comprensión, incluso dentro de las limitaciones del marco de los derechos humanos, que a su vez se basa en el concepto de derechos individuales. El reto es enorme, pero la búsqueda es vital; debemos esforzarnos por comprender la condición humana en toda su intrincada complejidad, sin perder de vista el panorama social y cultural más amplio que nos da forma y nos define.

Luis Arroyo: Sobre lo que mencionas, recuerdo que en el artículo “The Poison in the Cure” hablabas del sistema neoliberal, enfatizabas que no es sólo un sistema económico, sino que construye subjetividad, moldea la forma en que nos relacionamos unos con otros e inculca la idea de que los individuos deben cuidar de sí mismos. Esto lleva a una autovigilancia constante, creando un escenario definido por lo que podría llamarse biopoder.

Creo que la pandemia ha llevado esta situación a un punto de ebullición, no puedo hablar de tu experiencia, pero aquí en México, me tocó llenar un informe diario, monitorear mis síntomas, como sensación de fiebre u otros signos de enfermedad, y si había recibido la vacuna o no. Este seguimiento parece disfrazar la noción de que el problema reside en el individuo y no en la sociedad. Promueve el mensaje de que si tú no te cuidas, nadie más lo hará, y este pensamiento me lleva de nuevo al énfasis contemporáneo en la automedicación.

Actualmente, hay un importante discurso sobre el bienestar, el mindfulness, el coaching de vida y otros conceptos afines que atribuyen toda la responsabilidad al individuo. El mensaje predominante es: “Tienes la oportunidad de cambiarte a ti mismo”. A menudo, esto va unido a la idea de autorrealización, productividad y esfuerzo por “ser más”. Estas perspectivas tienen un impacto sustancial en cómo pensamos sobre nuestra salud mental.

En este contexto, creo que reconocer la discapacidad psicosocial nos permite reconocer y decir: “Bueno, no me siento bien en este momento; me siento estresado, ansioso”, etc. Nos da la oportunidad de experimentar y explorar genuinamente el amplio espectro de emociones que la psiquiatría a menudo intenta suprimir o gestionar de alguna manera.

Justin Karter:  Hay muchos puntos significativos a considerar. En primer lugar, dentro de la lógica neoliberal, vemos la ideología que alimenta el capitalismo y el libre mercado. Esta ideología hace hincapié en los individuos que deben tomar decisiones racionales en un mercado que decide los ganadores y los perdedores. Produce un cierto tipo de persona que permite que esta ideología siga funcionando, permitiendo que las sociedades “funcionen”. Pero aquí, “funcionar” no significa necesariamente producir bienestar para las personas; significa mantener al sistema andando, al menos hasta que destruya lo suficiente del planeta como para que deje de funcionar.

Cuando hablamos de esta tendencia individual, es esencial reconocer que estamos nadando contra una potente corriente. Viviendo en sociedades neoliberales, es un reto pensar en nosotros mismos fuera de esos términos, en cierto modo, es como escapar de la historia; es excepcionalmente difícil.

El ejemplo de la pandemia es una buena ilustración de ello. Una forma de abordar una pandemia, o la propagación de enfermedades, es a través de la hiperindividualización y la hiperresponsabilidad individual, todos estamos obligados a autocontrolarnos continuamente, y el gobierno nos ayuda en esto proporcionando sistemas que imponen este autocontrol y la responsabilidad individual por la propagación de enfermedades.

Pero también podemos imaginar un mundo en el que pensemos más en las condiciones del medio ambiente, en las condiciones políticas y comunitarias, y en la salud general de la comunidad. Podríamos imaginar más espacios verdes, más entornos al aire libre y gobiernos que proporcionen una renta universal para evitar que la gente tenga que exponerse a situaciones peligrosas para ganar dinero.

Podríamos planteárnoslo de otro modo. El marco de la discapacidad psicosocial nos invita a considerar qué entorno material e ideológico produce experiencias de discapacidad para una comunidad o un individuo. Al articular estas reflexiones, se vuelven más susceptibles de desafío y cambio.

Si en cambio nos centramos en la discapacidad dentro del individuo, pensando en cambiar lo que hay dentro de la persona mediante medicación, psicoterapia o mindfulness, pasamos por alto lo que hay que cambiar ideológicamente en la comunidad, el país y el mundo. Pasamos por alto los cambios necesarios en el entorno físico construido, como el acceso a espacios verdes, zonas comunitarias que propicien relaciones sanas y derechos que impidan la discriminación, la opresión o el acoso.

Este cambio de perspectiva, aunque aparentemente sencillo, puede revelar vías para cuestionar y transformar nuestras estructuras actuales.

Pero debemos recordar que una transformación de este tipo no coincide con los objetivos de la ideología neoliberal. Puede crear comunidades que no encajen perfectamente en los moldes existentes, que desafíen en lugar de cumplir. Y en ese desafío, en esa voluntad de pensar y actuar de forma diferente, reside la profunda oportunidad de cambio.

Luis Arroyo: Me he acordado de una cita que mencionas tanto en “The Poison in the Cure” y también en “Inclusion Toward Transformation”, es de Rose y pregunta: “¿En qué clase de criaturas creemos que debemos convertirnos?”. Planteas esta pregunta como un reto que debe llevarnos más allá de cambiarnos a nosotros mismos y a considerar cómo podemos transformar a los demás y lograr un cambio colectivo.

También quería mencionar un ejemplo que utilizas en el artículo, cuando hablas de la situación de los refugiados sirios. La describes no sólo como una “pérdida de sus mentes, sino de sus mundos”, sin embargo, las únicas alternativas que ofrecemos son medicación y terapia, sin ningún esfuerzo por cambiar la situación material de la gente. Es como si dijéramos: “El problema no es que hayas tenido que dejar tu país porque lo bombardeaban; el problema es que estás triste, así que mientras no estés triste, todo va bien”. Esto me lleva a preguntar, ¿realmente queremos convertirnos en criaturas que niegan estas situaciones y las experiencias de los demás?

Además, y reconozco que se trata de una cuestión compleja, ¿qué papel deben asumir los profesionales de la salud mental en este nuevo escenario y contexto? ¿Deben participar en estos nuevos marcos y contra-discursos, o deben hacerse a un lado y dejar que las personas con discapacidad psicosocial y los defensores de los derechos humanos tomen el control total de la situación?

Justin Karter: Qué buenas preguntas, y todo da mucho que pensar. Quiero reconocer que la idea de que “no es que hayan perdido la cabeza, sino que han perdido el mundo” procede del psiquiatra Derek Summerfield, que ha realizado un trabajo realmente importante contra la conceptualización occidental de la depresión, sobre todo en estas zonas de combate.

Hay mucho que decir: ¿Qué papel deben desempeñar los profesionales de la salud mental? Al intentar responder a una pregunta entre otras muchas -en qué clase de criaturas queremos convertirnos, deberíamos convertirnos o sería ético que nos convirtiéramos-, me pregunto si es bueno que psiquiatras, psicólogos y disciplinas psiquiátricas participen de forma tan amplia. No creo que lo sea. No creo que nuestras disciplinas hablen de esa cuestión con nuevas respuestas, complejidad o comprensión ética que otras disciplinas como la literatura, la historia, la sociología y la antropología podrían ofrecer. Sin embargo, probablemente porque las disciplinas psi encajan tan bien en la visión neoliberal del mundo, se nos ha concedido un megáfono muy grande para hablar de estas cuestiones. Los niños, los jóvenes y los adolescentes de hoy invocan cada vez más el lenguaje psicológico y psiquiátrico para entenderse a sí mismos y a sus relaciones de una forma que no tenía precedentes incluso hace una generación. Creo que la razón de ello es que encaja con la ideología imperante en lugar de desafiarla. Si a nuestras disciplinas se les pide y se les da ese megáfono, creo que es importante que los que están dentro de estas disciplinas piensen en los problemas lo más alto posible y traten de influir en ese discurso.

La pregunta de en qué tipo de personas podríamos convertirnos nos hace pensar en el colapso ecológico de nuestro planeta, y en el impacto desproporcionado que tendrá sobre los seres humanos de distintas posiciones. ¿Somos capaces de convertirnos en el tipo de seres que pueden afrontar la tragedia que se avecina, la destrucción de nuestro planeta? Si lo somos, ¿qué aspecto tiene eso y cómo podemos llegar a ello? Debemos transformar nuestra comprensión psicológica del yo hacia una comprensión más relacional-ecológica del ser humano. Debemos alejarnos de una comprensión capitalista-neoliberal de nuestro papel en el mundo, donde no sólo extraemos y explotamos para nuestro beneficio. Estamos mutuamente constituidos por los demás y por nuestro compromiso con el mundo, los animales y todo nuestro nicho ecológico, sin ellos, no somos lo que somos, y no somos capaces de convertirnos en criaturas felices, esta transformación requeriría algo más que un cambio en el discurso psicológico; también implicaría a las artes a la hora de articular una forma diferente de ser persona y hacer que ese tipo de subjetividades sean accesibles y posibles, especialmente para los jóvenes.

En cuanto al papel de las disciplinas psicológicas, los psicólogos y los psiquiatras en los movimientos de personas con discapacidades psicológicas, creo que es complicado y frágil. Como hemos dicho antes, podemos estar de acuerdo en acompañar a la gente con la idea de: “Sé algo; algunas de esas cosas pueden ser útiles y otras pueden ser perjudiciales”. Necesitamos saber más sobre lo que necesitan, cómo podemos unirnos a ellos y qué no debemos hacer. Debemos ser capaces de entablar una relación en la que ellos puedan hacernos saber cuándo les estamos estorbando, y nosotros podamos hacerles saber cuándo vemos algo que ellos podrían no haber considerado. Debemos hacerlo desde el respeto y la comprensión mutuos, sin dar por sentado que todo el mundo quiere que ese tipo de persona venga a acompañarle. Pero cuando es bienvenido, debemos pensar en cómo podemos desempeñar ese papel.

Luis Arroyo: Así pues, la participación de los profesionales de la salud mental debe adoptar siempre la forma de una pregunta: “¿Qué podemos añadir? ¿Deberíamos dejarlo?”. Siempre debemos intentar establecer este tipo de diálogo cuando se espera la respuesta de la otra parte.


[1] Personas expertas por experiencia

[2] Inclusión hacía la transformación.

[3] O defensores de Derechos Humanos

Psicofármacos. Entrevista con Jessica Hirst

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Hoy en día, una cuarta parte de la población consume psicofármacos. Las bajas laborales por enfermedad mental no disminuyen, sino que aumentan. Las farmacéuticas siguen produciendo medicamentos antiguos y nuevos sin parar, que los psiquiatras recetan, también sin parar.

Mientras, el número de enfermos mentales crece a ritmo inusitado, en una época convulsa en la que las enfermedades mentales se posicionan en el rango de interés de las políticas sanitarias nos tendríamos que hacer las siguientes preguntas.

¿Y si la sobremedicación fuera la causa de que haya tantos enfermos mentales? ¿Y si los medicamentos no fueran tan efectivos como parece? ¿Y si tomarlos a largo plazo, en algunos casos, resultara perjudicial? ¿Y si los orígenes de la enfermedad no están en cada uno de los individuos afectados, sino en frustraciones condicionadas por aspectos laborales, económicos y sociales? ¿Y si el estado nos quiere obedientes y sedados?

MEDICALIZAR LAS INFANCIAS Y ADOLESCENCIAS* (Parte 3 y final)

Un biberon lleno de pastillas de colores rosa y rojo

Fernando
Ferreira Pinto de FREITAS

Luciana
Jaramillo Caruso de AZEVEDO

Publicado originalmente en: Estudos de Sociologia, Araraquara, v. 27, n. esp. 2, e022022, 2022. e-ISSN: 1982-4718. DOI: https://doi.org/10.52780/res.v27iesp.2.16590 en idioma portugués e inglés.

La cuestión del narcisismo

 

Otro determinante psicosocial importante se refiere a una cultura anclada en el narcisismo. Según Lasch (1983), la medicina y la psiquiatría refuerzan el patrón creado por las influencias culturales, en el que el individuo se examina a sí mismo interminablemente en busca de signos de vejez y enfermedad, de síntomas que indiquen tensión psíquica, de manchas o imperfecciones que puedan disminuir su atractivo, o para confirmar indicios de que su vida va según el esquema. Así, la medicina contemporánea ha creado nuevas formas de producir inseguridades, por otro lado, el narcisismo parece representar la mejor manera de luchar por la igualdad de condiciones con las tensiones y ansiedades de la vida. En consecuencia, las condiciones sociales tienden a hacer aflorar los rasgos narcisistas presentes, en diversos grados, en todas nosotras. La creencia de que una sociedad no tiene futuro, aunque se basa en un cierto realismo sobre los peligros del devenir, también encarna una incapacidad narcisista para identificarse con la posteridad o sentirse parte del flujo de la historia.

La ideología del crecimiento personal, superficialmente optimista, irradia una profunda desesperación y resignación, según Lasch (1983, p. 78, traducción realizada a partir de la hecha por los autores): “Es la fe de los que no tienen fe”.

Para Birman (2019), hubo una emergencia histórica del narcisismo como problema y como campo contemporáneo. Por lo tanto, es necesario prestar la debida atención a la emergencia social del problema de la imagen en la época contemporánea. La difusión de la cultura de la imagen con el estrechamiento de la cultura del argumento se hizo posible con el avance de las nuevas tecnologías, en estrecha relación con el discurso de la ciencia y bajo la forma del discurso de la tecnociencia. Así, otro mundo comenzó a ser meticulosamente reconfigurado, ostensiblemente por el impacto de la imagen sobre las formas de vida. La promoción del simulacro, la apariencia y lo efímero, en una economía política del signo en la época contemporánea está guiada por el vacío como eje fundamental.

La cultura del narcisismo se ha convertido en el eje central de la vida de las sociedades neoliberales, incluida la vida de las infancias. La “libertad” del neoliberalismo presupone la desregulación. Las empresas deben estar tan libres de regulación como sea posible. Los sujetos sociales se reducen a individuos entrenados para competir con otros. Maximizar las ganancias es la principal referencia para tener éxito. De la responsabilidad social se saca muy poco (sólo si aumenta la cuota de mercado). A nivel emocional, la llamada a la libertad puede entenderse como una llamada a liberarnos de las restricciones impuestas por la autoridad (como padres, comunidades y gobiernos). Lo que implica buscar los deseos (no las necesidades) del individuo (en otras palabras, narcisismo). La cultura del neoliberalismo forma sujetos según imperativos esenciales para la reproducción de la racionalidad del sistema (DAVIES, 2021).

Se crea cada vez más la necesidad de admiración, la apreciación de la falta de respeto por los sentimientos de los demás, aumentando la incapacidad de lidiar con la crítica y las frustraciones. El neoliberalismo encuentra terreno fértil para extenderse con la articulación entre el fenómeno de la medicalización, la cultura del narcisismo, el rendimiento y el individualismo, que se refuerzan mutuamente.

La radicalidad de llamarte a ti misma superviviente psiquiátrica – Conversación con Karin Jervert

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Karin Jervert es artista, autora y superviviente psiquiátrica. Certificada en eCPR y Medicina Personal. Su obra artística, incluye ensayos, arte visual, narraciones gráficas y poesía, explora el autoempoderamiento, la normalización del sufrimiento y el poder de la expresión creativa para transformar el trauma, en particular el trauma experimentado como resultado de un tratamiento psiquiátrico forzado. Su estudio del budismo y la comedia de improvisación también están presentes en su obra. Puede adquirir su libro de poesía “In Water Not Blood” aquí (https://www.amazon.com/Water-Not-Blood-Poems-Jervert/dp/1088093035/ref=tmm_pap_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=1680014491&sr=8-1).

Karin trabaja actualmente para la Fundación Mad in America como editora de arte. Mad in America es una de las principales voces de la psiquiatría crítica y está dirigida por Robert Whitaker, periodista nominado al Pulitzer y autor de Anatomía de una epidemia. Es colaboradora editorial habitual y comisaria de la exposición de arte Creativity and COIVD: Art-Making During the Pandemic (https://www.youtube.com/watch?v=8e0l0xhYApw). Ha sido entrevistada en el podcast couragously.u (https://courageouslyu.com/karin-jervert/) y en Madness Radio (https://www.madnessradio.net/tea-with-spirit-karin-jervert-madness-radio) y ha participado como panelista en SoundsAbout Gallery y CTM Festival sobre La experiencia auditiva de la psiquiatría, y en el Sound Mind Live Music Festival, así como ponente en la Alternatives Conference (https://www.youtube.com/watch?v=qhrXdrMKD3A) y en el National Empowerment Center.

La idea es que esta entrevista/conversación, pueda ser publicada en el sitio web de Mad in Mexico, pero también ser utilizada como parte de la investigación en la que estoy trabajando, sobre la desinstitucionalización de la locura, en la que me estoy enfocando en un enfoque crítico para la salud mental, la experiencia vivida, y tratando de pensar la salud mental fuera de la psiquiatría, por lo que, realmente aprecio esta conversación y comentarios sobre cómo abordar la salud mental de una manera diferente.

Karin Jervert: Estoy muy emocionada de hablar contigo acerca de esto, estoy muy emocionada de entrar en ella, así que gracias.

Luis Arroyo: Muchas gracias a ti por aceptar la invitación. Así que si te parece bien vamos a empezar. La idea es tener más una conversación que una entrevista, pero tengo esta idea que quiero empezar contigo sobre lo que implica autoidentificarse como sobreviviente psiquiátrico, porque, por lo menos aquí en México, hay una diferencia entre identificarse como sobreviviente psiquiátrico y una persona con discapacidad psicosocial, o un loco de manera reivindicativa, pero yo estoy batallando con lo que implica autoidentificarse de una u otra manera.

Karin Jervert: Por supuesto, me gusta que plantees la idea de que también hay [personas que se identifican como] ex-pacientes, cosas así, y por otro lado ‘consumidor’, y que todos ellos tienen diferentes impactos en cómo te ves a ti mismo y cómo interiorizas tu experiencia, así como en cómo te enfrentas al mundo. Estaba pensando en “superviviente psiquiátrico”, y en realidad es un término alienante en sí mismo. La mayoría del mundo ve la psiquiatría como un paradigma de curación que, cuando estás en lo más profundo de la mierda de la vida, recurres a este sistema de curación que la medicina moderna ha creado y que la mayoría de la gente piensa que es algo benévolo. Entonces, cuando te identificas, como yo lo hago, como un sobreviviente psiquiátrico, en realidad estás volteando el paradigma de cabeza diciendo “no, esto es en realidad una industria peligrosa, dañina y violenta”, así que el lenguaje cambia inmediatamente a una cosa menos benévola. Entonces estás diciendo, lo comparo, con una mujer que diría: “Soy una superviviente de abuso sexual”, así que es como este tipo de ataque violento, que una superviviente psiquiátrica tuvo que sobrevivir, ¿verdad?

Estaba pensando en ello, y en la forma en que lo enmarcas al principio, y es una pregunta tan buena, porque cada una de esas palabras dice algo diferente, y dice algo diferente sobre cómo interactuamos entre nosotros, con el mundo y con la psiquiatría. Para mí, ésta en concreto, cuanto más pensaba en ella, crea elementos de exilio, como un exilio muy real, al pasar de un paradigma “curativo” a un paradigma violento al que uno tenía que sobrevivir, ¿me entiendes?

MEDICALIZAR LAS INFANCIAS Y ADOLESCENCIAS* (Parte 2)

Un biberon lleno de pastillas de colores rosa y rojo

Fernando Ferreira Pinto de FREITAS

Luciana Jaramillo Caruso de AZEVEDO

Publicado originalmente en: Estudos de Sociologia, Araraquara, v. 27, n. esp. 2, e022022, 2022. e-ISSN: 1982-4718. DOI: https://doi.org/10.52780/res.v27iesp.2.16590 en idioma portugués e inglés.

Control social y pérdida de autonomía del sujeto

Otro componente importante de la medicalización es el control social. Históricamente, la medicalización ha sustituido las formas tradicionales de control social y la normalización del espacio social, reemplazando o relativizando el poder de la religión y la ley (ZOLA, 1972). Los límites entre lo normal y lo patológico se rompen sistemáticamente (CONRAD; SCHNEIDER, 1992). Cuando una infancia remitida al médico (o al especialista) vuelve a la escuela con un diagnóstico, se produce un cambio en la forma de tratarle. Parece que el propio diagnóstico confiere un tipo de comprensión que estaba ausente, desconocida. Rápidamente se estructura una red de profesionistas y servicios capaces de tratar ese diagnóstico. Sin embargo, el diagnóstico aprisiona, doma e inmoviliza la realidad en movimiento, incurriendo a menudo en violencia clasificatoria. Pensando en la infancia diagnosticada con TDAH, la sociedad tolera cada vez menos los castigos o, por ejemplo, enviarles a un internado para educar infancias muy “traviesas”. Con el TDAH, los problemas no se abordan en términos educativos per se, sino como una patología. El control social de las infancias se ha convertido en algo mucho más importante para nuestra cultura que educarles y cuidarles (TIMIMI, 2009; UNTOIGLICH, 2019). Existe la pérdida de autonomía de los sujetos, otro aspecto muy relevante para el estudio de la medicalización. La medicalización quita a los sujetos su capacidad de saber lidiar con las vicisitudes de la vida, con los problemas cotidianos (ILLICH, 1976). Esta racionalidad biológica encaja  como respuesta a los imperativos de reproducción del neoliberalismo, para la creación ilimitada de nuevos bienes para circular en el mercado de bienes de consumo (TIMIMI, 2008). Por lo tanto, la geografía psíquica del sujeto neoliberal lleva las marcas de la medicalización de la vida. Según McKinnon (2021), en el libro Genética neoliberal, el auge del discurso biológico y genético es congruente con el auge del neoliberalismo, ya que éste ha desarrollado una especie de política global para gestionar el sufrimiento humano.

Conversación con Colectivo Chuhcan A.C.

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Hace tiempo tuvimos la oportunidad de charlar con Colectivo Chuhcan A.C., quienes nos contaron sobre el trabajo que han realizado, su enfoque y su participación en el Orgullo Loco México, siendo la primer organización (en México) gestionada en su totalidad por personas expertas por experiencia, su trabajo se ha enfocado en la visibilización, conscientización sobre temas relacionados a salud mental, buscando combatir los prejuicios y estigmas que muchas veces acompañan a los diagnósticos psiquiátricos; brindando apoyo tanto a personas usuarias como a sus familiares. Mantienen un enfoque desde el modelo social de la discapacidad y los derechos humanos, alejándose de las perspectivas médico-biologicistas.

Luis Arroyo: Perfecto, antes el agradecerles nuevamente por su apoyo y su participación, y para comenzar me gustaría iniciar con una pregunta que podría parecer muy básica y es ¿Quiénes son ustedes como colectivo, ¿Qué es Colectivo Chuhcan, en qué consiste y cuál ha sido su trayectoria?

Raúl Montoya:  La palabra Chuhcan es de origen maya, significa lugar donde se dignifica la vida, y eso es algo que queremos lograr en el colectivo, que sea un lugar donde se dignifica la vida de las personas con discapacidad psicosocial, tenemos más de 11 años de existir como colectivo, nos constituimos legalmente el 14 de julio del 2011 y hemos pasado por muchas situaciones complicadas en el colectivo, pero hemos logrado salir a flote, fuimos la primera organización totalmente gobernada por personas con discapacidad psicosocial en México, y nos basamos en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, especialmente en los capítulos 12 y 19, el 12 es sobre la capacidad jurídica es decir que tenemos los mismos derechos ante la ley como cualquier persona, y el 19 que habla del derechos a vivir en comunidad y no ser segregados en instituciones que atenten contra nuestros derechos humanos, últimamente también nos basamos en el artículo 24 sobre educación, derecho a la educación y el 27 que habla sobre el derecho al trabajo y también luchamos por convertirnos en activistas que defendemos nuestros derechos basados en la Convención.

Nuestro principal objetivo en el colectivo es poder dar apoyo entre pares a personas y sus familias con discapacidad psicosocial, que por alguna razón estén iniciando o que tengan poco tiempo diagnosticados, nosotros con una mayor experiencia de vivir con esta discapacidad pues podemos ayudar y apoyar a personas que tengan menor experiencia y a sus familias mostrarles que no es el fin del mundo, y también del empoderamiento para que las personas puedan reintegrarse a sociedad.

¿No sé si alguna de mis compañeras quiera añadir algo más?

MEDICALIZAR LAS INFANCIAS Y ADOLESCENCIAS* (Parte 1)

Un biberon lleno de pastillas de colores rosa y rojo

Fernando Ferreira Pinto de FREITAS[1]

Luciana Jaramillo Caruso de AZEVEDO[2]

Publicado originalmente en: Estudos de Sociologia, Araraquara, v. 27, n. esp. 2, e022022, 2022. e-ISSN: 1982-4718. DOI: https://doi.org/10.52780/res.v27iesp.2.16590 en idioma portugués e inglés.

 ABSTRACT: The medicalization is a progressive phenomenon characteristic of contemporary society. The purpose of this article is to critically analyze the foundations of the disease model based on the biomedical perspective that justifies diagnosing and treating children’s behaviors with psychiatric drugs, understanding them as mental illnesses. At the center of the justification for the medicalization of children’s behavior is the idea that drugs (psychopharmaceuticals) will correct an underlying biological, brain abnormality. However, the medicalization of childhood lacks sufficient scientific evidence and works as a strategy for social control and normalization. The term ‘mental disorder’ is used to designate people who do not behave in the expected way or when they do not conform to social norms. It is the expression of social control disguised as medical treatment. The negative consequences of medicalization constitute strong threats to public health, culture, and human rights.

KEYWORDS: Medicalization. Children. Adolescence. Childhood behaviors.

RESUMO: A medicalização é um fenômeno global, progressivo, característico da sociedade contemporânea. A proposta deste artigo consiste em analisar criticamente os fundamentos do modelo de doença baseado na perspectiva biomédica que justifica diagnosticar e tratar com drogas psiquiátricas os comportamentos infantis, compreendendo-os enquanto doenças mentais. No centro da justificativa da medicalização dos comportamentos infantis se estabelece a ideia de que as drogas (psicofármacos) irão corrigir uma anormalidade biológica, cerebral, subjacente. Contudo, a medicalização da infância prescinde de evidências científicas suficientes e funciona como estratégia de controle e de normalização sociais. A nomenclatura ‘transtorno mental’ é utilizada para designar pessoas que não se comportam da forma esperada ou quando não se conformam com as normas sociais. Trata-se da expressão do controle social disfarçado de tratamento médico. As consequências da medicalização constituem fortes ameaças para a saúde pública, a cultura e os próprios Direitos Humanos.

PALAVRAS-CHAVE: Medicalização. Crianças. Adolescência. Comportamentos infantis.

RESUMEN: La medicalización es un fenómeno global y progresivo, característico de la sociedad contemporánea. El propósito de este artículo es analizar críticamente los fundamentos del modelo de enfermedad basado en la perspectiva biomédica que justifica el diagnóstico y el tratamiento de las conductas infantiles con fármacos psiquiátricos, entendiéndolas como enfermedades mentales. En el centro de la justificación de la medicalización de los comportamientos de las infancias se encuentra la idea de que los fármacos (psicofármacos) corregirán una anomalía biológica, cerebral, subyacente, sin embargo, la medicalización de la infancia carece de pruebas científicas suficientes y funciona como una estrategia de control y normalización social. La denominación “trastorno mental” se utiliza para referirse a las personas que no se comportan como se espera o cuando no se ajustan a las normas sociales, es la expresión del control social disfrazado de tratamiento médico. Las consecuencias de la medicalización constituyen fuertes amenazas para la salud pública, la cultura y los propios derechos humanos.

PALABRAS CLAVE: Medicalización. Infancia. Adolescencia. Comportamientos infantiles.

¿Qué necesita nuestra especie para una vida sana? Entrevista con Peter Sterling

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En la imagen aparece Peter Sterling, en un campo frente a un río.

La nota original pueden encontrarla en: https://www.madinamerica.com/2021/03/what-does-our-species-require-for-a-healthy-life-an-interview-with-peter-sterling/
Traducción a cargo de Mad in México

Peter Sterling, profesor de la Universidad de Pensilvania, es un conocido neurocientífico, coautor de un popular texto, Principles of Neural Design. Es un activista político de toda la vida, y los historiadores de la psiquiatría recordarán sus críticas públicas a los tratamientos psiquiátricos en la década de 1970, sobre todo al electroshock y los antipsicóticos.

También podría describirse como etnógrafo, ya que sus viajes entre los indígenas de Panamá, donde ahora vive a tiempo parcial, influyeron en su comprensión de cómo se formó el cerebro humano en respuesta a las exigencias de las primeras sociedades de cazadores-recolectores.

Es autor de un libro reciente titulado What is Health: Allostasis and the Evolution of Human Design. Su libro plantea esta provocadora pregunta: ¿Qué necesita nuestra especie para llevar una vida sana? ¿Y podemos conseguirlo con fármacos?

Robert Whitaker: Pensé que sería útil empezar con tu historia de activismo político, ya que fue el activismo lo que te llevó a un “descubrimiento” que finalmente te llevó a escribir Qué es la salud. Además, fuiste criado por padres comunistas, por lo que creciste como un “Bebé de Pañales Rojos”[1], una herencia de la que no muchos hablan hoy en día.

Peter Sterling: Nací en 1940. Mis padres, en los años treinta y cuarenta hasta 1955 aproximadamente, fueron miembros del Partido Comunista de los Estados Unidos de América. De lo que la gente no se da cuenta ahora, porque han pasado 60 años de denigración de los comunistas, es de que era un movimiento político, bastante popular en muchos sentidos. Presentaron candidatos a Presidente, al Congreso, a los ayuntamientos. Eran organizadores de sindicatos. La UAW[2] dependía mucho, en sus inicios, a mediados de los años 30, de la energía de los comunistas.

Pero había una persecución sistemática de los comunistas. Mi hermana me contó el otro día en un correo electrónico que mi padre se despertaba en mitad de la noche murmurando: “No tengo nada que decir, no tengo nada que decir”, porque lo paraba gente del FBI en la calle, en Nueva York, de camino al trabajo.

Así que, por un lado, existía este ambiente tenso en el que mis padres, sus amigos, sus hijos y yo crecimos. También estaba la emoción de trabajar para la NAACP[3], tratando de detener los linchamientos, las ejecuciones de hombres negros… el tipo estándar de cosas que estaban sucediendo.

Así que había un compromiso social y la idea era, como señaló Marx en su Manifiesto Comunista, “De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”. En eso me criaron y en eso creo, y eso me ha motivado a investigar los problemas sociales.

Whitaker: Cuando eras estudiante en Cornell, te inscribiste para participar en las Marchas de la Libertad[4] en 1961.

Sterling: Los Paseos de la Libertad comenzaron en Washington DC. Dos autobuses fueron enviados por el Congreso de Igualdad Racial (CORE) para poner a prueba dos decisiones del Tribunal Supremo que fallaron en contra de las leyes interestatales de Jim Crow[5]. Si viajabas de un estado a otro, debías disponer de comedores, baños, etc., y no debían estar segregados. Los Viajes por la Libertad fueron inicialmente una prueba para ver si la ley se aplicaría. Y todo fue bien hasta que en algún lugar de Carolina del Sur, John Lewis, el difunto John Lewis, fue golpeado cuando el autobús se detuvo. Luego, cuando cruzaron a Alabama, fue cuando se desató el infierno, el autobús fue bombardeado, los pasajeros casi murieron quemados, salieron de este autobús en llamas y luego les dieron una paliza.

A mediados de mayo, se había producido una serie de acontecimientos tan catastróficamente violentos que el CORE y el Comité Coordinador Estudiantil No Violento, SNCC, decidieron llevar a cabo una resistencia masiva y convocaron autobuses para converger en Jackson, Mississippi, y llenar las cárceles.

Whitaker: ¿Fuiste allí esperando ser arrestado, para llenar las cárceles de Jackson, Mississippi?

Sterling: Esa era la idea. Condujimos con matrícula del Estado de Nueva York. Sabíamos que nos pararían cuando atravesáramos el Sur, así que cuando cruzamos a Mississippi, instalamos como conductor a uno de nuestros compañeros que era de Texas y tenía un maravilloso acento tejano. Cuando nos paró la policía estatal, diciendo: “¿Vas a causar problemas?”, él respondió: “No, no, sólo vamos a visitar a mi mami y a mi papi”, y así llegamos a Nueva Orleans.

Allí nos formaron en resistencia no violenta por si nos atacaban. Luego nos enviaron en tren a Jackson, porque el FBI tenía información de que había una turba esperando en la frontera del estado de Mississippi para interceptar un autobús, y que estaríamos más seguros en tren.

La policía nos estaba esperando, nos arrestaron inmediatamente. Nos acusaron de “alteración del orden público”.  Y nos enviaron a la cárcel en vagones segregados, cantando “We Shall Overcome”[6].

Whitaker: Las leyes de Jim Crow estuvieron presentes por mucho tiempo. Cuatro años después de aquel verano de 1961, el país contaba con una Ley de Derecho al Voto. ¿esto te hizo sentirte optimista sobre la posibilidad de un cambio social?

Sterling: Ese es un muy buen punto. Los Viajes por la Libertad comenzaron a mediados de mayo de 1961. Y sólo hicieron falta 400 jinetes, la mitad de los cuales eran blancos del norte, y el resto eran en su mayoría negros del sur, y a finales de noviembre, la Comisión Interestatal de Comercio había dictaminado en contra de la segregación en el comercio interestatal. Imagínense a 400 estudiantes logrando esto en unos pocos meses.

Luego, en 1964, se produjo el Verano de Mississippi, en el que el Comité de Coordinación Estudiantil No Violenta del sur registró a los votantes en Mississippi. En 1965, se promulgó la Ley del Derecho al Voto, que supuso un cambio enorme y rápido.

Whitaker: Estabas en la Universidad Case Western Reserve en 1965, estudiando para convertirte en un neurocientífico. Pero fue el trabajo político lo que te hizo replantearte el funcionamiento del cerebro.

Sterling: En 1965, llevaba varios años investigando en mi doctorado, que trataba sobre las conexiones entre la corteza motora y la médula espinal y el tronco encefálico. Pero todavía estaba activo en CORE y estaba haciendo campaña en esta zona central de Cleveland, muy pobre, población totalmente negra. Tocaba a las puertas y la gente se acercaba, y podía ver que a menudo sus caras estaban caídas, cojeaban y arrastraban las palabras.  Nunca había visto esto en la comunidad blanca de clase media en la que crecí. Así que le pregunté a mi profesor, que era neurólogo, y me dijo que se debía a la hipertensión, a la hipertensión crónica.

En aquella época se decía: “No sabemos qué causa la hipertensión. Quizá se deba a que se come demasiada sal, o a que los negros tienen malos genes…” todo tipo de misteriosas explicaciones que siguen apareciendo en los manuales de medicina.

Bueno, este era el ghetto donde mi abuelo había estado confinado cuando era un ghetto judío. Y mi abuelo había tenido una apoplejía, una apoplejía temprana e hipertensión. Pensé que tal vez la tensión social estaba relacionada con la hipertensión.

Whitaker: Nuestra concepción normal de la hipertensión es que es una anormalidad que ocurre dentro del individuo.  Estás planteando un pensamiento distinto aquí, que algo físico ha ocurrido en respuesta a un ambiente que es muy estresante.

Sterling: Así es. Y la cuestión es, si la tensión social es la causa de alguna manera de la hipertensión, debe actuar a través del cerebro. Debe haber vías desde nuestras percepciones, y nuestra experiencia de la vida, a las partes del cuerpo que controlan la presión arterial.

De Cleveland pasé a Boston, a la Facultad de Medicina de Harvard, donde hice tres años de estudios posdoctorales sobre el sistema visual. Luego conseguí un trabajo como profesor adjunto en la Universidad de Pensilvania y establecí mi propio laboratorio de estudio de la visión. Pero empecé a leer más sobre la tensión social y las causas de la hipertensión, y comencé a leer sistemáticamente sobre los nervios que conectaban con el riñón y conectaban con el páncreas y conectaban con los vasos sanguíneos. Cada vez era más evidente que el cerebro controla todas las células del cuerpo.

Escribí sobre esto con Joe Eyer. Publicamos un artículo en 1977 y luego en 1981 sobre cómo las condiciones sociales -incluidos el estrés, el divorcio, el duelo, la segregación, etc.- afectan a diversos sistemas cerebrales que influyen en la presión arterial.

Whitaker: Así que, si una persona está en un ambiente estresante, ¿es la hipertensión en realidad adaptativa a ese estrés?

Sterling: Correcto. Como llegué a comprender más tarde, el propósito del cerebro es predecir lo que necesitamos como organismo individual. Y encontrar una manera de asegurarse de que nuestro cuerpo tiene los recursos suficientes, justo a tiempo. Cuando estamos en un estado de emergencia, nuestro cerebro eleva nuestro nivel de alerta y nuestras actividades corporales.

Por ejemplo, lo hace elevando el ritmo cardíaco, diciéndole al riñón: “vamos a necesitar más riego sanguíneo aquí, así que bombea un poco de agua salada”, y que necesitamos ahorrar agua salada constriñendo los vasos sanguíneos para elevar la presión. Estos mecanismos son una parte normal de nuestra regulación, sube, baja.

El problema es que si vives en condiciones en las que se te exige estar alerta, cada segundo de tu vida, por si ocurre algo aterrador, entonces el cuerpo se adapta. El cerebro llega a predecir que vas a necesitar presión arterial alta. Le dice al riñón, “bombea más agua salada”, le dice a los vasos sanguíneos que se contraigan y al ritmo cardíaco que aumente. Esto se convierte en tu modo de vida.

Al final, es como levantar pesas. Si levantas pesas, tus músculos se engrosan.  Si elevas tu presión arterial crónicamente, tus vasos sanguíneos se engrosan, tienen músculos en ellos y se engrosan. Así que se convierte en una adaptación.

Whitaker: Si nos fijamos en el Estudio sobre Experiencias Adversas en la Infancia, que habla de cómo los acontecimientos adversos en los primeros años de vida -divorcio de los padres, maltrato físico, etc.- se traducen en una mala salud, mental y física. Parece que su historia sobre la hipertensión sería un modelo para explicar el trauma y sus efectos a largo plazo; el niño siempre está en alerta máxima.

Sterling: Ni siquiera es una analogía. Es parte de lo mismo. Se trata de predicción.

Whitaker: En la década de 1970, te involucraste con la psiquiatría. ¿Por qué?

Sterling: Bueno, alguien visitó nuestra casa trajo una copia del New York Post, y dijo: “¿Has visto esto? Están haciendo cirugía cerebral a niños para curar su comportamiento”. Yo dije: “No es cierto”.  Pero lo busqué y encontré el artículo, y encontré un billón de referencias al hecho de que esto estaba ocurriendo en niños, adultos y drogadictos, y en presos en las cárceles y que esta psicocirugía se seguía haciendo por los principales cirujanos de la Facultad de Medicina de Harvard y Yale y Columbia.

Mi primer esfuerzo fue comprender si había algo bueno aquí. ¿Hay algún valor en esto? Porque si lo hay, me callaré. Pero si no lo hay, tuve que hablar. Y sabes esto: quitarte el lóbulo frontal o la amígdala o el giro cingulado es un desastre.

Entonces pensé, ¿y los fármacos? Los antipsicóticos de la época -principalmente la clorpromazina y fármacos relacionados- causaban su propio tipo de daño cerebral, la discinesia tardía. Y entonces descubrí que lo mismo ocurría con las descargas eléctricas, y empecé a testificar sobre ello.

Whitaker: ¿Testificar ante el Congreso?

Sterling: Testifiqué en varias audiencias estatales sobre el tratamiento de choque eléctrico, que era perjudicial para el cerebro.

Otro lugar en el que testifiqué estaba relacionado con los antipsicóticos. Los enfermos mentales del Hospital Estatal de Nueva Jersey tenían un abogado defensor que demandó al Estado de Nueva Jersey por el derecho a rechazar los neurolépticos, porque decían que el fármaco “nos hace sentir fatal y provoca daños cerebrales”.

Fue en el Tribunal Federal de Distrito de Nueva Jersey. Yo testifiqué en nombre de los demandantes, diciendo: “Mira, hace daño. Y esa es una razón para rechazar el tratamiento “. El juez, esto es en 1979, falló a favor de los demandantes. Escribí un artículo para el New Republic en ese momento titulado “La adicción a las drogas de la psiquiatría.

El caso se recurrió ante el Tribunal Federal de Apelaciones de Filadelfia, y los jueces dijeron: “No, no podemos aceptarlo” y lo desestimaron. Dijeron que no pueden ser el árbitro final de quién va a recibir medicamentos.

Whitaker: ¿Cuál era el nombre del caso de Nueva Jersey?

Sterling: Rennie contra Klein.

Whitaker: Ese fue un caso famoso sobre el derecho a rechazar el tratamiento.  No sabía que tu fueras uno de los testigos expertos. Volvamos a la pregunta que planteas en “¿Qué es la salud?” ¿Qué necesita nuestra especie para llevar una vida sana? Quizá puedas empezar hablándonos del cerebro de un gusano.

Sterling: El cerebro de gusano fue el primer cerebro de un organismo bilateral multicelular. Y el cerebro de gusano y los primeros cerebros tienen un circuito especial que impulsa a un animal, o a un humano, a buscar, a moverse. Buscamos comida, buscamos refugio, buscamos comodidad. El gusano buscaba la acidez correcta, la temperatura correcta del agua, salinidad, compañeros. Y la regla era, cuando encuentras algo bueno que necesitas, hay un circuito que libera una sustancia química especial que dice, vale, relájate, lo has encontrado. Relájate, sabes que aquí es donde necesitas estar. La sustancia química se llama dopamina, y este circuito, tanto el circuito de búsqueda y el circuito de recompensa, se conservó durante 500 millones de años.

Y lo que pasa con la dopamina es que nos recompensa por todo tipo de actividades. Estábamos buscando comida, realmente no sabíamos qué esperar, pero aquí encontramos algo, y obtenemos una pequeña gota de dopamina. Luego pasamos a la siguiente actividad. Este circuito, que se remonta al gusano, nos impulsa a buscar y encontrar pequeñas sorpresas. Todo nuestro comportamiento, todo nuestro yo, está realmente organizado en torno a estas pequeñas sorpresas frecuentes. Y si no las encontramos, nos sentimos muy incómodos, nos agitamos.

Whitaker: Ahora vamos a una segunda característica que hizo al homo sapiens tan exitoso… nuestro gran cerebro. Escribes que nuestro cerebro tiene 200 circuitos y que se “especializan” en diferentes tareas, lo que conduce a una variación en el comportamiento y las habilidades entre los individuos.

Sterling: El primer punto es que tienes un cerebro que puede vencer a un superordenador en muchos aspectos. Un superordenador ocupa una habitación, requiere megavatios de electricidad. Nuestro cerebro cabe en el espacio de un cartón de leche y funciona con menos electricidad que la bombilla de un frigorífico. Así que tiene una eficiencia asombrosa para el cálculo.

Sin embargo, una vez que el cráneo humano está lleno de cerebro y 200 circuitos, no hay nada que hacer, porque eso es todo lo que se puede computar como individuo. Y no se puede ampliar mucho más el cerebro porque habría que rediseñar todo el cuerpo. La estrategia que desarrollamos como seres humanos fue la especialización entre individuos.

Aunque los individuos pueden tener aproximadamente 200 circuitos cerebrales, no son iguales para todas las personas. Algunas personas son muy despiertas para rastrear y cazar, pero no son capaces de reconocer las caras de los demás. Otras personas nunca olvidan una cara, ésas son las que se convierten en políticos, en personas sociales. Pero necesitan cooperar con los cazadores y demás… algunas personas fabrican herramientas, otras saben construir un barco. Tienes músicos, cuentacuentos y cómicos, y así generas una pequeña comunidad con individuos que empiezan con distintos talentos innatos.

Whitaker: Volvamos al DSM. En 1980, cuando la Asociación Americana de Psiquiatría publicó la tercera edición de su Manual Diagnóstico y Estadístico, adoptó lo que denominó un “modelo médico” de los trastornos mentales. Según este manual, si tienes ciertos comportamientos o sentimientos que perjudican tu funcionamiento, eso es un trastorno psiquiátrico. Traza una línea que dice que a un lado de esta línea están las personas que son “normales” y al otro las que son “anormales”. ¿Coincide eso con tu concepción de nosotros como especie?

Sterling: En primer lugar, en algunos casos, hay cosas que yo aceptaría como una enfermedad. Por ejemplo, la diabetes infantil. Por alguna razón, tu sistema inmunológico ataca tus células Beta pancreáticas y las aniquila. No tienes fuente de insulina. Acepto esto como una enfermedad y que un tratamiento que reemplace la insulina que falta es un tratamiento racional. Lo que quiero dejar claro es que no niego las enfermedades neurológicas y mentales.

Pero hay muchos otros problemas y experiencias de comportamiento que creo que en realidad no son enfermedades, sino rasgos de comportamiento. Y por rasgo de comportamiento me refiero a esto: digamos que si eres alto, ser alto es un rasgo. Está controlado por cientos de genes. Y si tienes cien genes para ser alto y unos pocos para ser bajo, vas a ser muy alto, muy lejos en el espectro de la distribución de la altura.

Ahora tomemos los rasgos que se describirían como TDAH. Tom Sawyer es un personaje de la literatura estadounidense lleno de energía, imaginación y maldad. Siempre se mete en líos en la escuela, no hace caso a la autoridad y, sin embargo, estaríamos desprovistos de este personaje de la literatura estadounidense. Pero si Tom Sawyer estuviera hoy en una clase de 30 niños, sin duda se le identificaría como alguien que padece este trastorno.

Este comportamiento es un rasgo y, por lo tanto, si te mueves un poco a la izquierda de la media, son menos impulsivos, son mejores esperando a que el profesor les llame, etcétera. Y si te vas a la derecha, tienes niños que simplemente no pueden quedarse quietos en el aula y realmente no deberían estar en un aula, deberían estar haciendo algo fuera.

Whitaker: Escribes sobre el aumento de las “muertes por desesperación” en Estados Unidos en los últimos tiempos. ¿A qué lo atribuyes?

Sterling: Durante muchas generaciones, remontándonos a nuestros primeros días como especie, encontramos un trabajo interesante que hacer a lo largo de todo nuestro ciclo vital. Alrededor de los 20 años, aprendimos a empezar a alimentarnos. Lleva mucho tiempo aprender a cazar, qué animales seguir, cuándo abandonar, cuándo seguir, y lo mismo para recolectar alimentos. Y había toda una vida de aprendizaje y contribución a la comunidad.

Ahora tenemos dos problemas. Muchos trabajos pueden aprenderse en cinco minutos. Son cosas rutinarias, sellar un pasaporte, escanear un código de barras y Dios sabe qué más. Estos no ocupan un cerebro tan magnífico como el nuestro. La gente con ese tipo de trabajo realmente se vuelve loca poco a poco.

La otra cosa es que antes encontrábamos comida y consuelo de forma aleatoria, y obteníamos una pequeña gota de dopamina cuando lo hacíamos. Ahora, cuando estamos en el supermercado, sabemos lo que vamos a encontrar en el pasillo siete, por lo que no obtenemos mucha dopamina de ello. Pero puedes obtenerla comiendo alimentos más ricos, o consumiendo alcohol o drogas, porque liberan dopamina.

Así que, por un lado, tenemos un trabajo de mierda y, por otro, una comunidad destruida en la que hay muy poca interconexión. Tenemos personas que están aisladas y la única manera de que se sientan cómodas consigo mismas y con su aislamiento es tomando drogas que liberan oleadas de dopamina. El problema es que el cerebro está diseñado para adaptarse a estos grandes niveles de dopamina reduciendo los receptores de dopamina y entonces necesitas más de esta liberación. Así que nos volvemos adictos a la comida rica, a las drogas, al alcohol y a todas las demás cosas. Eso es lo que creo que es la fuente de la desesperación. Es el mal trabajo, el aislamiento social y la dependencia de estas otras fuentes [para la liberación de dopamina].

Whitaker: Supongo que se podría decir que no tenemos un entorno que alimenta nuestro cerebro heredado de gusanos. ¿Podemos solucionarlo con fármacos?            

Sterling: No, claro que no. Es una ilusión que se puede arreglar así. Si se tiene una pérdida específica, como sugería en el caso de la insulina, hay cierta lógica en sustituir la sustancia por un medicamento artificial que, de alguna manera, aborde este déficit específico. Pero si hablamos de la desesperación humana, eso implica a todo el cerebro, con muchos circuitos complejos.

Si se eleva el estado de ánimo de alguien dándole un fármaco pro-dopamina, también se afectan los receptores proteínicos de las células nerviosas que se unen a estos fármacos. Y estos cambian otros sistemas de señalización y se reorganizan básicamente todos los neurocircuitos en formas que realmente no tenemos ni idea.

Si lo haces durante un breve periodo de tiempo, puede ir bien, pero si lo haces durante un largo periodo de tiempo, es como todo, el cerebro se adapta profundamente. Y para sacar a alguien de una de estas drogas o de múltiples drogas, tienes que hacerlo muy lentamente, con mucho cuidado para dejar que el cerebro se readapte, pero es un proceso muy largo y difícil.

Whitaker: Entonces, ¿qué es la salud?

Sterling: Creo que se trata de prestar atención al ciclo vital humano tal y como era cuando evolucionamos. Por supuesto, no vamos a volver a ser cazadores-recolectores, pero creo que tenemos que entender mejor lo que necesitamos preservar en esa vida.

Eso significa asegurarnos de que tenemos actividades que atraen a los adultos a continuar su propia educación, que es lo que hacían los cazadores-recolectores. Necesitamos una vida espiritual: no se puede pretender que la vida interior humana se estimule sólo con una pantalla y pulsando botones en una pantalla. Implica actividades participativas, tocar música juntos, cantar juntos y una vida sexual.

Y los niños necesitan la atención de varios padres y generaciones. No se puede encerrar a los niños en un rincón y esperar que estén bien.

Whitaker: Última pregunta. Eres el Zar de la Salud Mental de Estados Unidos. Eres el responsable de crear un entorno que permita mejorar la salud mental. ¿Qué harías?

Sterling: Voy a empezar con una pregunta: ¿Qué sabe Europa que no sepa Estados Unidos? La primera es que Europa tiene de cuatro a seis semanas de vacaciones pagadas para cada adulto. Europa apoya la medicina pública, de modo que uno no tiene que preocuparse por la procedencia de los medicamentos, la educación de los hijos o el cuidado de los niños. Si tuviéramos los apoyos sociales que tienen las sociedades modernas avanzadas, esto tendría un enorme efecto en la salud mental de los estadounidenses.

Dos, si prestáramos atención a la condición real de los niños, entonces nos aseguraríamos de que los niños no tuvieran que preocuparse por ser desahuciados, dónde van a dormir… . Los niños no deberían estar preocupados por si se les puede mantener materialmente. Hay que crear familias más fuertes y eso ocurriría si se garantizara el apoyo a las familias.

Y cuando llegas al aula… el modelo de aula que tenemos de poner a 30 niños en una habitación y decirles que se callen durante horas, todo el día, es una locura. Tenemos que reformar las escuelas para que se ajusten mejor a la distribución de las capacidades de los niños en la población. Si hay un niño musical, que no puede estarse quieto, sáquenlo de ahí, pónganle un instrumento en las manos y déjenle trabajar en eso. Sería bastante fácil reorganizar la educación estadounidense en la línea de desarrollar los talentos de las personas en lugar de comprimirlas en este molde, que es realmente intolerable.

Whitaker: ¿Qué hay de la necesidad de jugar entre los niños?

Sterling: Por supuesto, esta es una forma en que los niños aprenden. Los niños que crecían en las sociedades premodernas pasaban muchísimo tiempo unos con otros, en toda la gama de edades, de modo que los niños pequeños aprenden de los mayores. En nuestra granja, donde estamos ahora en Panamá, hay niños desde la cuna hasta los veinte años, y juegan juntos al fútbol. Y claro, los niños pequeños no son tan buenos como los mayores, pero si los mayores se limitaran a aplastarlos, no sería divertido. Así que los equipos se mezclan y la gente se lo pasa bien jugando, y ganar no es lo principal. No hay árbitros y los niños aprenden a aplicar las reglas. Los mayores enseñan a los pequeños.

Whitaker: Gracias, Peter, por acompañarnos hoy. Ha sido una entrevista fascinante.

[1] Red Diaper Baby, es un término utilizado para referirse a infancias de padres/madres afiliadas al Partido Comunista de Estados Unidos, o que han simpatizado con sus propuestas.

[2] United Auto Workers, sindicato de la industria automotriz.

[3] National Association for the Advancement of Colored People. Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color.

[4] Freedom Rides, protestas que se hacían en contra de la segregación de poblaciones “blanca y negra”, haciendo recorridos en la parte sur de Estado Unidos.

[5] Las leyes de Jim Crow fueron leyes estatales y locales promulgadas por las legislaturas estatales “blancas”

[6] “Venceremos” o “Nos Sobrepondremos” es una canción de protesta que derivada de una canción de gospel compuesta por Charles Tindley, y popularizada por Peter Seeger.

Presentan informe “Por la Justicia Loca y la Reparación” en el marco de evento internacional de la ONU

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Leyenda escrita en letra blanca sobre el piso gris: “Orgullo loco en la casa y en la calle”

El Martes 13 de Junio a las 15 hs. desde Nueva York se presentará el primer Informe Regional de la Locura, en el marco de la 16ª Conferencia de los Estados Partes de en la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, conocida como COSP. 

El Informe Regional de la Locura invita a la reflexión sobre la “Justicia Loca y la Reparación” en relación a la situación particular de las personas que sufrieron abusos, malas prácticas y torturas por los sistemas de salud mental. Este informe es el resultado de una investigación que analizó la situación de leyes, políticas y prácticas en 10 países latinoamericanos, en cuanto a los derechos de las personas neurodivergentes o con discapacidad psicosocial. En él se detallan prácticas sistemáticas de discriminación y exclusión contra estos colectivos y se pone en valor buenas prácticas autogestionadas.

El informe ha sido elaborado por la “RedEsfera”, una organización que trabaja en Latinoamérica por la promoción de las Culturas Locas, la Diversidad Psicosocial, la Justicia, el Buen Vivir y el Derecho al Delirio. Está autogestionada por personas con experiencia en primera persona de varios países. Desde el año 2018, trabajan de forma voluntaria en la defensa de los derechos fundamentales del amplio colectivo popularmente conocido como “personas locas”. 

La “RedEsfera” presentará el Informe Regional de la Locura, denominado “Por la Justicia loca y la Reparación”, como parte de un evento paralelo de la COSP y de manera virtual. 

El evento contará con la participación de Alejandra Álvarez (Bolivia), Lorena Berrios (Chile), Víctor Lizama (México), Alan Robinson (Argentina) y Alberto Vásquez (Perú). La apertura del evento estará a cargo de Carlos Ríos Espinosa de la organización internacional “HumanRights Watch” y el cierre a cargo un representante de la “Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos” de la ONU. La actividad es organizada de manera conjunta con la Red Orgullo Loco México, el Movimiento en Defensa de Nuestra Salud Mental de Chile y Sociedad y Discapacidad – SODIS. 

Se podrá participar en esta reunión virtual de manera gratuita y se ofrecerá interpretación español-inglés, interpretación internacional de lengua de señas, así como subtitulado en directo en español y en inglés. 

Quienes quieran seguir la reunión virtual el Martes 13 de Junio a las 15 horas de Nueva York, pueden inscribirse en el siguiente enlace: 

https://us06web.zoom.us/webinar/register/WN_Hb1TesfrSled1ryO8jVwWQ

Quienes deseen mayor información sobre el evento pueden escribir al correo electrónico: [email protected]

Lineamientos para la Desinstitucionalización, incluyendo emergencias

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Siluetas de diversas personas que van en distintas direcciones cruzando una calle

Este documento fue publicado por el Comité por los Derechos de las Personas con Discapacidad, parte de la ONU, el 10 de octubre 2022, originalmente en inglés y traducido a diversos idiomas con la finalidad de hacerlo accesible a consulta para las personas de distintos puntos.


De inicio la elección de este documento1 podría parecer un tanto inconexa con la idea de la Salud Mental, incluso a momentos me parecía un tanto “forzada” está elección, sin embargo, al ir profundizando en los puntos planteados por el documento van surgiendo las líneas que conectan su pertinencia al campo de la Salud Mental.


A manera de introducción sobre las causas que generaron este documento, vale la pena dirigir la mirada a la elaboración de la Convención para los Derechos de las Personas con Discapacidad2, redactada en 2006 y entrando en vigencia en el 2008, la cual México firma en marzo 2007 y ratifica su adhesión en diciembre de ese mismo año; a partir de este documento se establecen los lineamientos para la inclusión de las personas con discapacidad en los diferentes aspectos de la vida, desde la Convención se abre la posibilidad de pensar en la Salud Mental desde los paradigmas de la discapacidad, ubicando a los llamados trastornos mentales, dentro de la discapacidad mental y más adelante como discapacidad psicosocial.


El reconocimiento de los “trastornos mentales”3 bajó un enfoque de discapacidad, habilita la posibilidad de intervenir en este campo bajo las lógicas de los derechos humanos, y por lo tanto desde la agenda 2030, la cual busca erradicar las desigualdades sociales, así como eliminar las barreras que impiden la libre participación de las personas con discapacidad.


Al ubicar a los “trastornos mentales” como una discapacidad se ubican las dificultades o barreras en el medio, no en la singularidad de la persona, por lo que la participación de la persona en el medio social debería de ser posible siempre que se implementen los apoyos adecuados, esta perspectiva permite hacer un abordaje despatologizante de la salud mental, en donde se consideran estás condiciones tan solo como una manera diversa de ser y estar; esta perspectiva busca alejarse de la criminalización-institucionalización de las diferencias, rechazando el encierro o castigo a causa de una condición referente a la salud mental.


Es a partir de esto que surgen los lineamientos o guías para la desinstitucionalización de las personas con discapacidad, contemplando todo tipo de discapacidad, pero llegando a hacer énfasis en la discapacidad intelectual y psicosocial, ya que históricamente este sector de la población es uno de los que más ha sido víctima de los encierros o abusos justificados en tratamientos o en la búsqueda de bienestar.

Este documento fue elaborado a partir de la situación de emergencia sanitaria que se presenta a partir de la pandemia por SARS-Cov2, el encierro tanto voluntario como obligatorio (en ciertos casos) y las normas de salubridad implementadas, llevaron a reflexionar sobre lo ocurrido en las instituciones asilares, hospitalarias o refugios en los que se llegan a encontrar personas con discapacidad, ¿cómo hacer valer los derechos planteados por la Convención, dentro de este contexto de emergencia?, lo que da como resultado los Lineamientos de Desinstitucionalización, incluyendo emergencias, este texto consta de 143 puntos en los cuales se realizan diversas recomendaciones y exigencias a los Estados parte, para garantizar los derechos de las personas con discapacidad, e impulsar el derecho a una vida libre en comunidad.


Estos Lineamientos deben leerse en referencia a dos textos elaborados anteriormente por el Comité por los Derechos de las Personas con discapacidad:

  • Lineamientos sobre el artículo 14 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. El derecho a la libertad y seguridad de las personas con discapacidad. Adoptado durante la 14va sesión del Comité en Septiembre 2015.
  • Comentario General No. 5, sobre vivir de manera independiente y ser incluidos en la comunidad. Publicado el 27 de Octubre 2017.

Ambos documentos reafirman la postura del Comité sobre la institucionalización y encierro de las personas con discapacidad, en ambos casos se hace explicitó que todo tratamiento médico, incluido aquel referente a salud mental, debe de realizarse basado en el consentimiento informado y libre de la persona implicada, asegurando el reconocimiento y respeto de la capacidad jurídica de la persona.


Es en aquellos casos en donde la libertad de elección se vea comprometida o no se cuenten con las herramientas adecuadas en ese momento para que la persona pueda realizar dicha elección, se le proporcionen los apoyos necesarios para poder llevar a cabo la toma de decisiones, dichos apoyos pueden ir desde documentos en lectura fácil, infografías, o en el apoyo dado por otra persona (la cual podrá ser elegida por la persona con discapacidad); en aquellos casos donde la persona por el motivo que fuese no pudiera elegir por si misma una persona designada deberá ser quien “tome” dichas decisiones.


La toma de decisiones basadas en una tercera persona son determinadas bajo el estándar de “mejor interpretación de la voluntad y preferencias de la persona”, dicha situación busca alejarnos de aquello que se ha asumido como los “mejores intereses”, y coloca en a la persona que decidirá en la posibilidad de tomar decisiones pero siempre tomando como referente lo que la persona con discapacidad hubiera elegido para si misma.


Este punto en especial hace referencias a la institucionalización de la salud mental y a los tratamientos psiquiátricos de los que son objetos dichas personas, ya que es en una gran parte de las ocasiones que las personas no son participes activas de sus propios tratamientos, sino que caen como imposiciones por parte de las autoridades médicas e incluso como parte de sanciones o lineamientos penales.

Los lineamientos para la desinstitucionalización buscarán en un primer lugar la transición de la población institucionalizada4 de una vida asilar a una vida en comunidad; sin embargo, este proceso puede implicar más de lo que pareciera, ya que de inicio contempla la libertad inmediata de todas aquellas personas que se encuentran institucionalizadas, este proceso deberá de realizarse por medio de la apertura de alternativas comunitarias, que eviten el replicar un modelo asistencial-asilar:

  • Obligatoriedad de compartir el apoyo entre varios usuarios (no hay apoyos específicos o construidos según las particularidades de cada situación)
  • Aislamiento o segregación de la participación en la vida comunitaria.
  • Falta de control sobre las actividades del día a día.
  • Falta de decisión sobre sobre con quienes vivir.
  • Rigidez en la rutina, independiente de la voluntad y preferencias de los usuarios.
  • Actividades idénticas en el mismo lugar para un grupo de individuos bajo cierta autoridad.
  • Una perspectiva paternalista en la provisión de servicios.
  • Supervisión de los arreglos de vivienda.
  • Un número desproporcionado de personas con discapacidad en un mismo espacio.

Es importante considerar estos aspectos, ya que a partir de las reformas desinstitucionales se han abierto espacios similares a casas acompañadas o comunidades terapéuticas que bajó el discurso desinstitucional replican las mismas lógicas institucionales, por lo que los lineamientos que se plantean desde el Comité considera que dichas instituciones no cumplen con los puntos básicos para ser consideradas como alternativas comunitarias.


El planteamiento comunitario implica en primer lugar el ejercicio de la libertad, la posibilidad de elección sobre el propio proyecto de vida, la elección de apoyos y tratamientos, estos apoyos o alternativas deberán de ser proveídos por los Estados, quienes garantizan la posibilidad de una vida en comunidad.


Estos textos son de relevancia actual, tanto por la fecha en que son redactados, como por las instituciones que hacen parte de la redacción del mismo (la ONU por medio del Comité), los planteado a partir de los lineamientos toma en cuenta una perspectiva desde el modelo social de la discapacidad y derechos humanos; priorizando siempre la posibilidad de ejercer la capacidad jurídica de cada persona.

Si bien los lineamientos pueden ser específicos en cuanto a lo que debe de realizarse, no hay una vía o manera de hacerlos valer, dejando el camino ambiguo o abierto a las posibilidades de cada Estado, por otro lado, estos lineamientos aunque de apariencia parecieran ser abiertos a todos los contextos o situaciones especificas de cada Estado, pareciera que no logran dejar de lado la influencia o el peso del Norte Global o de los países occidentalizados y de “primer mundo”.


De ahí que pareciera la imposibilidad de lograr el cumplimiento de estos lineamientos sin el apoyo en cuanto a recursos tanto económicos como materiales, los lineamientos consideran que los recursos actuales dispuestos en los servicios asilares son suficientes y solo deben de ser redirigidos, sin embargo, esto a mi parecer es un planteamiento un tanto idealista, que considera que los recursos públicos son bien distribuidos y se encuentran al servicio de los sistemas de salud y bienestar, cuando la realidad de cada país podría ser diferente.
Aunque parezcan ideales no considero que sean lineamientos que deban descartarse, sino que son puntos que debemos tomar en consideración al momento no solo de pensar las nuevas vías o alternativas de apoyos o tratamientos, de igual manera, nos da una vía distinta para pensar la salud mental al día de hoy, ¿qué implica tener una condición de salud mental hoy en día? Si nos alejamos del terreno de la psicopatología y nos dirigimos al campo de lo social, ¿no también perdemos ciertos aspectos de la individualidad?


Los textos que he tomado para trabajar son concretos en cuanto a la información, no dejan lugar a preguntas específicas, pero me dejan con una pregunta general ¿cómo realizar un proceso de desinstitucionalización, cuando trabajamos desde contextos tan particulares, desde situaciones y condiciones tan específicas y diversas?.


Fuentes:
Committee on the Rights of Persons with Disabilities (2022), Guidelines on deinstitutionalization, incluiding in emergencies

Committee on the Rights of Persons with Disabilities (2017) General comment No. 5 on living independently and being included in the community

Committee on the Rights of Persons with Disabilities (2015) Guidelines on article 14 of the Convention on the Rights of Persons with Disabilities, the right to liberty and security of persons with disabilities

  1. Se refiere al documento sobre lineamientos de desinstitucionalización, incluyendo emergencias. Este texto pretende ser una revisión de los lineamientos, si bien los suscribe y reconoce su validez e importancia, considera de importancia cuestionar(se) acerca del cómo llevarlos a cabo.
  2. De manera general a este documento se le refiere habitualmente tan solo como la “Convención”.
  3. Se utiliza el concepto de “trastorno” aunque no se comparta las implicaciones de este.
  4. En este punto es importante hacer la distinción entre la población institucionalizada a causa de una discapacidad o por tratamiento médico, a aquella que ha sido privada de la libertad por causas penales-legales, si bien los lineamientos buscan abarcar estas dos situaciones requieren de especificaciones para cada caso, mientras que en los casos de institucionalización por discapacidad se parte del hecho de que no se les ha encerrado a causa de una sanción, por lo que no hay condena que pagar, de ese modo la libertad debería ser concedida en el momento, en el caso de aquellas personas con alguna discapacidad pero privadas de la libertad como parte de un castigo se deberán asegurar las condiciones para que pueda participar en su proceso penal en igualdad de condiciones y tomando en consideración que la discapacidad no se torne en un agravante que prolongue el encierro